Alpinismo a ciegas
Su primer contacto con la montaña fue hace sólo cinco años junto con un amigo de Cluj.
Ana-Maria Cononovici, 28.11.2023, 12:16
Su primer contacto con la montaña fue hace sólo cinco años junto con un amigo de Cluj. Luego continuó con sus compañeros de la universidad de Cluj. El año pasado fue galardonado por el Club Alpino Rumano con el Trofeo Zsolt Torok por haber conquistado las cimas del Elbrus, el Kilimanjaro y el Mont Blanc. Es Alexandru Benchea, un joven ciego que aspira a escalar la ruta de las Siete Cumbres de las que ya ha escalado tres. Así que le quedan cuatro cumbres por escalar: el Everest, el McKinley, el Monte Vinson y el Pico Carstenzs.
Alexandru Benchea nos contó cómo empezó su historia de montaña:
«Mi primer contacto con la montaña fue hace cinco años gracias a un amigo, un mentor de Cluj, con quien subí a la montaña por primera vez. Él me animó y me enseñó lo que significa la montaña. Lo que me impulsó fue precisamente el hecho de que confiara en mí, en que lo conseguiría. Aún recuerdo un tramo de aquella excursión: nos sorprendió la lluvia, dormimos en un refugio, bajamos, fue una experiencia muy profunda para mí. Desencadenó mi pasión por la montaña. Después de eso, seguí yendo a la montaña con compañeros de la universidad y con profesores porque daba clases de geografía en Cluj. Así descubrí la Asociación Club Deportivo Climb Again con la que conseguí llevar a cabo las excursiones. Gracias a ellos lo conseguí. Me dieron todo el apoyo que necesitaba, tanto financiero como logístico».
Las cimas del Mont Blanc (4805 metros) y del Cervino (4478 metros) requieren una técnicamadura, un equipamiento mixto de alto rendimiento y una buena resistencia física. Alexandru Benchea empezó con cautela:
«Aprendí a caminar por la montaña poco a poco. No fue fácil desde el principio. Cuando empecé a dar mis primeras vueltas no sabía cómo utilizar los bastones de seguimiento. Aprendí a utilizarlos antes del Mont Blanc y eso me ayudó mucho. Mucha gente me pregunta cómo me manejo en la montaña, cómo me oriento. Si el camino es más empinado, camino al lado del guía, le cojo por el brazo y con la otra mano sondeo el terreno con el bastón de seguimiento. Ya es un automatismo: primero pongo el bastón para asegurarme de que es un sendero estable y luego pongo el pie en el suelo. Si el camino es estrecho, voy detrás del guía, me agarro a su mochila y con la otra mano uso el bastón para equilibrarme. En los glaciares, el guía camina delante de mí, unos 2-3 metros, vamos atados a una cuerda y, en este caso, uso los dos bastones para delimitar el camino y seguir la senda».
Conocido como el «alpinista de ojos blancos», Alexandru Benchea explicó a Radio Rumanía cómo se entrena:
«Depende del objetivo. Si se trata de una alta montaña, el entrenamiento principal se estructura en sesiones de cardio, correr, varias subidas a la montaña y pruebas de subir escaleras. También hice natación durante un tiempo, eso ayuda mucho al cardio. Si hay exigencias más técnicas, me entreno mucho en el gimnasio de escalada, en la pared artificial. La escalada me hace trabajar todo el cuerpo. La parte cardiovascular es igualmente importante porque las montañas tienen terreno mixto: escalada y senderismo».
¿Qué siente cuando alcanza las cumbres con las que tanto ha soñado? Alexandru Benchea:
«Principalmente, alegría y satisfacción. Es algo muy profundo, muy interior, algo humano. No es como ganar la lotería ni nada parecido. Es algo que permanece ahí dentro todo el tiempo. Es la satisfacción de haber conseguido gran parte de mi objetivo porque también está el descenso. Sin embargo, estoy muy contento de haber subido y pienso en el momento de volver al país o entre la gente para compartir mi experiencia con ellos».
Con una voluntad extraordinaria, Alexandru Benchea ha dedicado su vida a este objetivo: escalar, superar los límites físicos y mentales, alcanzar las cumbres más altas del planeta. Privado desde su nacimiento del sentido de la vista, lo ha compensado desarrollando sus demás órganos sensoriales para poder desenvolverse como cualquiera de nosotros, los que tenemos todos los sentidos. Para él la palabra imposible no existe.
Versión en español: Victoria Sepciu