Lecciones de una tragedia
Rumanía nunca olvidará el 30 de octubre de 2015. Lo que para muchos jóvenes debería haber sido una tarde agradable de fin de semana en un concierto de rock se convirtió en el peor día de su vida.
Corina Cristea, 14.11.2015, 19:31
Rumanía nunca olvidará el 30 de octubre de 2015. Lo que para muchos jóvenes debería haber sido una tarde agradable de fin de semana en un concierto de rock se convirtió en el peor día de su vida. Para unas decenas de ellos fue el último. Para otras decenas, fue el primer día de otra etapa de su vida, una vida marcada por las intervenciones médicas complicadas e imprevisibles, por el sufrimiento físico y psíquico, provocado por la pesadilla del club bucarestino Colectiv, en el que un incendio cambió en tan sólo unos minutos el destino de cientos de personas.
La tragedia reveló numerosos y graves problemas administrativos, legislativos y normativos. Provocó emoción, solidaridad con las víctimas y rebelión contra las personas consideradas culpables. Las autoridades han empezado a verificar todos los locales de Rumanía. Apenas un 10% de ellos cumplen la ley, según han afirmado los expertos, que han advertido que en el Casco Viejo de Bucarest, por ejemplo, un terremoto provocaría la muerte de miles de personas. La Orden de Arquitectos de Rumanía ha advertido que el incendio en el club Colectiv ha mostrado los graves problemas y errores que existen en la concesión de las autorizaciones y en la verificación de las construcciones respecto a la seguridad en caso de incendio, y no solamente en este caso. El presidente de la Orden de Arquitectos de Rumanía, Şerban Ţigănaş, ha explicado en una entrevista a Radio Rumanía que, en cuanto a la arquitectura en las grandes ciudades, Rumanía tiene varios problemas:
“Uno de ellos tiene que ver con el ámbito legal en el que se desarrolla la actividad en el sector de las construcciones. Y Rumanía se somete a un sistema de pensamiento que todavía no ha superado, que no se basa en elementos más difícil de apreciar y de medir, como es la calidad holística de la arquitectura, y que considera que lo fundamental es que no te caiga en la cabeza en un terremoto, que no te mate mientras lo estés usando, y que tenga el estrato de poliestireno lo suficientemente grueso para no perder energía térmica, y esto es todo. Es decir que tenemos un sistema rudimentario y desequilibrado de leyes que dominan este ámbito. El segundo gran problema es la manera en la que se cumple con las leyes tal y como son, y que evidentemente, tienen también un lado positivo y construidas de manera lógica, pero son difíciles de aplicar. Y Rumanía tiene muy frecuentemente bloqueos de control, inspección en el control, y todas las medidas posteriores a incumplimientos, y todo lo demás, si no se cumple con la ley. Y todo el mundo ha aprendido muy bien que uno puede hacer construcciones o desviarse de lo que se ha autorizado, porque al fin y al cabo , no pasa gran cosa. Y esto es un desastre. El tercer problema es la educación y aquí hay dos segmentos: nuestra educación, la de los profesionales, y que también está afectada por cierta presión de la degradación o de la pérdida de la eficiencia y de la coherencia. Y la en educación general, es decir que, en un país es imposible tener una buena arquitectura sin buenos clientes. Y un buen cliente es alguien que entiende bastante bien la necesidad del espacio de la calidad, es decir la necesidad de tener arquitectura, y no actúa como en Rumanía, donde el primer deseo o intento de cualquier cliente, digamos habitual, es el de reducir sus costes renunciando al proyecto.”
El dinero fue también el principal motivo por el cual los dueños del club Colectiv eligieron un material barato e impropio para insonorizar el club, una esponja que prendió fuego inmediatamente a causa de los fuegos artificiales empleados. El incendio se extendió rápidamente y un humo denso, lleno de numerosos gases tóxicos, provocó quemaduras internas extremadamente graves. Mientras tanto, la ley sobre la autorización de los clubes, que ya estaba en un proceso de cambio, se ha endurecido. Han aumentado las multas, los propietarios que no cumplen con las normas se pueden ver acusados de delitos, y los locales se pueden cerrar. Por otro lado, la sociedad civil se ha movilizado de manera ejemplar. Decenas de miles de personas encendieron velas y depositaron flores en memoria de las víctimas, organizaron marchas de silencio para mostrar su solidaridad con los amigos y con los familiares de las víctimas, y sintieron la necesidad de ayudar. Miles de personas han donado sangre. He aquí la declaración de Doina Goşa, directora del Centro de Transfursiones de Bucarest:
“La movilización ha sido impresionante, nunca he visto algo parecido. Todo el mundo quiere donar, todo el mundo quiere ayudar de alguna manera. La gente ha sido muy sensible a la tragedia. Y el hecho de que eran jóvenes, la mayoría de ellos eran jóvenes, tan jóvenes y han muerto o han sufrido terribles quemaduras. Porque todos sabemos que el peor dolor físico procede de las quemaduras. Hemos visto que los médicos que les dieron los primeros auxilios, los médicos que están acostumbrados a salvar vidas en situaciones límite, también sufrieron por estos jóvenes.”
La tragedia sacó a la calle a decenas de miles de personas en Bucarest, en otras ciudades del país y también en el extranjero, para pedir la reforma de toda la clase política. Tras las protestas, el gobierno de Victor Ponta presentó su dimisión.