De nuevo en la calle de Mătăsari
Un gato dibujado en una camisa, arañando con determinación un disco, bajo el lema «¡Cuando el gato no está!». Otra camisa llevaba impreso el eslogan «¡Brilla como el sol!» Y, obviamente, tampoco faltaba el impulso «¡Sueña a lo grande!», pintado en una camisa.
Ana-Maria Cononovici, 06.06.2023, 13:02
Un gato dibujado en una camisa, arañando con determinación un disco, bajo el lema «¡Cuando el gato no está!». Otra camisa llevaba impreso el eslogan «¡Brilla como el sol!» Y, obviamente, tampoco faltaba el impulso «¡Sueña a lo grande!», pintado en una camisa.
El helado artesanal, el algodón de azúcar en colores, los platos indios y asiáticos, las hamburguesas, las bebidas preparadas en casa o los cócteles, pero también el prosecco no faltaron, como siempre, el último fin de semana del mes de mayo, en la calle de Mătăsari. Una calle que lleva 11 años dando el pistoletazo de salida a los eventos veraniegos en Bucarest, cambiando el significado que tenía hace tres décadas, cuando era una zona de narcotráfico y prostitución. Por ello, el sintagma «Mujeres en la calle de Mătăsari» cambió de sentido gracias a todo un festival urbano, inventado hace una década. Desde las primeras ediciones de esta manifestación que ha transformado radicalmente este lugar, en los patios de la gente que vive en la calle de Mătăsari se han celebrado talleres de pintura, costura y joyas hechas a mano, se han habilitado espacios para anticuarios y para conferencias.
Gente alegre y numerosa, afrontando el tiempo típico del mes de mayo, cuando unas veces llueve, otras veces sale el sol o sopla el viento, y participantes nuevos o ya habituales, que aportan colorido al lugar.
Para empezar, hablamos con Marius Chirca, vicepresidente de la Asociación Kola Kariola, una asociación que se encarga de intermediar adopciones de perros, siendo estos una presencia casi permanente en el Festival:
«Llevamos varios años faltando a los eventos. La pandemia no nos dejó participar. Veníamos, ante todo, no para recaudar fondos, sino para socializar con la gente que nos apoya en línea, porque tenemos más de 400 000 seguidores, y participábamos en cada evento de este tipo para coincidir con los que vivían cerca, los de Bucarest, del distrito de Ilfov; hubo gente que hasta vino desde fuera de la capital a vernos, para charlar de determinados casos. Porque en Facebook, en Instagram, donde estamos promocionando nuestra actividad, no podemos colgar absolutamente todo. También traemos material promocional, tenemos, igualmente, perros que pueden ser adoptados. Estamos trabajando, no tenemos fin de semana, no tenemos día libre, porque, cuando hay animales de por medio, no puedes cerrar e irte, y para nosotros es una oportunidad para salir, estar al aire libre, divertirnos, reír y bromear de vez en cuando, pues, por lo demás, en nuestra actividad predominan la tristeza, el dolor. ¡Esto es lo que vemos! Ya hemos recabado los datos de contacto de algunas personas que quieren adoptar, mañana traeremos otros perritos para publicitarlos y si al menos al cabo de dos días de estar aquí encontramos un nuevo hogar para un perro, esto significa que nuestra presencia aquí no ha sido en vano».
Ilinca Andrei estaba en el Festival detrás de una caseta con brazaletes que llevaban mensajes escritos con el código morse y nos contó:
«Tenemos una marca que produce brazaletes, cada brazalete lleva una palabra escrita con el código morse y en la cartulina que acompaña el brazalete tenemos esa palabra tanto en el lenguaje que empleamos nosotros, como su transcripción utilizando el código morse, con rayas y puntos. La idea surgió del deseo de tener un brazalete con un mensaje personalizado, pero que, al mismo tiempo, no fuera comprendido por todos los que lo vieran, que lo entendiera únicamente la persona que llevase ese brazalete. He explorado varias posibilidades y el código morse me ha parecido la versión más ingeniosa para codificar un mensaje, sobre todo en un brazalete. Entre los mensajes que nuestros clientes más buscan parecen estar los relacionados con la familia, como “madre”, “padre”, “hermano”, “hermana”, ¡pero también tenemos palabras en inglés, que la gente se rifa, como “love” (“amor”), “hug” (“abrazo”), “hope” (“esperanza”), “faith” (“fe”), que se han vendido muy bien!»
Mujeres y hombres en zancos apenas lograban abrirse paso por la calle abarrotada, los niños estaban probando una diversión algo inusual, la de meterse en un círculo y quedar «encerrados» por unos instantes en una burbuja de jabón. Otra diversión infantil que descubrimos fue un taller para hacer velas. Ahí hablamos con Andreea Şerpe, que estaba en una caseta inédita, llena de velas en forma de pastel. Formas y colores, todos de lo más atractivos, te hacían creer que te encontrabas más bien en una pastelería:
«Yo hago velas de cera de soja, en forma de dulces. Tenemos todo tipo de velas propiamente dichas, en tarros, cera fundida para pequeñas lámparas de aromaterapia, utilizamos perfumes e ingredientes lo más naturales posible. También organizamos talleres para niños, tenemos macetas que ellos pueden adornar con flores, con todo tipo de fruta, trocitos de chocolate, caramelos (nota de la redacción: de cera), utilizamos cera fría, para que no se quemen y para que todo sea seguro. Tuvimos dos o tres niños que hasta mordieron unos macarons y se cabrearon mucho, se echaron a llorar, a pesar de decirles que no eran comestibles, no pude hacerme entender, pero fueron simpáticos».
Cezar Proca participaba en el Festival con productos naturales de uso externo e interno, pero también con adornos inspirados en la naturaleza, que nos presentó:
«A «Mujeres en la calle de Mătăsari« he traído ante todo productos para cuidar el cutis, orgánicos, terapéuticos, aceites obtenidos mediante el prensado conjunto, en frío, de semillas y plantas medicinales bio. Se obtiene gota a gota, es un producto medicinal para la piel. También tenemos terrarios con plantas, adornos de madera con terrarios con plantas, adornos de madera y cerámica, y cerámica pintada a mano. El digestivo y el bíter son plantas maceradas en aguardiente de Satu Mare; los tés de plantas prensadas, de un medallón se obtienen dos litros de té. El digestivo nos ayuda a calmar el sistema nervioso gracias a la menta y al toronjil que contiene, también sirve para la digestión, después de la cena, nos desinfecta la boca y, además, nos hace descansar bien. Y el bíter es la receta de la doctora ingeniera Iuliana Barbu, de la Farmacia de la naturaleza, una receta sometida a prueba durante más de 20 años».
A partir de las 18:00 h, la calle se llenó de vida, como cada año, con música en vivo, y los espectadores experimentaron plenamente la alegría, a pesar de la lluvia que este año ha elegido hacerse notar, de vez en cuando, en el Festival «Mujeres en la calle de Mătăsari».