La molienda tradicional
Ana-Maria Cononovici, 07.09.2021, 06:06
Hace un siglo, solamente en
la cuenca alta del río Mures había 367 instalaciones hidráulicas campesinas,
pero hoy en día sólo quedan tres, conservadas en los museos etnográficos de
Reghin y Sibiu. El investigador científico Dorel Marc, de la Sección de
Etnografía y Arte Popular en el Museo del Distrito de Mures, logró identificar
no sólo molinos sino también aserraderos, batanes, trilladoras, cobertizos de
lana y otros, que incluyó en su estudio: ‘La civilización técnica
tradicional y las industrias campesinas. Instalaciones hidráulicas en la zona
de Mures a mediados del siglo XX.
En su estudio encontramos
información variada sobre el papel de la molienda tradicional en la vida del
pueblo, un papel complejo del que nos habla seguidamente Dorel Marc:
Este oficio, que después de siglos de práctica, se
convirtió en una verdadera industria popular, también se puede ver en los
grandes museos al aire libre de Rumanía, como, por ejemplo, en el Museo Astra
en Sibiu, el Museo de la Aldea Dimitrie Gusti en Bucarest o en el Museo
Maramuresan en Sighetul Marmatiei. En nuestro distrito, Mures, en Reghin, donde
se exhiben estos testimonios de la civilización y cultura tradicional, las
instalaciones hidráulicas, que no son sólo molinos sino también aserraderos,
batanes, lagares, cobertizos de lana y otros que, lamentablemente, sólo
permanecen en la memoria de los abuelos. Estos grandes logros técnicos, que
demuestran el gran ingenio de los campesinos, estas grandes creaciones técnicas
pueden, a menudo, servir como lecciones a los ingenieros de hoy en día.
La evolución comenzó con
pequeños molinillos de mano, pero luego, utilizando la fuerza de las aguas, en
la Edad Media los molinos se desarrollaron mucho, primero en los hogares de los
boyardos, pero con el tiempo los campesinos también se ganaron el derecho a
tener molinos en sus propios hogares. En el área predominante de su
investigación, en el distrito de Mures de hoy en día, pero también en la zona
de Tarnave, Dorel Marc descubrió estos datos:
En 1956, cuando el Consejo Estatal del Agua de
aquel entonces hizo un inventario de los molinos todavía funcionales, resultó
que en esta área había 400 molinos, 236 con una rueda hidráulica y 55 de dos,
cinco o tres ruedas. Pero más allá de esta estadística, debemos considerar el
oficio de las moliendas como un fenómeno no sólo económico sino también social,
ya que el papel del molinero era muy importante dentro de la comunidad rural de
antaño. En muchos hogares había verdaderos complejos de instalaciones técnicas
tradicionales, en el sentido de que desde la misma alcantarilla, que llevaba
agua a la rueda del molino, se podían accionar también los aserraderos, que
cortaban la madera o las vigas, necesarias para la construcción; desde allí se
operaban asimismo los batanes y los lagares, pues había muchos lagares de
aceite en esta zona. Así que además de proporcionar el pan y la polenta de cada
día, en realidad, el molino y estas complejas instalaciones sostenían toda la
actividad del hogar.
El mecanismo para moler
constaba de dos piedras, una fija y otra móvil; la móvil servía para girar y
triturar los granos. Con el mismo molino, con la ayuda de un separador, se
podía moler tanto trigo como maíz, ya que con la ayuda de ese separador o
tornillo la piedra móvil se levantaba de la piedra fija y, dependiendo de la
altura, se podía obtener la granulación deseada.
La fuerza del agua que
implicaba la gran rueda de madera del exterior se transmitía al mecanismo que
dirigía la piedra móvil con la ayuda de grandes correas, hechas de cuero y, más
tarde, de una textura de goma.
El destino de las familias
de molineros fue triste durante el período comunista, siendo declarados
ricos, fueron perseguidos y a sus hijos se les prohibió el acceso a las
instituciones de educación superior.
Dorel Marc, investigador
científico etnólogo en el Museo del Distrito de Mures considera la posibilidad
de ampliar la investigación:
Sería bueno continuar la investigación sobre el
destino de los molineros que estaban por toda Rumanía: en las regiones de
Muntenia y Oltenia, en Moldavia, en Banato, en todo el país y eso porque los
molineros representaban una categoría especial dentro de la comunidad.
Y tal vez incluso se podrían
utilizar como atracciones turísticas.
(Dorel Marc):
Sería genial si en esta red turística los
visitantes pudieran ver cómo se obtenía la harina de trigo, la harina de maíz,
cómo se trituraban las semillas para la producción del aceite, cómo se
realizaba el lavado de los tejidos de lana, todo el proceso utilizando sólo la
fuerza centrífuga, sin detergentes, sin contaminación del medio ambiente. Quién
sabe, tal vez en el futuro los etnólogos serán parte de estas acciones
destinadas al renacimiento de determinados oficios. Lo importante es hacerlo
científicamente o sea conservando la autenticidad de la realidad técnica que
existió.
En determinadas localidades
rurales la molienda tradicional y el oficio de molinero se adaptaron, después
de los cambios políticos ocurridos en 1989. Sin embargo, como el pan casero se
hace cada vez menos, incluso en los hogares locales se recurre cada vez menos
al molino para moler harina o maíz, sino para alimentar ala cría de animales.
Versión en español:
Victoria Sepciu