Formas de bailar con el desgaste profesional
Siguen llevando el mismo ritmo de vida que todo el mundo. Disfrutan de la vida con los mismos retos que todos enfrentamos. Pero con un grado extra de sensibilidad, las tres mujeres de las que hablamos hoy pensaron en explorar el desgaste profesional de otra forma y encontrar soluciones alternativas para interrumpirlo o incluso ponerle fin.
Ana-Maria Cononovici, 24.01.2023, 14:19
Siguen llevando el mismo ritmo de vida que todo el mundo. Disfrutan de la vida con los mismos retos que todos enfrentamos. Pero con un grado extra de sensibilidad, las tres mujeres de las que hablamos hoy pensaron en explorar el desgaste profesional de otra forma y encontrar soluciones alternativas para interrumpirlo o incluso ponerle fin.
El resultado ha sido la creación de varias residencias de exploración de este fenómeno, varias actuaciones y numerosas experiencias inolvidables que han seguido. Vamos a entrar en detalle sobre este tema: la coreógrafa Andreea Novac es iniciadora del proyecto artístico denominado “Burnout (“Desgaste profesional):
«Este proyecto nació de una necesidad o de una realidad que estaba enfrentando el año pasado. He tenido años bastante agotadores. Y el año pasado estaba en un momento en que, aunque sabía que tenía que continuar de alguna manera haciendo lo mismo, sentía que ya no tenía los recursos necesarios. Entonces escribí este proyecto sobre el desgaste profesional. Y hay también otra cosa importante: las personas de mi alrededor o de mi círculo más o menos cercano decían lo mismo. Sobre todo, las de mi círculo profesional. Cada vez que preguntaba cómo se sentían, decían que estaban agotadas. Decían que ya no podían más, que ya no sabían, que ya no querían. Y escribí este proyecto que presenté en la AFCN (nota del redactor: Administración del Fondo Cultural Nacional) y obtuvo financiación, y quise enfocar el desgaste profesional desde varias perspectivas, es decir, no solo la artística. Quería entender el desgaste profesional en un ámbito un poco más amplio, en un contexto social, entender cómo nace, por qué no podemos descansar, por ejemplo, o por qué no nos dejamos descansar. Quise entender los efectos del desgaste profesional en mi caso, y estoy hablando de los efectos psicológicos. Y también deseé conocer los efectos físicos, porque el desgaste profesional no tiene únicamente efectos mentales, sino también físicos. Es decir que hay cambios en el cuerpo. Y ese fue el punto de partida. Después la idea se desarrolló en tres líneas distintas, porque somos tres artistas que se han implicado».
Hemos hablado también con Alina Uşurelu, artista visual e intérprete. Ella nos ha contado su experiencia en este proyecto:
«El proyecto Burnout fue iniciado por la coreógrafa Andreea Novac, quien nos invitó el año pasado a mí y a Irina Marinescu a colaborar cada una con un investigador y especialista que enfocaba el fenómeno del desgaste profesional de formas diferentes. Cada una tuvo un período de residencia en una ciudad de Rumanía. El mío fue en Cluj. Investigué el fenómeno del desgaste profesional en la Casa Tranzit de Cluj, junto con Roxana, que es médica, y también enfocamos este fenómeno desde la perspectiva de los últimos tres años de pandemia y guerra. Así, de alguna manera, todo este flujo de información muy fuerte nos afectó a nivel emocional y nos introdujo, sin quererlo necesariamente, en un exceso de información. Para mí fue una experiencia que me ayudó a ver que, como operador cultural y artista, por entusiasmo, entraba en muchos procesos a la vez y al final me agotaba. Y fue una experiencia muy importante autorregularme en todo este contexto. Nuestra sociedad nos obliga a asumir muchísimos papeles y ya no somos capaces de filtrar los papeles que deseamos, y esto nos impide discernir si podemos cumplir el papel procedente del exterior. Quisiera continuar este proyecto. Ya he tenido la experiencia de algunos lugares totalmente distintos cerca de Cluj. También lo presentamos en el AREAL (nota del redactor: espacio coreográfico situado en el centro de Bucarest) y en la Galería Suprainfinit, en el escaparate, lo que fue una experiencia muy interesante. Y mi intención es la de colocarlo en lugares tan variados y desafiantes como sea posible para mí y el público».
Irina Marinescu, coreógrafa e intérprete, ha añadido lo siguiente:
«Para mí, ha sido un proyecto muy revelador, y que también me ha dado muchas líneas de trabajo. Estoy trabajando también de forma personal, para no volver a sentirme agotada, porque nosotras tres iniciamos este proyecto basándonos en una voluntad y una necesidad sincera de ver algo que nos afectaba con regularidad, y no solo a nosotras. Es algo relevante en el caso de muchísimas personas procedentes de varios ámbitos. Para mí fue también un remedio personal. Y sigue siendo un tema en el que estoy trabajando. Desde el año pasado, después de una residencia, me quedé con dos líneas de investigación. Son talleres de baile de recuperación tras el desgaste profesional y una forma de traer la información que tengo al contexto de la formación que sigo en el ámbito del baile y la terapia. Quiero invertir tiempo en la actuación y en el trabajo en progreso que hice el año pasado para llevarlos a más lugares. Hubo dos partes: la que se centró en el desgaste profesional y su efecto, y otra de recuperación. La residencia estuvo cerca de Cheile Nerei. Mis compañeras y yo vimos lo que significaba el descanso, la recuperación, y en este caso, la actuación fue en medio de la naturaleza, o más bien, en lugares públicos. Tanto en Socolari como en Bucarest trabajé en la idea de alivio, de relajación y de canción de cuna. Descubrí la riqueza de la canción de cuna. Pensé que la actuación tenía un gran potencial en otro lugar que el escénico. Esto crea otro tipo de conexión, sobre todo porque me gusta usar instalaciones escénicas en las que estén implicadas personas. En este caso, una canción de cuna o un hilo que todos los participantes en un espectáculo tienen en la mano reúnen a las personas. También pensé que traía un acto simbólico, en contra de la cultura multitarea en la que nos encontrábamos más o menos voluntariamente».
Entre las conclusiones normales de las investigaciones cabe mencionar la importancia de darnos tiempo, al menos 10 minutos al comienzo del día o de vez en cuando durante el día, no para hacer nada en especial, sino simplemente para conectar con nuestro propio cuerpo, conocer las necesidades que tenemos ese día y saber a lo que podemos renunciar, aunque parezca imposible.
Autora: Ana-Maria Cononovici
Traducción al español: Monica Tarău