Ejercicio de resistencia
El comienzo del año atrae de nuevo nuestra atención hacia el futuro del suministro energético de toda Europa, con el cese del tránsito de gas ruso por Ucrania.
Corina Cristea, 10.01.2025, 13:30
El comienzo del año atrae de nuevo nuestra atención hacia el futuro del suministro energético de toda Europa, con el cese del tránsito de gas ruso por Ucrania. Para Kiev, la razón por la que decidió no prorrogar el acuerdo de tránsito más allá del 31 de diciembre de 2024 es sencilla: quiere dejar a Moscú sin una de las principales fuentes de dinero con las que financia su invasión a Ucrania. Eslovaquia y Hungría, muy dependientes de este gas, cuyos primeros ministros mantienen buenas relaciones con Moscú, han criticado a Kiev por esta posición, subrayando que la decisión de detener el tránsito de gas ruso a través de Ucrania no es un simple gesto político, sino una medida extremadamente costosa para toda la Unión Europea.
Por otro lado, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, acusó al primer ministro eslovaco de abrir un segundo frente energético contra Ucrania, por orden de Rusia. El panorama se completa con la decisión de la empresa rusa Gazprom de detener, a partir del 1 de enero, el suministro de gas natural a la región de Transnistria de la República de Moldavia. En estas condiciones, la central eléctrica de Cuciurgan, situada en la orilla izquierda del Dniéster, bajo el control de los separatistas rusófilos, ya no suministra electricidad a los distritos del resto de la República de Moldavia. La poca electricidad que todavía se produce ahora se obtiene utilizando carbón que antes se traía del Donbás, región ahora ocupada por Rusia. Es el único tipo de carbón compatible, las reservas solo duran uno o dos meses y no se pueden recuperar.
Transnistria, gravemente afectada por la situación, rechaza la ayuda de Chisináu. Las autoridades moldavas, tras haber declarado el estado de emergencia en el sector energético, han conseguido que el suministro de electricidad y gas natural a los consumidores de la orilla derecha del Dniéster funcione sin problemas. Los datos publicados por el Gobierno muestran que la mitad de las necesidades de electricidad se han cubierto con importaciones de Rumanía, que afortunadamente es el cuarto país más independiente en cuanto a importaciones de Rusia, tras Suecia, Estonia e Islandia.
A nivel de la Unión Europea, sin embargo, la guerra en Ucrania ha mostrado muy claramente el nivel de dependencia de las importaciones de energía y ha obligado a Bruselas a buscar soluciones para cambiar la situación. En 2021, las importaciones europeas procedentes de Rusia representaron el 62%, según un informe de Eurostat, y actualmente estos porcentajes han disminuido significativamente, un descenso respaldado también por los planes de la UE en materia de energía verde. Frente al mayor desafío energético, Europa sigue aprendiendo a romper con la dependencia de Rusia. ¿Será capaz de garantizar su seguridad energética afectada por la guerra en Ucrania?
A continuación, Radu Tudor, periodista y analista militar:
«Sí, sin lugar a dudas. El invierno pasado también tuvimos algunas amenazas por parte de Moscú. La propia Gazprom hizo un vídeo de cómo Europa se congelará, cómo los europeos morirán congelados sin gas ruso y aquí estamos y, más que eso, aún nos queda un 30-40% de las reservas de gas en depósitos europeos. Y quiero poner como ejemplo el caso de Rumanía. Por el momento podemos pasar el invierno sin ningún problema. Ocasionalmente recurriremos a algunas importaciones, pero esto no significa dependencia, esto significa una interconexión. Si Europa aprende a romper con su dependencia tóxica de Rusia, este será el mejor ejercicio de resistencia para nosotros y, por último, pero no menos importante, también un ejemplo para otras zonas. Porque hemos aprendido mal a depender del mercado chino, porque la mano de obra es más barata y los beneficios son más altos, hemos aprendido a depender de la India, de Rusia y así por el estilo. Esto, desde mi punto de vista, representa una gran vulnerabilidad para nosotros y debemos aprender a capitalizar nuestros propios recursos y, al menos en el campo estratégico, a no dejarnos en manos de otros, que también son ideológicamente nuestros adversarios».
La resiliencia energética de Europa ha sido prioritaria en todos los proyectos europeos desde hace varios años, pero la guerra de Ucrania ha conducido a nuevos enfoques, ha exigido adaptaciones al contexto geopolítico actual. Desde la perspectiva de la resiliencia eléctrica, ante todo, en una situación de guerra, los megaproyectos pueden convertirse en grandes vulnerabilidades e incluso en un arma que se puede utilizar contra el país y la población civil, señalan los expertos. ¿Podrían ser útiles los pequeños reactores modulares en este contexto? De nuevo, el analista Radu Tudor:
«Desde mi punto de vista es una idea salvadora. Y el hecho de que Rumanía sea uno de los pocos estados miembros de la OTAN y de Europa que implementan esta tecnología, es un muy buen ejemplo. A finales de los años 70, principios de los 80, Rumanía inició un proyecto de energía nuclear. Aunque éramos un estado comunista, un estado del Tratado de Varsovia, comenzamos un proyecto de energía nuclear con Canadá, un estado miembro de la OTAN, con la participación de ingenieros de Italia, un estado miembro de la OTAN, y desarrollamos la central nuclear de Cernavodă. La continuación natural y lógica de la decisión de entonces y del proyecto nuclear rumano sería la tecnología SMR, que, desde mi punto de vista, puede convertirse en un salvavidas para la resiliencia del Estado rumano, para ayudar a Estados como la República de Moldavia, que están pasando por momentos muy difíciles y que necesitan la ayuda de Rumanía».
La aceleración de este proyecto aportaría a Rumanía una total independencia energética y, además, nos convertiría en exportadores netos de energía a Europa, según afirma Radu Tudor.
Versión en español: Mihaela Stoian