Funky Citizens
Funky Citizens es un lugar de encuentro de ciudadanos que no se resignan ante el statu quo, sino que entienden cuál es su papel en la democracia, de modo que sacan su músculo más cívico y participan con frecuencia en los procesos de toma de decisiones. Las armas más potentes de la organización son las iniciativas que hacen un uso inteligente de la tecnología, la incidencia política y la comunicación basadas en datos, así como la educación cívica. Esta es la carta de presentación de una ONG rumana que cuenta con una larga trayectoria de apoyo a ciudadanos que sueñan con un espacio urbano basado en el desarrollo coherente, en el que los individuos asuman su papel de ciudadanos y se impliquen en la definición del espacio común y en la mejora de su calidad de vida en él.
Ana-Maria Cononovici, 19.07.2022, 13:20
Funky Citizens es un lugar de encuentro de ciudadanos que no se resignan ante el statu quo, sino que entienden cuál es su papel en la democracia, de modo que sacan su músculo más cívico y participan con frecuencia en los procesos de toma de decisiones. Las armas más potentes de la organización son las iniciativas que hacen un uso inteligente de la tecnología, la incidencia política y la comunicación basadas en datos, así como la educación cívica. Esta es la carta de presentación de una ONG rumana que cuenta con una larga trayectoria de apoyo a ciudadanos que sueñan con un espacio urbano basado en el desarrollo coherente, en el que los individuos asuman su papel de ciudadanos y se impliquen en la definición del espacio común y en la mejora de su calidad de vida en él.
Elena Calistru, miembro del Comité Económico y Social Europeo (CESE), presidenta y cofundadora de la organización, nos ha contado de dónde surgió la idea de crear esta organización:
«En 2011 o 2012 nos dimos cuenta de que Rumanía no cuenta con un movimiento o una organización que haga de los movimientos cívicos algo deseable para los ciudadanos, sobre todo en ámbitos que son más difíciles de entender. Empezamos con un proyecto de supervisión del gasto de dinero público, de los presupuestos generales, de hecho, que tratamos de traducir al lenguaje de los ciudadanos. Partimos de la base de que a la gente le gustaría participar en la vida pública, pero que, muy a menudo, la información resulta muy difícil de digerir y hace falta realizar un esfuerzo extra para explicar algunos aspectos básicos: cómo funciona la legislación y cómo funcionan las instituciones. De esta forma nació Funky Citizens.»
Le he preguntado a Elena Calistru si le ha resultado fácil conseguir adhesiones:
«Obviamente, no ha habido un tsunami de ciudadanos que quieran implicarse, y nosotros, como organización, tampoco creemos que vayamos a conseguir que millones de personas se pongan a ver qué pasa con los presupuestos municipales. Aun así, creemos que es importante involucrarnos, sobre todo tras ver las reacciones que ha habido desde el 2012, cuando empezamos a trabajar, hasta ahora. Considero que hay un aumento de gente interesada en lo que pasa tanto a escala nacional como local y, si nos fijamos el número de personas implicadas en nuestras actuaciones, que donan dinero o que leen los análisis que elaboramos, vemos que este crece constantemente.»
¿Cómo puede participar un ciudadano en la vida pública?
«La mayoría de las veces, el primer paso es informarse. Sé que es un cliché, pero es así. La información significa poder, acceder a la información es más fácil hoy en día debido a Internet y a que podemos averiguar, haciendo un solo clic, cómo ponernos en contacto con nuestro diputado o alcalde. Aun así, a los ciudadanos les decimos que el compromiso cívico es como el deporte. Uno se puede implicar a varios niveles: lo ideal es hacer al menos treinta minutos de ejercicio todos los días. En términos de participación ciudadana activa, esto significa, al menos, examinar de vez en cuando qué ha hecho el alcalde, el parlamentario o el Gobierno y estar informados sobre lo que está sucediendo. Obviamente, también ir a votar. Luego, como ocurre con el deporte, existe la opción de hacer ejercicio semanalmente: practicamos un deporte, vamos en bicicleta… Desde el punto de vista de la participación ciudadana, esto significaría que de vez en cuando hacemos una petición cuando tenemos un problema, por ejemplo, en nuestra calle, o que escribimos a nuestros parlamentarios cuando se trata de un tema de interés. El tercer nivel, correspondiente a un atleta profesional, puede ser equivalente a correr una maratón. Así, en el caso de la participación ciudadana, puede significar formar parte de una organización cívica y, por ejemplo, interponer recursos a los presupuestos municipales. Tenemos derecho a hacerlo como ciudadanos.»
El número de implicados en los proyectos de Funky Citizens varía de una época a otra, según nuestra interlocutora, y llegan a ser miles de voluntarios durante las elecciones. Elena Calistru, miembro del Comité Económico y Social Europeo (CESE), presidenta y cofundadora, nos informa de las últimas iniciativas:
«En los próximos años nos enfrentamos a dos grandes retos: el primero es aumentar nuestra presencia a escala municipal. Es un ámbito en la que ya estamos trabajando. Comenzamos el año pasado: tratamos de acudir a las comunidades locales, realizando formaciones sobre cómo elaborar presupuestos municipales, cómo involucrarnos como ciudadanos en este sentido, formaciones sobre educación cívica, pero también trabajando en asociación con periodistas. El segundo reto tiene que ver con nuestra presencia en Bruselas, dentro y fuera del CESE. Nuestra organización lleva años trabajando en proyectos internacionales, sobre todo en la región central y del este. Además, desde el año pasado soy miembro del Comité e intento que la voz de más organizaciones rumanas esté más presente en el ámbito de las instituciones europeas.»
Con independencia de que se trate de fondos europeos o a escala nacional o municipal, cuando se analiza la eficacia del gasto público en Rumanía, el aspecto común que se observa es la falta de impacto. Los motivos principales son la ausencia de mecanismos que determinen las necesidades de desarrollo a largo plazo, la priorización de las necesidades de financiación basada en factores políticos y no en datos reales, y el despilfarro de dinero público por corrupción, fraude o mala gestión.
Versión en español: Víctor Peña Irles