El Museo Nacional de la Aldea
Justamente en medio de la capital de Rumanía, los visitantes de todo el mundo tienen la alegría de conocer una verdadera aldea rumana, con monumentos y artefactos del siglo XVII hasta principios del siglo XX.
România Internațional, 21.05.2020, 18:32
Justamente en medio de la capital de Rumanía, los visitantes de todo el mundo tienen la alegría de conocer una verdadera aldea rumana, con monumentos y artefactos del siglo XVII hasta principios del siglo XX. Construcciones representativas, procedentes de varias importantes zonas etnográficas volvieron a adquirir una nueva vida en el Museo Nacional de la Aldea “Dimitrie Gusti”.
El 17 de mayo, el Museo de la Aldea cumplió 84 años, según ha afirmado Paula Popoiu, directora general del Museo de la Aldea “Dimitrie Gusti” de Bucarest.
“Es una edad bastante interesante para una institución cultural, siendo el segundo más antiguo en Europa, después del Museo Skansen de Suecia. El Museo de la Aldea se abrió para el público después de que, al cabo de diez años de investigaciones en 600 aldeas de Rumanía, la Escuela Sociológica de Bucarest, cuyo líder fue el sociólogo Dimitrie Gusti, reuniera este rico material que convirtió posteriormente en varias instituciones, siendo el Museo de la Aldea una de ellas. Después de 1946, cuando Dimitrie Gusti fue prohibido por los comunistas, el Museo de la Aldea siguió siendo la única institución creada por la Escuela Sociológica de Bucarest. En aquella época, durante el período de las dos guerras mundiales, reunía a las mentes más maravillosas y a las mejores personas de la cultura, médicos, equipos interdisciplinarios, que efectuaron investigaciones. Algunas de ellas se guardan en los archivos del Museo de la Aldea.”
La historia del museo es más agitada. Comenzó en el período de las dos guerras mundiales y continuó durante el período comunista, después de 1947, con el director Gheorghe Focșa, quien formó parte de los equipos monográficos dirigidos por el sociólogo Dimitrie Gusti.
“A través de una diplomacia especial, consiguió engañar de alguna manera al régimen comunista y continuar las ideas de la Escuela Sociológica de Bucarest. Continuó construyendo el Museo de la Aldea según los planes de Victor Ion Popa y continuó convirtiendo en museo monumentos de las aldeas de Rumanía. Éstos fueron colocados según las grandes regiones históricas de Rumanía. En un determinado momento, el Museo de la Aldea entró en un período de silencio porque no tenía apoyo durante la época comunista. El dictador Ceaușescu, por ejemplo, nunca lo visitó. Después de la Revolución de 1989, el Museo de la Aldea continuó su vida científica, continuó desarrollando sus colecciones y, sobre todo, continuó adquiriendo prestigio.”
El Museo de la Aldea es actualmente el museo más visitado en Rumanía. Paula Popoiu, directora general.
“El año pasado tuvimos 900.000 visitantes. Desde 2008, hemos añadido otras tres hectáreas y media al antiguo museo, al Museo Dimitrie Gusti. Hemos llamado «La Nueva Aldea» a esta zona a la que hemos trasladado 30 monumentos salvados de las aldeas de Rumanía. También consideramos el Museo de la Aldea fundación real, porque recibió la ayuda de las fundaciones del príncipe Carlos, y en el período en que se estaba construyendo el museo, el rey Carlos lo visitó varias veces y contribuyó moral y materialmente a la construcción del museo. Hoy, el Museo de la Aldea se extiende por 15 hectáreas, tiene 382 construcciones que, indudablemente, podemos llamar monumentos, porque son construcciones únicas, trasladadas de las aldeas. En sus colecciones hay 60.000 objetos. Sólo la colección de trajes típicos tiene 15.000 objetos. Tenemos también 250.000 documentos de archivo, gran parte de ellos quedaron del archivo de la Escuela Sociológica de Bucarest, que se refieren a las investigaciones de los equipos monográficos de las 600 aldeas. Tenemos fotografías, clichés sobre vidrio y documentos manuscritos. Por lo tanto, en el Museo de la Aldea custodiamos un tesoro.”
Antes de este período de la pandemia durante el cual los turistas han dejado de venir, el Museo de la Aldea estaba lleno de turistas de todos los países de Europa y del mundo, sobre todo en verano. En los senderos del Museo de la Aldea se podían escuchar casi todos los idiomas del mundo, según ha afirmado Paula Popoiu, directora general de este institución.
“Tenemos todo tipo de contratos de colaboración con empresas turísticas que nos traían y espero que sigan trayendo cientos de miles de visitantes extranjeros. Y esto no solamente porque el museo estaba en un plan de turismo, sino porque aquí, en el Museo de la Aldea, siempre encontraban artesanos, un museo vivo, información sobre la Rumanía tradicional, un festival, la presentación de un objeto y talleres para niños. Prácticamente, la atracción hacia el Museo de la Aldea se debe también a muchas actividades y talleres que organizamos para niños y la generación más mayor. En este período, cuando el museo ha estado cerrado, hemos recibido muchas llamadas, mensajes en las redes sociales, y la gente nos pregunta cuándo se abre el museo, nos envía su amor y nos anima. Nuestra conexión con el público es permanente.”
Y finalmente, hay una buena noticia. Desde el 21 de mayo a las 10:00 horas, el Museo de la Aldea se abre nuevamente. Paula Popoiu, directora general.
“Les invito a venir y a visitar el Museo de la Aldea, y les pido que respeten las normas de orden impuestas por los ministros o las leyes votadas y que están vigentes, pero también cuidando de nosotros mismos, de los demás y del patrimonio. Todas estas normas estarán colgadas en la entrada del museo y pedimos disculpas por adelantado, porque las personas que no las respeten no podrán visitar el museo. Esto es lo que nos impone este período al que tenemos que adaptarnos. Les invito cariñosamente a venir al museo y siento mucho que encontrarán un museo más tranquilo de lo habitual.”
Las reuniones con los artesanos serán menos frecuentes, al igual que los acontecimientos, pero el museo en sí sigue siendo un lugar especial. Actualmente, se están buscando las maneras de poder seguir presentando también la vida de la aldea rumana, su gente, y no sólo sus construcciones.
Versión española: Monica Tarău