La lección de historia armenia
A riesgo de perturbar gravemente las relaciones diplomáticas con Turquía, el Papa Francisco ha utilizado en el marco solemne de la Basílica San Pedro de Roma, el término de genocidio para la masacre de hace cien años contra los armenios.
Corina Cristea, 30.04.2015, 18:16
A riesgo de perturbar
gravemente las relaciones diplomáticas con Turquía, el Papa Francisco ha
utilizado en el marco solemne de la Basílica San Pedro de Roma, el término de
genocidio para la masacre de hace cien años contra los armenios.
En el siglo pasado,
nuestra familia humana atravesó tres tragedias masivas y sin precedentes. La
primera, que es considerada
Soberano Pontífice, citando un documento firmado en el año 2000, por el Papa
Juan Pablo II, y el Patriarca armenio. Las otras dos fueron cometidas por
el nazismo y el estalinismo, ha añadido
el Papa.
Erevan declara que 1,5 millones de armenios, es decir, la mitad de la
población armenia de aquel entonces y que en nuestros días han sido canonizados
por la Iglesia Armenia, fueron masacrados entre 1915 y 1917, en el ocaso del Imperio Otomano.
A su vez,
Turquía niega rotundamente que el Imperio Otomano hubiera organizado la masacre
sistemática de la población armenia durante la Primera Guerra Mundial y no está
de acuerdo con la utilización del término de genocidio, usado por Armenia,
numerosos historiadores y por otros 20 países, entre los que se encuentra Francia, Italia y Rusia. Ankara ha
reaccionado vehementemente a la declaración del Papa y ha declarado que se
trató de una guerra civil en la cual perdieron la vida entre 300.000 y 500.000
armenios y otros tantos turcos.
Por otra parte, el gobierno de Ankara ha
acusado a varios miembros del Parlamento Europeo de dar prueba de fanatismo
religioso y cultural al aprobar una resolución respecto a la conmemoración de
las matanzas y las deportaciones masivas de los armenios en los últimos años
del Imperio Otomano, y la diplomacia turca ha estimado que el foro legislativo
de la UE trata de escribir nuevamente la historia. Las referencias apuntan
hacia una resolución adoptada a fin de marcar los cien años transcurridos desde
los acontecimientos acaecidos durante
la Primera Guerra Mundial, resolución que llama a Turquía, el estado sucesor
del Imperio Otomano, a conformarse con su pasado, y a reconocer que la matanza
de los armenios fue un genocidio. El profesor Constantin Hlihor tiene una
explicación para la actitud de Turquía:
En el derecho
internacional, este tipo de acontecimiento dramático ha creado una imagen
para los estados que han practicado
este tipo de política de eliminación de
una etnia, de una nación. Una imagen sumamente negativa, especialmente si nos
referimos a lo ocurrido a mediados del
siglo pasado, durante la Segunda Guerra Mundial, a los crímenes
cometidos por la Alemania de Hitler contra los judíos, y por Stalin contra su
propia nación.
En opinión de Constantin
Hlihor, la historia debe ser el aglutinante que contribuya a la estabilidad y
coperación entre las naciones y no un factor desestabilizador que exhorte al
odio y la confrontación. Cuando hablamos de la historia de los armenios hay que
tomar en consideración dos aspectos, dice Constantin Hlihor:
Uno es de índole histórica y hace falta
descubrir la verdad sobre la tragedia de los armenios durante la Primera Guerra
Mundial. El segundo aspecto que genera una disputa entre varios estados, es de
índole política y reclama la definición
de aquellos acontecimientos. Los turcos no aceptan la idea de genocidio por la
razón de que este concepto aparece mencionado en el derecho internacional
bastante tarde, después de la Segunda Guerra Mundial y se refiere a otros momentos de la historia, distintos a los de
comienzos del siglos XX. Pero, independientemente de cómo vemos las cosas, algo
está claro: en el Cáucaso del Sur, un pueblo, armenio, parte de un imperio en
decadencia en la ecuación de fuerzas de las relaciones internacionales y en una
sociedad que había fracasado en su intento de modernizarse y pasar a una nueva etapa de desarrollo- se trata de
la sociedad otomana- pasaron semejantes cosas que no se pueden borrar de la
memoria colectiva actual. Por otra parte, la disputa historiográfica normal en
el descubrimiento de la verdad histórica, no debe adquirir connotaciones
políticas, porque la historia no debe desunir a los pueblos, no debe infundir
sentimientos de hostilidad entre las comunidades humanas.La historia tiene que
ser un punto de unión en aras de la estabilidad, de mayor confianza y
cooperación.
¿Acaso se trata de
un asunto de imagen, o de un papel interpretado a cambio de posibles indemnizaciones? He aquí la
respuesta del profesor Hlihor:
El problema de unas
compensaciones para las familias que
sufrieron durante los acontecimientos dramáticos iniciados en la ciudad
de Van, y de las familias de los armenios deportados al Desierto de Siria, no
atañe a la historia, sino al derecho internacional. Por esto, Armenia, u otro,
deberían incoar un proceso similar al de la segunda guerra mundial para el
régimen nazista y entonces podríamos hablar de compensaciones
En Bucarest, el
exministro de Exteriores Titus Corlatean, en el presente consejero honorífico
del jefe del gobierno rumano, ha mencionado que Armenia alienta el diálogo
entre Turquía y Armenia en torno a este tema sumamente delicado. En aquellos
momentos trágicos de hace cien años, organizaciones humanitarias del tiempo,
diplomáticos, médicos, gente sencilla concedieron ayuda a los armenios
obligados a tomar la senda del exilio y Rumanía figura entre los países que
abrieron sus puertas a las decenas de miles de refugiados ofreciéndoles asilo.