Arranca una nueva legislatura en Bucarest
Corina Cristea, 11.12.2020, 16:25
Tras una campaña
electoral inusual, en la que la pandemia, con todas sus consecuencias, ha sido
el tema imperante, las elecciones parlamentarias del fin de semana pasado han
registrado un récord negativo de participación, la más baja en la historia
democrática de Rumanía. Más de dos tercios de los rumanos con derecho a voto
han preferido no votar. No ha sido una absoluta sorpresa, puesto que, si
echamos la vista atrás a comicios anteriores, observamos que, en general, las
elecciones parlamentarias no despiertan gran interés en Rumanía. El analista
político Radu Tudor, invitado a Radio Rumanía, ha hablado, entre otros temas,
de las causas que han motivado esta baja participación en las urnas:
«Existe un
miedo al virus indiscutible y creo que ese es el principal motivo. El segundo
motivo creo que es la imposibilidad de encontrar una opción, digamos,
convincente para muchos de los ciudadanos que deberían haber votado. He oído
muchas veces la frase No tengo a quién votar. No voto a la izquierda porque
tradicionalmente no voto a la izquierda, no voto a la derecha porque ha
gobernado de forma un tanto incoherente, no puedo votar a partidos nuevos
porque algunos son nacionalistas, extremistas, etc., y a otros se les acusa de
falta de identidad ideológica. Los compromisos incumplidos han conseguido
provocar un rechazo tan grande a la idea de votar, de elecciones, que la señal
de alarma derivada hoy de la baja participación en las urnas debe ser como un
jarro de agua fría, como un ice bucket, para todos los partidos políticos
de Rumanía. Por desgracia, existe un cúmulo de características del
parlamentario y del Parlamento que hacen que la institución de base de la
democracia sea la institución con el menor grado de confianza de Rumanía.
Nuestros instintos son profundamente democráticos y, además, Rumanía como país
es un indicador inequívoco en cuanto al sentimiento de pertenencia al conjunto
de valores occidentales, a la UE, a la OTAN, etc., […] aunque el Parlamento
suspende para los ciudadanos. El Parlamento, en treinta años, no ha
conseguido romper esa barrera de confianza del 15 %.»
Los sufragios de aquellos
electores que sí que votaron han dibujado un Legislativo que incluye
parlamentarios de cinco fuerzas políticas: el Partido Social Demócrata (PSD),
el Partido Nacional Liberal (PNL), la Unión Salvar Rumanía y el Partido
Libertad, Unión y Solidaridad (USR-PLUS), la Alianza para la Unión de Rumanos (AUR) y la Unión
Democrática los Húngaros de Rumanía (UMDR).
Nuevamente, Radu Tudor analiza los resultados:
«La primera
conclusión superficial es que el PSD ha ganado las elecciones y muy
probablemente no vaya a gobernar. La segunda conclusión superficial es que PNL,
USR-PLUS y UDMR podrán formar una mayoría de gobierno y esta es una buena
noticia, no desde la perspectiva de los partidos que integran esta coalición,
sino por el hecho de que tendremos estabilidad política, una mayoría
parlamentaria definida y un gobierno que gestionará Rumanía, con mayor o menor
acierto, durante los próximos cuatro años. El tercer elemento es la sorpresa de
AUR, esta corriente nacionalista, soberanista, derivada de la pandemia, de la
forma en que Donald Trump ha creado modelos en todo el mundo, de las teorías de
la conspiración, de las corrientes de noticias falsas, de la manipulación y,
por último, pero de suma importancia, de la lucha manifiesta contra las medidas
sanitarias y las ciencias de la salud que intentan mantener el coronavirus a
raya tanto como pueden. Hay caras de este partido, AUR, que protestaron
abiertamente en la plaza Victoriei contra el uso de una mascarilla. La mayor
sorpresa es que nadie ha podido anticipar, ni periodistas, ni sociólogos, ni
políticos, el surgimiento de esta corriente que se debe, creo, en gran parte a
los diez meses de pandemia, restricciones, frustraciones y revueltas que
han aparecido durante este tiempo.»
AUR, un partido político casi
desconocido, fundado hace un año, ha obtenido ahora el apoyo de más de medio
millón de rumanos, lo que los ha lanzado directamente a la cuarta posición del
nuevo Parlamento. En otras palabras, se trata de una evolución galopante. AUR
afirma que los valores que promueve son la familia, la nación, la fe cristiana
y la libertad. Por otro lado, sus líderes rechazan que los cataloguen como
extremistas, como los califica la mayoría de los analistas, y alegan que son
simplemente radicales. Lo que es cierto es que a la Alianza para la Unión de
Rumanos la seguirán, sin duda, muy de cerca, tanto en el país como los socios
externos de Rumanía. El sociólogo Dan Jurcan, del Instituto Rumano de
Evaluación y Estrategia, considera que AUR es, en cierto modo, la respuesta al
surgimiento, hace unos años, de USR en la escena política, un partido
progresista, un partido que lucha por proteger los valores liberales; es decir,
se trata de una respuesta de la sociedad al liberalismo:
«¿Qué es
AUR en esencia? A los derechos LGBT, ellos contraponen la familia; al
globalismo y al multiculturalismo de la sociedad, ellos contraponen el
patriotismo o el nacionalismo; a la secularización, ellos contraponen la fe; al
libre mercado absoluto, responden con proteccionismo económico, etc. Son cosas
que ya están sucediendo en Europa, sobre todo en Hungría y Polonia, y que ahora
han llegado a nuestro Parlamento. Evidentemente, han llegado de forma muy
extraña, porque nadie se lo esperaba; no han salido en televisión, sino al
contrario, ha habido incluso un silenciamiento implícito, sobre todo en los
canales privados. En cambio, han tomado una estrategia de guerrilla en Facebook.
Han logrado acceder absolutamente a todos los grupos, independientemente de la
orientación política, y ha habido una estrategia de trabajo de persona a
persona, a través de las redes, muy bien construida, dentro y fuera del país, y
parece que esta fórmula ha sido la acertada.»
Más allá de las valoraciones, parece
que, si bien se esperaba que estas elecciones ayudarían a aclarar las cosas, de
momento se perfila, más bien, una ecuación difícil de resolver.
Versión en español:
Víctor Peña Irles