Rumanía y la transición hacia una energía limpia
La Organización Mundial de la Salud estima que la contaminación del aire mata a más de siete millones de personas anualmente a nivel mundial y es una de las principales causas de enfermedad y absentismo en el lugar del trabajo.
Corina Cristea, 10.09.2021, 15:33
La Organización Mundial de la Salud estima que la contaminación del aire mata a más de siete millones de personas anualmente a nivel mundial y es una de las principales causas de enfermedad y absentismo en el lugar del trabajo. Según un estudio publicado recientemente, la reducción de la polución a los niveles recomendados por dicha organización permitiría prevenir más de 50.000 decesos al año en Europa. La nocividad de las partículas finas para la salud, por ejemplo, afecta especialmente a las zonas urbanas causando principalmente mortalidad, enfermedades cardiovasculares y respiratorias, trastornos del embarazo y del desarrollo fetal. Hace falta iniciar acciones rápidas, cambiar el tráfico vial, la industria y los puertos así como renunciar a las fuentes de energía como la madera o el carbón. Actualmente, en la Unión Europea, 18 países utilizan el carbón, entre éstos también figura Rumanía donde las termocentrales de este tipo se concentran en dos compañías del sur del país, Oltenia y Hunedoara. Cerrar las termocentrales de carbón a nivel mundial y eliminar las subvenciones para los combustibles fósiles figuran entre las medidas que podrían contribuir a obtener un medio ambiente más limpio.
Cabe mencionar que Bruselas ha decidido actuar con más determinación para combatir el cambio climático. El pasado mes de diciembre, los Estados miembros del bloque comunitario se comprometieron a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55 % para 2030, con respecto a los niveles de 1990. A plazo más largo, el objetivo sería alcanzar la neutralidad climática en 2050.
Según Bloomberg, en 2020 las fuentes renovables produjeron un 38% de la cantidad necesaria de electricidad de la UE, frente a un 34% en 2019. Este crecimiento fue suficiente para superar, por primera vez, la electricidad producida por los combustibles fósiles, determinando este aumento rápido de la energía eólica y fotovoltaica una bajada del carbón. 2020 fue también el año en el que las restricciones impuestas en el contexto de la pandemia afectaron la demanda de energía en el continente, según ha recordado en Radio Rumanía, Otilia Nuțu, analista de políticas públicas en la energía e infraestructura de Expert Forum :
“Con las políticas actuales, por primera vez el año pasado la producción de energía eléctrica de fuentes renovables en Europa superó la producción de combustibles fósiles. Anticipamos que en 2021 el sector del carbón se recupere un poco, pero probablemente a largo plazo habrá una aceleración de la reducción de las capacidades en base de carbón. Seguramente tendremos que reemplazarlas por centrales nuevas y flexibles que puedan hacer frente a la intermitencia de las fuentes renovables, pero la idea es construir capacidades que en el futuro no nos bloqueen en un consumo de combustibles fósiles por un período de tiempo muy largo.
Es decir, según explica Otilia Nuțu, el reemplazamiento, por ejemplo, por las centrales de gas podría causar otros problemas aunque dichas centrales sean menos contaminantes que las de carbón. Uno de los problemas sería el hecho de que invertimos en centrales que recuperan su inversión en 30 años.
Los datos estadísticos comunitarios indican que en 2019, los combustibles fósiles – carbón, gas natural o petróleo – representaron el 71% de la energía bruta disponible en la Unión Europea. Este porcentaje ha disminuido significativamente en las últimas décadas debido al aumento de las energías renovables. En en el presente, Rumanía se mantiene en el 73% de combustibles fósiles.
El presidente de la Asociación de Energía Inteligente, Dumitru Chisăliță, recuerda que en los últimos cinco años, Rumanía ha firmado muchos acuerdos cuyos objetivos fueron reducir las emisiones de dióxido de carbono, principalmente de las centrales de carbón. Debemos prepararnos para el futuro, según precisa Dumitru Chisăliță:
“Es posible que en 2025 tengamos una decisión con respecto a las centrales térmicas de apartamento, en 2030 una decisión que afecte a ciertas actividades de transporte existentes en este momento. Es decir todos estos elementos ya se han anticipado. Tendremos que invertir tanto en capacidades de producción verde como en capacidades de almacenamiento. Hay que tener en cuenta que la energía verde es energía discontinua y depende de las evoluciones atmosféricas. Por eso, la Unión Europa y evidentemente Rumanía deben desarrollar importantes capacidades de almacenamiento que puedan funcionar rápidamente y suplementar la energía que desaparece. Asimismo, tenemos que tomar en cálculo las redes porque prácticamente estas redes deberán adaptarse en función del modo de funcionamiento sistémico de la energía renovable que significa otro componente importante de la inversión. Por último, hay que conocer el deseo de los ciudadanos en cuanto al consumo y a la demanda de energía. Prácticamente, estamos hablando tanto en Rumanía como a nivel de la UE de la conversión masiva del transporte, pasar de los combustibles clásicos a los combustibles eléctricos. Se trata de reemplazar la energía producida por la madera, el gas, etc., por la energía eléctrica en la perspectiva de los años 2050. Todo esto significa capacidades inmensas que deben ser desarrolladas para suplementar todo este consumo. A precios muy altos, por supuesto.