Oro y cianuros
Corina Cristea, 20.09.2013, 18:29
La compañía canadiense Roșia Montană Gold Corporation, obtuvo en 1999, por parte del estado rumano, una licencia de explotación por un período de 20 años de los yacimientos auríferos de los Montes Apuseni. Desde entonces, el proyecto ha venido dividiendo a la sociedad rumana en dos. De un lado se encuentran aquellos que junto a los ecologistas e historiadores se oponen al proyecto, considerando que más allá de los intereses económicos, el lugar principal debería ocuparlo la conservación del medio ambiente, los vestigios y el patrimonio arquitectónico de la zona. Del otro, se encuentran los que declaran que la puesta en aplicación del proyecto salvaría una zona gravemente afectada por el paro. Recientemente, el proyecto de Roșia Montană ha recibido la autorización de medio ambiente por parte del ministerio competente y ha sido remitido al Parlamento por el gobierno de Bucarest.
Miles de personas han salido a las calles para solicitar la parada del proyecto, tanto en la capital como en otras ciudades del país, así como en París, Nueva York o Bruselas. Las motivaciones varían: hay quien manifiesta descontento frente a las regalías demasiado bajas, otros a causa del impacto sobre el medio ambiente de una mina de superficie de dimensiones muy grandes, mientras que otros opositores rechazan la tecnología de extracción. Esta implicaría la utilización de cianuro en la extracción del oro del mineral excavado y los desechos resultados habrían de ser depositados en una inmensa presa de decantación. La seguridad de la presa fue auditada por expertos y la tecnología no resulta ser peligrosa, según declaran los representantes de la compañía canadiense. El vicepresidente del Departamento del Medio Ambiente de Roșia Montană Gold Corporation, Horea Avram, nos amplía detalles:
“Antes de llegar a la balsa, el material estéril resultado del procesamiento será neutralizado y la concentración de cianuro llegará a un promedio de 3 miligramos por litro. La principal calidad de este reactivo consta en su capacidad de degradarse naturalmente. En consecuencia, es falsa la información según la cual en la balsa quedaría cianuro. Si paráramos hoy, por ejemplo, la explotación, esto significaría que dentro de dos o tres meses las concentraciones serían menores de un 0,01%, es decir, diez veces bajo los límites establecidos por la UE y por Rumanía.”
A las manifestaciones organizadas a favor del proyecto acudieron también habitantes de Roșia Montană, donde varios mineros permanecieron encerrados varios días en el subterráneo, pidiendo que empezara la explotación del oro porque, dicen ellos, sin reanudar la minería, el paro en la zona sería masivo y la zona quedaría abocada a la pobreza. 600 puestos de trabajo no merecen un proyecto del cual digan que tendría un impacto desolador sobre el medio ambiente, declara a su vez la Asociación Alburnus Maior, antiguo opositor del proyecto. Los argumentos de cada parte serán analizados por una comisión parlamentaria especial creada esta semana, de la cual se espera que presente después al Parlamento una imagen completa de la situación. Si el proyecto es rechazado, al estado rumano debería pagar una indemnización por daños de más de 2.000 millones de dólares. Esta suma representaría el beneficio estimado y las inversiones de 550 millones hechas hasta ahora por la compañía canadiense. ¿En qué consisten dichas inversiones? Contesta el consejero del primer ministro , Ionel Blănculescu:
“De los materiales presentados por la compañía y por el gobierno resulta una lista de inversiones, de las cuales la más importante es un estudio geológico que duró alrededor de 7 años, costó 98 millones de dólares y supuso 1.200 perforaciones hasta 300 metros de profundidad cuyas pruebas se transmitieron a dos laboratorios distintos. Por supuesto que hubo gastos relacionados con permutaciones o construcciones de casas en la zona. Hubo luego el coste de unos 500 obreros empleados en la recuperación de las obras de patrimonio, el museo, las galerías romanas.”
Los representantes de la compañía canadiense aprecian que de la explotación de Roșia Montană se pueden extraer 300 toneladas de oro y 1.600 toneladas de plata, convirtiendo a la zona en el tercer mayor depósito del mundo. Además, se estima la presencia de unas sustanciales cantidades de metales raros, que parecen representar el verdader objetivo del proyecto.
Roșia Montană Gold Corporation debería pagar al estado rumano unas regalías de un 6% del valor de la producción, tras haber sido inicialmente establecido este valor en tan solo un 2%. Si tenemos en cuenta el valor de los metales preciosos, a Rumanía le corresponderían alrededor de 1.000 millones de dólares. El proyecto minero debería abarcar un período de 25 años, dos necesarios para la construcción de la infraestructura de minería, 16 para la explotación propiamente dicha y otros 7 más para rehabilitar la zona y cerrar las explotaciones. Rumanía debe explotar sus recursos naturales respetando los estándares europeos al respecto, ha subrayado el jefe del gobierno rumano, en cuya opinión, mediante el debate público se darán a conocer aspectos esenciales que atañen a la materialización, o no, del proyecto, ya que desde hace 15 años, desde que existe el proyecto, las informaciones han sido en gran parte confusas y han dado lugar a especulaciones.