Turismo espeleológico en los Montes de Anina
La cueva de Comarnic, situada en el Parque Nacional Semenic-Cheile Carașului, es una de las más bellas y salvajes de Rumanía
Daniel Onea, 26.09.2024, 13:07
Rumanía cuenta con unas 12 000 cuevas, situándose entre los primeros países europeos en número y diversidad. Estas cuevas son especialmente bellas, distinguiéndose por la singularidad de sus formaciones kársticas y la gran longitud de sus galerías, algunas de las cuales superan los diez kilómetros.
A principios del siglo XX, el explorador rumano Emil Racoviță fundó el primer instituto de bioespeología del mundo y empezó a cartografiar el universo subterráneo. Y una de las cuevas más bellas se encuentra en el oeste de Rumanía, en los Montes de Anina (Munții Aninei, en rumano), y es la cueva de Comarnic.
La cueva de Comarnic es una de las más bellas y salvajes de Rumanía. Tiene una longitud de 6203 metros y un desnivel de 100 metros, con un desarrollo en tres niveles. De ellos, los turistas solo pueden ver el nivel superior, denominado «nivel seco», de 1750 metros de longitud. El nivel inferior está atravesado por el curso subterráneo del arroyo Ponicova.
Nuestro guía hoy en la cueva de Comarnic es Bogdan Bădescu, presidente de la Asociación Espeleológica «Exploradores» de Reșița, espeleólogo conocido a nivel nacional, antiguo presidente de la Federación Espeleológica Rumana. De Bogdan Bădescu aprendemos que para formar una cueva se necesita una roca soluble, concretamente caliza. En Caraș-Severin hay muchas zonas calizas.
«Las calizas se forman en el fondo de los mares o en el fondo de las lagunas, donde hay mucha vida marina que, después de morir, se queda en el fondo, y todas esas conchas y huesos iguales forman una gruesa capa por deposición durante millones de años. Esto nos lleva a la situación actual, en la que tenemos los Montes Anina, de más de mil metros de altura, y todas ellas solo hay piedra caliza. Necesitamos tres condiciones para que se forme una cueva. Necesitamos una roca soluble. También necesitamos agua, es decir, agua que fluya a través de la roca soluble y la disuelva, y así es como se forma el espacio. Luego hace falta el camino por el que fluya el agua. No basta con tener la roca si no hay unas grietas por las que fluya el agua. Durante mucho tiempo, el agua que fluye disuelve cada vez más la piedra caliza. Si una galería era originalmente una grieta de un centímetro de ancho, ahora tiene entre 10 y 20 metros de ancho y alto».
Un aspecto interesante es que en la cueva de Comarnic no hay estalactitas, pero sí depósitos de carbonato cálcico, los primeros depósitos de la cueva, continúa Bogdan Bădescu, presidente de la Asociación Espeleológica «Exploradores» de Reșița.
«A medida que te adentras en la cueva, ves muchas más de estas formaciones de carbonato cálcico en diversas fases y formas, todas muy bellas. Y hacia la mitad de la cueva, donde la profundidad es de unos 200 metros desde la superficie del suelo, hay unas grandes cuencas que ahora están realmente llenas de agua. Se llaman popularmente murallas chinas. Tienen un encanto muy especial. Otra característica de la cueva son las formaciones de sílex. En las paredes hay franjas oscuras, de color marrón y negro. Son intercalaciones de sílex. En el pasado, la gente primitiva las utilizaban para fabricar herramientas. Este es el lecho rocoso con el que se fabricaron las primeras herramientas».
Aunque parece un entorno poco acogedor y las condiciones de vida en la cueva son muy difíciles, existen formas de vida adaptadas. Un auténtico universo subterráneo, que conocemos con Bogdan Bădescu, presidente de la Asociación Espeleológica «Exploradores» de Resita.
«Hay una serie de invertebrados que suelen tener un tamaño de uno, dos milímetros o incluso de menos de un milímetro. Estos invertebrados viven permanentemente en el entorno profundo de la cueva y se alimentan unos de otros o de los recursos tróficos que a veces traen las aguas superficiales. Además de estas especies de invertebrados que se encuentran en la cueva, alrededor de un centenar, también hay especies que llegan a la cueva de forma accidental. El arroyo Ponicova, sobre todo con caudales altos, puede traer cangrejos de río o ranas en particular. Estas especies viven un tiempo mientras encuentran comida y acaban muriendo, pero consiguen sobrevivir lo suficiente. También hay mariposas y arañas, especialmente frecuentes en las primeras decenas de metros de la entrada de la cueva de Comarnic. Las especies símbolo que todo el mundo conoce son las de murciélagos. Son mamíferos que entran en la cueva permanentemente, tienen ambos hábitats para parir, hibernar y alojarse. Especialmente en invierno, forman colonias bastante grandes en la cueva de Comarnic».
Nicoale Ifca, director del Parque Nacional Semenic-Cheile Carașului, que gestiona la cueva de Comarnic, nos cuenta información práctica sobre la visita.
«Recomiendo a los turistas que visiten la página web oficial del parque www.pnscc.ro, donde podrán obtener toda la información sobre los horarios de apertura de absolutamente todas las atracciones del parque. En la cueva hay varias salas de mayores y menores dimensiones, muchas formaciones de estalactitas, estalagmitas y columnas, pero por supuesto, para cada una tenemos un nombre dado por la administración. Nuestro horario diario es a partir de las 10:30 la primera entrada, la siguiente hora es a las 13:00, y la última entrada es a las 15:30. De lunes a viernes se puede visitar con guía si se solicita con antelación, pero los sábados y domingos disponemos de guía a todas horas».
En el Parque Nacional Semenic Cheile-Carașului encontramos once reservas naturales, así como 65 mil hectáreas de hayedos vírgenes y seculares, inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2016. Y también aquí encontramos un ejemplar poco frecuente de secuoya, cuya circunferencia es de 5,7 metros y cuya edad estimada es de 200 años. Está incluido en un sendero que parte justo de la cueva Comarnic, según nos contó Nicoale Ifca, director del Parque Nacional Semenic-Cheile Carașului.
«Si deciden pasar un día en la zona de la cueva de Comarnic, los turistas también pueden ir a ver el árbol sequoiadendron giganteum. Puedo decir que es el árbol más grande de Rumanía y tiene unas dimensiones impresionantes. Y como hay un recorrido de cuatro kilómetros desde la cueva hasta este ejemplar, hemos creado un sendero temático llamado El karst en el Parque Nacional, hemos colocado paneles informativos con información sobre todos los fenómenos kársticos, que representan el 45 % de la superficie del parque».
Además, la Administración del Parque Nacional de Semenic – Cheile Carașului proporciona guías para siete programas turísticos en la zona protegida. Los guías son los propios guardas del parque, expertos en la zona, que te darán mucha información sobre la historia y la cultura locales, las especies de flora y fauna y los ecosistemas. Un programa guiado cuesta 70 leus (unos 14 euros) por persona.
Versión en español: Monica Tarău