La Escuela de los Abuelos
Mariana Mereu, criada en el pueblo de Geoagiu de Sus, de la provincia de Alba, en una comunidad donde se respetaban las tradiciones, donde la gente, por las tardes, se reunía y cosía, tejía, aprendía juegos y canciones populares, actualmente promueve las tradiciones del lugar. Desde que se dedica a ello, ha participado en ferias de turismo, exposiciones y conferencias temáticas, en el marco de la asociación de la que es fundadora. Mariana Mereu, quien dispone de una impresionante exposición etnográfica, ha puesto en marcha la Escuela de los Abuelos, concebida para enseñar a aquellos interesados en los oficios del hilado, el tejido, la costura o el cultivo y procesamiento del cáñamo, así como la elaboración de productos finales.
România Internațional, 22.02.2022, 13:51
Mariana Mereu, criada en el pueblo de Geoagiu de Sus, de la provincia de Alba, en una comunidad donde se respetaban las tradiciones, donde la gente, por las tardes, se reunía y cosía, tejía, aprendía juegos y canciones populares, actualmente promueve las tradiciones del lugar. Desde que se dedica a ello, ha participado en ferias de turismo, exposiciones y conferencias temáticas, en el marco de la asociación de la que es fundadora. Mariana Mereu, quien dispone de una impresionante exposición etnográfica, ha puesto en marcha la Escuela de los Abuelos, concebida para enseñar a aquellos interesados en los oficios del hilado, el tejido, la costura o el cultivo y procesamiento del cáñamo, así como la elaboración de productos finales.
Mariana Mereu ha transformado su casa en una «escuela de abuelos», un lugar donde pretende transmitir sus destrezas:
«Lo he conservado y cuidado todo desde que tengo uso de razón. Desde pequeña, nunca he tirado los objetos más viejos de casa: en casa siempre hemos tenido el telar, mi abuela y mi madre trabajaban con él todo el tiempo y le cogí el gusto a coser, tejer e hilar. Me gusta, me pasaría todo el día haciendo eso. Si pudiera elegir, no haría otra cosa: cosería, tejería o hilaría, y me gustaría que cuanta más gente posible se interesara por aprender, sean niños o más mayores, ya no que para esto hay límite de edad. Aquí en el pueblo también he trabajado mucho: he organizado talleres y seminarios.»
Mariana Mereu observa con pesar que, sobre todo, son los extranjeros los que aprecian nuestras tradiciones:
«El año pasado vino una familia de Francia y les enseñé a trabajar el telar, los tejidos y la rueca. Luego se iban a Maramureș a segar hierba. Ellos mismos pagaron por ir a aprender a segar. ¡Esto es el colmo! Quedan pocos jóvenes que sepan segar, porque ahora todo está automatizado. Quizá los jóvenes también se pondrían a segar, si se les pagara, porque también tienen que vivir de algo.»
Mariana Mereu nos ha hablado con pasión sobre el modo en que cultiva cáñamo, teje e hila, y quiere enseñar estos oficios a otros, para devolver al presente una tradición que se ha convertido en historia. Así, con hilos de cáñamo, teje toallas y trajes tradicionales:
«Este año será la séptima vez que cultivo cáñamo. Así es como empecé con la artesanía del cáñamo en la asociación Fiii Satului —los hijos del pueblo, en español—, una señora que ya no se encuentra entre nosotros tenía cáñamo en el desván y así empecé a cultivarlo. Trabajar es duro y conseguir el permiso para cultivar es difícil. Justo cuando piensas que las cosas se han solucionado, aparece algo nuevo. El procesamiento también es complicado: se deja secar, se ata en pequeños fardos y se deja secar de pie. Luego se retira y se pone a enriar. Se cubre con piedras para que esté sumergido y, en una semana, cuando la fibra comienza a separarse de la parte leñosa, esto significa que se ha enriado. Se saca, se lava y se pone a secar de nuevo. Se blanquea con cuidado y, a continuación, comienza el proceso de la decorticación, es decir, la limpieza de las partes leñosas del cáñamo, el peinado, el hilado y el tejido. Es simple, pero el proceso es largo y laborioso, aunque hermoso. ¡Te das cuenta de que has producido algo con tus manos, de que de una planta sale una camisa! Les digo honestamente que no las he hecho por dinero, porque me sabe mal y les cojo cariño, pero es que nadie aprecia el trabajo. Entonces, en vez de decepcionarme por no ver recompensado el valor de mi trabajo, me niego, prefiero no hacerlo. ¡Sí que he hecho regalos, pero solo eso!
Otra de las frustraciones de Mariana Mereu es que, una vez se sacan a la venta, no reciben el reconocimiento que merecen los productos que elabora con las mujeres y niñas que han aprendido los oficios y a mantener la tradición:
«Pasa lo mismo con los calcetines de lana. Si pides 50 leus (10°euros) por un par de calcetines de lana de cáñamo, te dicen que es caro, ¡pero es que no puedes hacer un par de calcetines en un día! En verano puedes llevar calcetines de lana porque no sudas con ellos. La lana, si la cortas, es como un macarrón, hueca por dentro. Pasa lo mismo con el cáñamo. En verano son frescos y en invierno son calientes.»
Mientras sigue trabajando con el cáñamo, Mariana Mereu también ha sido la iniciadora de la celebración del Día del Cáñamo, cuya cuarta edición se celebró el pasado verano, un evento al que también acudieron turistas. Los más curiosos descubrieron el recorrido del cáñamo desde la siembra hasta la obtención de la fibra textil con la que se confeccionaban prendas de ropa, toallas y trajes populares, en una época en la que en todos los hogares se cultivaba cáñamo, que luego se trabajaba.
Nuestra interlocutora espera un mayor apoyo a las tradiciones populares:
«Sigo esperando, por parte de las instituciones, que se despierten, de modo que la gente que se dedica al oficio cobre y que la gente que lo enseña también cobre. Tengo entendido que en otros países pagan a mayores y jóvenes, tanto a los que conocen la tradición como a los que la aprenden. Así cualquiera puede encontrar la motivación para dedicarse a ello y se garantiza que estos oficios sigan adelante. Que no se avergüencen de ser campesinos, que no se avergüencen de ser rumanos, que no olviden su lengua, su indumentaria, ¡y es que se dice que la cultura nacional debe mostrarse ante el mundo tal y como llevamos la ropa de celebraciones! ¿Y cuál es la ropa de celebraciones? ¡El traje nacional! Animo a todo el mundo a que al menos lo intente, que prueben a manejar un huso, que vean qué aspecto tiene una oveja. Porque no puedes apreciar algo que no sabes hacer. Sabrás apreciarlo en cuanto sepas hacerlo.»
Con esperanzas puestas en el potencial turístico de la zona y en sus gentes, con talento en diversos campos, Mariana Mereu y las personas reunidas en torno a su asociación pretenden que Geoagiu de Sus tome toda la visibilidad posible en el mapa turístico y cultural de la provincia.
Versión en español: Víctor Peña Irles