La OTAN – vuelta a la primera misión
Después de la Segunda Guerra Mundial, las democracias occidentales comprobaron que, una vez ahuyentadas las tropas de la Alemania nazi, fueron reemplazadas, en el este y el centro de Europa, por el Ejército Rojo de la Rusia soviética.
Bogdan Matei, 13.06.2014, 15:32
Después de la Segunda Guerra Mundial, las democracias occidentales comprobaron que, una vez ahuyentadas las tropas de la Alemania nazi, fueron reemplazadas, en el este y el centro de Europa, por el Ejército Rojo de la Rusia soviética. Del mar Báltico, en Polonia y la Alemania oriental, al mar Negro, en Rumanía y Bulgaria, las naciones caídas en manos de Stalin se convirtieron en colonias y satélites de Moscú. El temor a que el terrible sistema concentracionario soviético pueda extenderse, con el apoyo de las tropas de Stalin y de la influencia de los partidos comunistas, al mundo libre, hasta el Mediterráneo y el Atlántico, obligó a los occidentales a reaccionar.
Así apareció en 1948 la OTAN, cuyo objetivo inicial era el de mantener a los rusos fuera de Europa. Durante casi medio siglo, la Alianza funcionó como una fuerza infalible que frenó el expansionismo de Moscú. Los occidentales, vencedores de la Guerra Fría, ampliaron el espacio de la libertad más allá del antiguo Telón de Acero. Hoy por hoy, del mar Báltico al mar Negro, la mayoría de los estados excomunistas son miembros de la OTAN y de la UE. Desde los últimos años del siglo pasado, las misiones de la Alianza pretendieron pacificar los Balcanes Occidentales y Afganistán. Mientras tanto, los rusos aplicaban serias correcciones militares a las antiguas repúblicas soviéticas de Moldavia, en 1992, y Georgia, en 2008, y sacaban del control de las autoridades centrales las regiones separatistas prorrusas de Transnistria, Abjasia y Osetia del Sur. Según los expertos del centro de análisis Early Warning de Bucarest, solo tras la anexión de la península de Crimea, en el sur de Ucrania, y el apoyo a los secesionistas de Donetsk, en el este de Ucrania, la OTAN señaló la vuelta a su primera misión: poner fin a la expansión territorial de Rusia. El secretario general de la Alianza, el danés Anders Fogh Rasmussen, declaraba lo siguiente en una entrevista concedida a la emisora de Radio Rumanía:
“Tenemos que adaptarnos a este nuevo y, diría, sofisticado tipo de guerra. En vez de la agresión militar abierta, hay movimientos más discretos cuyo propósito es el de desestabilizar la situación en ciertos países y lo vimos claramente en Ucrania, primero en Crimea, cuando fue anexionada ilegalmente a Rusia, y ahora en el este de Ucrania. No cabe duda alguna de que Rusia está detrás de la desestabilización de Ucrania. Además, vemos los intentos de Rusia de adquirir influencia en los medios de comunicación, por ejemplo, con el fin de influir en la opinión pública y los procesos políticos. No debemos ser ingenuos, sino que debemos adaptarnos a esta situación.”
El primero entre iguales, EE. UU. contribuye con casi dos tercios al presupuesto total de la OTAN. Durante su reciente visita a Varsovia, el presidente estadounidense Barack Obama reiteró el compromiso de su país con la seguridad de sus aliados del este de Europa. Para América, dijo Obama, esta es la piedra angular de nuestra propia seguridad. Es más, Obama anunció la concesión de mil millones de dólares para el despliegue de nuevas fuerzas norteamericanas, terrestres, navales y aéreas, en esta parte del mundo. El líder de la Casa Blanca tampoco pasó por alto las antiguas repúblicas soviéticas que optaron por los valores occidentales y que, pese a las obstrucciones de Moscú, tratan de salir de su esfera de influencia:
“Vamos a fortalecer las asociaciones con amigos como Ucrania, Moldavia y Georgia, a medida que estos países consoliden su defensa. Otros desafíos por parte de Rusia conllevarán, si es necesario, nuevas sanciones.”
Sobre todo tras el estallido de la crisis económica, con pocas excepciones, los demás 27 miembros de la OTAN recortaron drásticamente el gasto militar. El secretario general de la Alianza Anders Fogh Rasmussen advierte lo siguiente:
“Está claro que ya no podemos continuar así. En los cinco últimos años, Rusia ha aumentado el gasto de defensa en un 50%, mientras que los estados de la OTAN los han disminuido en un 20%. Es contraproducente y lo que ocurre en Ucrania es en efecto una señal de alarma para que los líderes europeos reconsideren su posición respecto al gasto militar.”
Por otra parte, afirma Rasmussen, la mera existencia de la OTAN tiene efecto disuasivo y los agresores potenciales ni siquiera pensarían en atacar un país miembro:
“Puedo asegurarles que todos los aliados están profundamente comprometidos respecto al Artículo 5 y la defensa común y eso lo demuestran los pasos que hemos dado ya para fortalecer la defensa común a través de varias operaciones aéreas policiales sobre los estados bálticos. Realizamos vuelos de vigilancia en aviones AWACS sobre Polonia y Rumanía. Además, pueden comprobar una mayor presencia naval aliada en el mar Negro, así como en el mar Báltico. Realizamos también más ejercicios militares terrestres, así que hemos demostrado ya que la Alianza está unida cuando se trata del Articulo 5 y la defensa común.”
El profesor de relaciones internacionales en la American University Benjamin Jensen alaba las medidas a través de las cuales EE. UU. quiere cumplir con sus compromisos para seguir siendo un líder global. Más aún, según le dijo al corresponsal de Radio Rumanía en Washington, cuando los aliados de la frontera con Rusia desean más que discursos. Quieren garantías adicionales de defensa antimisiles y más tropas de la OTAN en la región, señala también el profesor Jensen.