República de Moldavia entre riesgos y aspiraciones
La instalación el pasado mes de febrero del nuevo Gobierno minoritario de la República de Moldavia, con los votos de los diputados comunistas tradicionalmente rusófilos, ha puesto en duda el compromiso europeo del equipo de Chiril Gaburici.
Bogdan Matei, 22.05.2015, 17:33
La
instalación el pasado mes de febrero del
nuevo Gobierno minoritario de la República de Moldavia, con los votos de los diputados comunistas
tradicionalmente rusófilos, ha puesto en duda el compromiso europeo del equipo
de Chiril Gaburici. Finalmente formado por la coalición minoritaria entre los
liberaldemócratas y los demócratas, tras
un largo periodo de tiempo después de
las elecciones legislativas del 30 de noviembre, el gabinete encabezado por un joven hombre de
negocios es, en opinión de los analistas, políticamente frágil y confuso desde el punto de vista
geopolítico. Los liberales, que son los promotores más firmes del acercamiento
hacia Bucarest y Bruselas, han permanecido en la oposición.
En consecuencia,
Gaburici tiene que demostrar que podrá continuar el trayecto iniciado por sus
predecesores a la cabeza del Ejecutivo, los prooccidentales Vlad Filat e Iurie
Leanca. Las reformas promovidas por éstos han facilitado la conclusión de los
acuerdos de asociación y libre comercio entre Chisinau y Bruselas, y han alimentado
las esperanzas de que la República de Moldavia podría llegar a ser miembro de
la UE, en 2020. En el presente, Leanca no vacila en afirmar que la República se
parece a un barco a la deriva. Más allá
de la explicable dosis de rencor de alguien que ha sido depuesto del cargo, la
evaluación del primer ministro es compartida también por los expertos. El
acercamiento a la UE ha sido ensombrecido por la situación política y de manera
especial, por el hecho de que el nivel de corrupción ha resultado ser mayor de
lo que pensaba Bruselas, declara con severidad el analista Nicu Popescu, del
Instituto de Estudios de Seguridad de la UE con sede en París.
Este acusa de
manera especial, la falta de una mayoría proeuropea firme, así como la desaparición
de unas enormes cantidades de dinero del sistema bancario, alrededor de 1000
millones de dólares que llegaron a compañías fantasmas, lo que ha planteado interrogantes en relación
con el funcionamiento de las instituciones estatales en su conjunto. La
República de Moldavia, ha concluido Nicu Popescu, atraviesa una grave crisis de
credibilidad en los ojos de sus propios
ciudadanos y de las cancillerías occidentales. Defensor consecuente en nombre
de la comunión de idioma, historia y cultura, de la entrada del estado vecino en la órbita ocidental,
Rumanía no ha ocultado su preocupación frente a las vacilaciones contraproducentes
de la clase política de Chisinau. Consejero de especialidad del expresidente
Traian Basescu, a quien nisiquiera los adversarios le han negado la pasión por
la República de Moldavia, Iulian Chifu
nos ha declarado lo siguiente:
Rumanía
sigue desempeñando el papel de siempre, el de defensor de la República de
Moldavia dentro de la UE. Al mismo tiempo, Bucarest ha manifestado su apertura
hacia todas las solicitudes de
asistencia, de respaldo, que la República de Moldavia podría formular. Por otra
parte, somos realistas, somos miembros de la UE y todo apoyo se obtiene en base a unos argumentos. Como de costumbre, llegamos a Chisinau y les
pedimos que hagan reformas y nos proporcionen argumentos para poder respaldar
su avance hacia la UE. En consecuencia, mientras se hagan las reformas, se
fortalezca el Estado de derecho, la independencia de la justicia y se combata
la corrupción, la carga pesará sobre las espaldas de Chisinau.
Por el
momento, advierte el analista Nicu Popescu, los
fracasos del gobierno prooccidental erosionan la popularidad de la idea
de integración europea y alimentan la de
unos políticos populistas o rusófilos. Hermanos y enemigos, los comunistas y
los socialistas de la oposición parlamentaria se están disputando tanto los
favores de Moscú, como a los electores con nostalgias soviéticas, que totalizan
casi la mitad del electorado. Además, la soberanía de Chisinau seguirá siendo
discutible, mientras éste no restaure su autoridad sobre la región separatista
rusófila de Transnistria, independiente de facto desde 1992, tras un conflicto
armado cerrado a la vez con la intervención de las tropas de Moscú de parte de
los secesionistas. En su calidad actual de presidente del Centro para la Prevención
de Conflictos y Advertencia Temprana, el antiguo consejero presidencial Iulian
Chifu piensa que en el contexto de la fragilidad de las instituciones de
Chisianu, el riesgo de que la República de Moldavia se confronte con un
escenario similar al de Ucrania no se puede descartar:
Las
autoridades legítimas de la República de Moldavia no cuentan con capacidades
militares que puedan afrontar la concentración de armamento, tropas y recursos
que existen en la zona separatista y los desembarcos de una orilla a otra del
río Dniéster sólo deberían alertar a Chisinau,
pero el modo en que éste está gestionando su presupuesto no demuestra una
preocupación real.
A
través de emisarios de alto rango de Bruselas y Washington, Occidente ha
manifestado siempre su apoyo a la independencia, la soberanía y la integridad
territorial de la República de Moldavia. Al mismo tiempo, son escasas las voces
del abanico político de Chisinau dispuestas a renunciar al tabú constitucional
de la neutralidad y abogar por la admisión en la OTAN. Iulian Chifu destaca que:
Es
obvio que también la República de Moldavia tiene que hacer sus propios
cálculos. La opción de seguridad de la República de Moldavia no se puede
establecer ni desde Bucarest ni desde Washington o Bruselas, sino en la propia ciudad de Chisinau.
Desde
ningún punto de vista, geopolítico, militar oeconómico, la República de
Moldavia es como Suiza, advierten los analistas que califican de caduco el
principio de la neutralidad en una epoca en que Rusia trata de satisfacer sus ambiciones expansionistas y
revanchistas en los estados del área postsoviética.