Campamentos contra el acoso escolar
Han llegado las vacaciones, en tren desde Francia era una rima muy conocida cuando éramos niños.
Ana-Maria Cononovici, 25.06.2024, 14:03
Han llegado las vacaciones, en tren desde Francia era una rima muy conocida cuando éramos niños. Y al mismo tiempo, no se trataba de acoso, ni mucho menos de organizar campamentos para trabajar en la solución de este fenómeno, que finalmente se aceptó.
Eliza Vlădescu, responsable de comunicación de la Asociación Zi de bine, nos habla sobre la novedad de estos campamentos:
«La idea no es realmente nueva. Nosotros, el primer campamento contra el acoso escolar, lo organizamos en 2022. El campamento de este verano será prácticamente el 4º campamento contra el acoso escolar y decidimos volver a él. El año pasado nos tomamos un pequeño descanso de este tipo de campamento y fuimos a otro de nutrición, y este verano decidimos repetir ambos, porque vimos que la necesidad es muy alta, después de ambos campamentos, recibimos muchas solicitudes de parte de los padres con preguntas si todavía lo estamos haciendo, cuándo y cómo lo haremos, y si ya estamos anunciándolos o pensando en hacer más».
¿En qué consiste un campamento contra el acoso escolar? Eliza Vlădescu, responsable de comunicación de la Asociación Zi de bine:
«Lo hemos diseñado de esta manera: el acoso está muy presente en las escuelas, pero no es necesariamente un problema que esté relacionado exclusivamente con la escuela. El acoso tiene que ver con el comportamiento de una persona y no es un rasgo de personalidad. Esto es lo que acabamos haciendo cuando nosotros mismos hemos sido víctimas y no hemos visto otra salida que convertirnos nosotros mismos en agresores. Hay dos ambientes definitorios para niños y adolescentes: la escuela y también el hogar. La escuela y el entorno familiar son como dos vasos comunicantes y siempre puede desbordarse de uno al otro, dependiendo de dónde surjan estas relaciones disfuncionales, invalidando la comunicación, etcétera. Por eso, cuando pensamos en el campamento contra el acoso escolar, que es para niños, dijimos que era obligatorio sentar a la mesa a los padres y a los profesores, porque lo que el niño acaba haciendo en casa o en el colegio no es más que el síntoma de un sistema relacional disfuncional. Y el acoso no es un problema que puedas dejar sobre los hombros del niño, para que lo resuelva por sí mismo, aunque, por supuesto, intentas empoderarlo allí donde esté. Pero los padres y los profesores son responsables de los niños y son ellos los que pueden ser parte del problema. Todos conocemos situaciones en las que las enfermedades se inician en casa o vienen de profesores a alumnos como un verdadero abuso de poder. Pero al mismo tiempo, los padres y los profesores pueden ser parte de la solución. Y eso es lo que hacemos en el campamento. Traemos parejas de padres e hijos, 30 parejas de padres e hijos y unos 15 o 20 profesores y maestros de primaria y secundaria y trabajamos en estos tres grupos de forma independiente. No se cruzan, la intersección es mínima entre las actividades. Cada grupo está dirigido por un equipo de psicoterapeutas y trabaja por edades y sobre los problemas y las necesidades del grupo, por separado».
Le preguntamos a Eliza Vlădescu si sucede que, durante los campamentos, los participantes descubren que, tal vez, ciertos comportamientos que se consideraban normales en casa son en realidad de acoso o que se consideraban tradicionales en las escuelas, son de acoso, sin que el adulto que los practica sea consciente de ello:
«Hubo muchos momentos en los que nos hemos dado cuenta de los patrones de comunicación entre padres e hijos, entre profesores e incluso entre padres y profesores. Esto de echarse la culpa, de echarle el muerte a la otra parte. Hubo algunos momentos de conciencia que no fueron nada fáciles. No es el campamento contra el acoso escolar más fácil que hacemos, porque implica mucha vulnerabilidad y me he dado cuenta de que cuando salimos del papel de adultos, del papel de padre y profesor, también somos como los niños que necesitan orientación, que realmente necesitan hablar con alguien que está pasando por una situación similar y recibir retroalimentación y ayuda y algo más técnicas con las que pueden llegar a casa y a la escuela y ponerlas en práctica y resolver una situación. Y efectivamente, todos venimos al campamento con algunos miedos, tanto niños como adultos, este miedo a la vulnerabilidad y a la apertura a los extraños, pero, al final, les digo que ya no saben ni cómo estar de pie».
Eliza Vlădescu añade:
«Lo que me gustaría señalar es que puedes salir de una situación en la que, por alguna razón, te has convertido en víctima en algún momento. Hay niños que llegaron al campamento desde las tres perspectivas, como testigos, como víctimas y como agresores. Y tuve hijos agresores que entendieron por qué terminaron acosando. Los padres que entendieron por qué sus hijos terminaron acosando y que encontraron otras formas de afrontar los comentarios, las respuestas, las situaciones, encontraron en ellos resiliencia y el deseo de hacer el bien. Salí de allí con niños que desde su posición de acosadores querían ser voluntarios, para ayudar y contribuir a resolver este problema para otros niños como ellos».
No creo que haya nada más que decir, excepto ¡Bonitas vacaciones para todos!
Versión en español: Mihaela Stoian