“El octágono confesional”
Ocho lugares de culto ubicados en un área de ocho kilómetros cuadrados, en la parte antigua de la ciudad de Constanza, en la orilla del mar Negro, hablan de la historia milenaria de la convivencia entre varias etnias y confesiones religiosas en estas tierras. Valentin Coman, guía de turismo, nos ha contado la historia de estos monumentos:
Ana-Maria Cononovici, 31.01.2023, 12:14
Ocho lugares de culto ubicados en un área de ocho kilómetros cuadrados, en la parte antigua de la ciudad de Constanza, en la orilla del mar Negro, hablan de la historia milenaria de la convivencia entre varias etnias y confesiones religiosas en estas tierras. Valentin Coman, guía de turismo, nos ha contado la historia de estos monumentos:
«Básicamente, este octágono cuenta la historia de la ciudad de Constanza desde que el sultán decidió construir una línea ferroviaria (nota de la redactora: 1860), y una aldea de pescadores y de pastores se convirtió en una comunidad exuberante, optimista y que confiaba en el futuro. De esta forma, en Constanza nacieron las comunidades griega, armenia y judía. Posteriormente, después de la Guerra de Independencia y la llegada de la administración rumana, aumentó también la comunidad rumana de forma natural y, evidentemente, cada una de las comunidades ya mencionadas tenía, antes que nada, su lugar de culto. Los más antiguos son la Iglesia griega Metamorfosis, construida a mediados del siglo 19, durante la época de un sultán muy tolerante. Por lo demás, también se dice que el lugar donde se construyó esta iglesia, es decir, un lugar de culto cristiano, fue cedido por el sultán Abdul-Aziz (nota de la redactora: el 32º sultán del Imperio Otomano). La mezquita Hunkiar data más o menos de la misma época y es el lugar de culto musulmán más antiguo de Constanza. Sin embargo, también hay una historia detrás de esa historia, ya que fue construida en el lugar de una mezquita aún más antigua, con una historia aún más antigua».
Continuando con la secuencia de los hechos, Valentin Coman añade lo siguiente:
«La mayoría de los demás lugares de culto que hay actualmente en la parte antigua de la ciudad, en aquella Constanza linda, colorida, diversa, cosmopolita, creada entre 1860 y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, pertenecen a las comunidades que echaron raíces en aquella época. La comunidad búlgara que, desgraciadamente, la historia decidió que la perdiéramos cuando intervino un tratado entre el Estado rumano y el búlgaro, el Tratado de Craiova, relacionado con una historia más antigua del Cuadrilátero, cuando casi toda la comunidad búlgara se fue de Dobrogea. Tenemos la Sinagoga Grande, que todavía existe, pero que está gravemente afectada y probablemente está en esta situación porque la hermosa comunidad judía de comerciantes de Constanza ha sido cada vez más pequeña, y los malos tiempos de la Segunda Guerra Mundial la afectaron aún más. Las casi 40-50 personas que forman actualmente la comunidad judía ya no han tenido la fuerza de cuidar de su lugar de culto, el segundo en la ciudad, porque la Sinagoga Grande, a pesar de estar tan afectada, cuenta la historia de una sinagoga aún más antigua, la Sinagoga Asquenazí, cuyo lugar ya no se ocupó a pesar de haber desaparecido, sino que se dejó así como recuerdo, al lado de la Sinagoga Grande.
Tenemos asimismo la Iglesia Armenia, que también cuenta una historia, porque la iglesia actual es la antigua escuela armenia. La iglesia de esta linda comunidad de comerciantes, que también dejó algunos edificios maravillosos, entre los que cabe recordar la Casa con Leones, probablemente el tercer edificio patrimonial más hermoso y más representativo de Constanza. Esta comunidad tuvo una pequeña iglesia de madera, destruida en un incendio devastador. Y entonces la comunidad decidió convertir la mitad de la escuela en iglesia. Se añadió un campanario de piedra pequeño y lindo, y empezó a tener esta misión espiritual».
Y todavía hay más historias porque, como ha afirmado nuestro interlocutor, debajo de estos edificios están las antiguas basílicas de la ciudad de Tomis. Nuevamente ante los micrófonos, Valentin Coman:
«Probablemente, aquí, en Constanza, tenemos dos de los lugares de culto más imponentes. Se trata de la Catedral de San Pedro y Pablo, el primer lugar de culto ortodoxo en lengua rumana, construido alrededor de finales del siglo 19, que también tiene una historia impresionante y que consiguió hacer frente a los malos tiempos de las guerras, llegando incluso a verse gravemente dañado durante un bombardeo. Pero tenemos también la Mezquita de Carlos I, la única mezquita conocida que lleva el nombre de un cristiano, el rey Carlos I. Por lo demás, es también conocida como la Mezquita del Rey, por un gesto que entonces, en la época real, el rey Carlos I tuvo con la población de Dobrogea, al recordar que aquí todos somos ciudadanos, hermanos, iguales, tolerantes, comprensivos con los demás, y más bien interesados en convivir alegremente que en separarnos. La mezquita es el primer edificio de hormigón armado construido en Rumanía a petición del rey y representa un regalo a la comunidad musulmana en Dobrogea. Por lo demás, es el lugar de culto que siempre se ha podido visitar. Hay que hablar asimismo de la maravillosa iglesia católica, la Catedral Católica Romana de San Antonio de Padua, también construida en el lugar de una iglesia católica más antigua. Porque, como decía, alrededor de 1860, aquí llegaron los británicos que empezaron a construir una línea ferroviaria entre Constanza y Medgidia, y después la alargaron hasta Cernavodă. Esta catedral católica se construyó con mucho esfuerzo, con muchísimas donaciones. Pero, aun así, tiene una historia hermosa. Durante la Segunda Guerra Mundial este edificio fue considerado muy sólido y bello, y tan protector que las tropas soviéticas que conquistaron la ciudad decidieron usarlo como almacén de municiones. Hoy es una linda catedral que continúa su misión espiritual».
Cuentos encantadores sobre la historia, sobre la convivencia pacífica, cuentos empapados del olor salado del mar Negro.
Autora: Ana-Maria Cononovici
Traducción al español: Monica Tarău