Ucrania, tres años de guerra
La guerra en Ucrania, que Rusia estimó que duraría 30 días, entró en su tercer año el 24 de febrero.
Corina Cristea, 01.03.2024, 16:01
La guerra en Ucrania, que Rusia estimó que duraría 30 días, entró en su tercer año el 24 de febrero. Las pérdidas humanas y materiales son enormes, al igual que las implicaciones geoestratégicas. Kiev admite que la situación es extremadamente difícil para sus fuerzas: las bajas se multiplican en medio de la escasez de municiones, armas y tropas, y la ayuda financiera estadounidense solicitada por el presidente demócrata Joe Biden, pero bloqueada por los republicanos, se retrasa y puede que nunca llegue. Tanto más cuanto que la perspectiva del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca se hace más plausible con cada victoria en la contienda interna republicana por la nominación presidencial.
¿Cómo se presenta el panorama en el frente ucraniano? Lo dibujó en Radio Rumanía el profesor Stefan Popescu, doctor en historia de las relaciones internacionales contemporáneas por la Sorbona:
«La guerra en Ucrania se ha convertido en una guerra de desgaste, una guerra de posiciones, una guerra que consume hombres, material, municiones. Las bajas civiles y militares en ambos bandos se cuentan por cientos de miles, los vehículos blindados se destruyen por miles, los proyectiles se disparan por millones: una guerra como la que Europa vivió en la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Ucrania está cortada por una línea de frente de más de 1000 km y, junto con Crimea, el ejército ruso ocupa casi el 20 % del territorio ucraniano. Pero para ganar una guerra de desgaste, ¿qué necesitamos? Necesitamos más combatientes, cientos de miles de combatientes, equipamiento, munición. Rusia tiene ventaja, pero ¿qué ventaja? Tiene profundidad estratégica: tiene de cuatro a cinco veces más habitantes que Ucrania, fábricas de armas que están lejos de la línea del frente y, por desgracia, Rusia también se beneficia del apoyo militar de sus aliados: China, Irán y Corea del Norte. Este año, creo que Ucrania se encuentra en gran medida, no diría que sobreviviendo pero, en cualquier caso, en un momento crucial de su historia, en el que, si bien los europeos están dispuestos a ayudar, estos aún carecen de la capacidad de Estados Unidos, que en este momento se encuentra en el fuego cruzado entre los demócratas y la mayoría republicana en la Cámara de Representantes».
Sin embargo, tras dos años de enfrentamiento militar y en el difícil contexto actual, Ucrania resiste. «Ucrania lo logrará», afirma el líder de Kiev, Volodimir Zelensky, como en 2022. Cuenta con el firme apoyo de la UE y la OTAN y con la determinación de los ucranianos de no dejarse vencer en esta confrontación injusta. «Más que nunca, apoyamos firmemente a Ucrania: financiera, económica, militar y moralmente. Hasta que el país sea finalmente libre», declaró la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en Kiev, donde alabó la «extraordinaria resistencia del pueblo ucraniano».
Al término de una cumbre del G7 por videoconferencia, celebrada el 24 de febrero, los dirigentes de los siete países más desarrollados prometieron apoyar a Ucrania todo el tiempo que fuera necesario y buscar la manera de hacer pagar a Rusia los daños causados por la invasión. ¿Cuánto tiempo resistirán los rusos a esta guerra iniciada por Vladimir Putin? Porque sin estar en primera línea, la población rusa ya está sintiendo las consecuencias de las sanciones de la UE, que ya van por su decimotercer paquete. Además, el conflicto se ha cobrado muchas bajas en el ejército ruso. De nuevo, el profesor Stefan Popescu:
«Vemos que los rusos son un pueblo acostumbrado a absorber choques muy grandes a lo largo de la historia, lo vimos en la Primera Guerra Mundial y todo el desorden que siguió, la guerra civil que atravesó todo el espacio imperial, luego la Segunda Guerra Mundial. En segundo lugar, es un pueblo que escucha mucho a la figura paterna, a los padres, si se me permite el término. Al mismo tiempo, hay que mencionar que Vladimir Putin no reclutó en las zonas urbanas, yo diría, en los escaparates de la Federación Rusa, particularmente en Moscú, San Petersburgo, sino en las zonas periféricas, en la Rusia profunda, donde también se generó una economía real de esta guerra, que llevó a un aumento del nivel de vida, en el sentido de que dio mucho dinero a las familias, pagó generosamente a los que reclutó. Entonces, desde ese punto de vista, creo que Rusia puede hacer una guerra, por lo menos este año, 2024, a ver qué pasa y con las elecciones norteamericanas, la instalación, tal vez, de otra administración, no creo que se pueda cuestionar. La industria armamentística, también, creo que ha sido infravalorada por nosotros, por los analistas. Rusia, produzca lo que produzca, consigue eludir las sanciones occidentales a través de China, a través de Turquía. Y Rusia también se ha beneficiado de la actitud ambigua de varios países, como India, Turquía, los países del Cáucaso y Asia Central, que han permitido la difusión de los productos rusos y el comercio incluso con Occidente, indirectamente, a través de estos países».
¿Qué aprende Europa de este conflicto? Que tiene que hacer más por su defensa: poner al día sus industrias de defensa –en el sentido de producir más–, financiar más sus organismos militares para estar preparada para defender sus intereses y, en caso necesario, poder recurrir a su gran aliado estadounidense. Lejos de estar resuelta, la guerra de Ucrania es una guerra de alto riesgo: está en juego la credibilidad del mundo occidental, afirma el profesor Stefan Popescu.
Versión en español: Antonio Madrid