¡Vienen los americanos!
A finales de la Segunda Guerra Mundial, los rumanos creían que la presencia de los soviéticos en el país y los abusos de todo tipo iban a acabar, y que los estadounidenses iban a llegar a Rumanía para mejorar la situación.
Steliu Lambru, 07.12.2015, 18:21
A finales de la Segunda Guerra Mundial, los rumanos creían que la presencia de los soviéticos en el país y los abusos de todo tipo iban a acabar, y que los estadounidenses iban a llegar a Rumanía para mejorar la situación. Era un acto de esperanza en un futuro mejor y, asimismo, un impulso para aquellos que formaban parte del movimiento de resistencia anticomunista.
Antes de la adhesión de Rumanía a la coalición liderada por Alemania, las relaciones rumano-estadounidenses habían sido muy buenas. La declaración de guerra de la Rumanía del general Antonescu a los Estados Unidos de América formulada el 11 de diciembre de 1941, fue un acto contra el espíritu que había animado las relaciones bilaterales. Asimismo, el hecho de que la aviación estadounidense bombardeara Rumanía en 1944 se relacionaba con la lógica de la guerra, una mala lógica para los tiempos normales, de paz y de comprensión. A pesar de estar en grupos opuestos, los rumanos aplicaron tratamientos razonables a los pilotos estadounidenses capturados. Según los testimonios, algunos oficiales rumanos recogieron los cadáveres de los pilotos estadounidenses derrotados y los enterraron con ceremonias religiosas. El hecho de que Rumanía pasara del lado de las Naciones Unidas el 23 de agosto de 1944 fue un gesto de reparación de una anomalía histórica.
Pero las consecuencias de la guerra no fueron lo que la sociedad rumana esperaba. La presencia de las tropas soviéticas en el país y la instalación del partido comunista hicieron que las esperanzas de los rumanos se relacionaran desesperadamente con el desembarco de las tropas estadounidenses en Constanţa o en los Balcanes. La expresión “vienen los americanos” era ya común y, a finales de los años 1940, la mayoría de los rumanos creían que era una cuestión de meses hasta que llegaran las tropas estadounidenses.
Nicolae Dascălu fue miembro del Partido Nacional Campesino y de una organización anticomunista de estudiantes entre 1947 y 1949. En una entrevista ofrecida en el año 2000 al Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, Dascălu declaró que la llegada de los americanos impulsó a decenas de jóvenes a defender la democracia y la libertad.
“Todo el mundo esperaba la llegada de los americanos y todos nosotros esperamos la ayuda estadounidense. Por supuesto, primero fue la esperanza que nos daba la juventud y el valor con el que iniciamos la lucha pensando que, de todas formas, los valores democráticos iban a vencer, iban a imponerse. Nadie esperaba ese período tan largo y tan terrible. Largo, y también terrible en los actos. Tan estricto en los actos y con una prohibición total de las aspiraciones humanas.«
En el año 2000, Elena Florea Ioan, la hermana de Toma Arnăuţoiu, el jefe de uno de los grupos armados anticomunistas mejor organizados, confirmó que su hermano se fue a las montañas para luchar con la esperanza de la llegada de los americanos:
“Entonces me di cuenta de que mi hermano se fue de verdad, y no lo pude detener. Insistí mucho en convencer a mi madre, le dije que no lo dejara ir. Pero, cuando vi que mi madre estaba de acuerdo con su partida, ya no pude hacer nada. Mi madre estaba muy inquieta al ver que mi hermano sólo dormía en guaridas y que no estaba tranquilo. Y creía que, yéndose a las montañas, iba a encontrar la paz. Existían promesas de que, en un mes, iban a venir los americanos para salvarnos de los rusos. Y así se fueron pensando que la tormenta iba a durar poco. No se imaginaron que iban a quedarse tanto en las montañas. La organización de Nucşoara fue la única en Europa que duró 9 años. Los demás no resistieron, fueron detenidos, murieron, se entregaron. Esta fue la única organización que duró nueve años.”
La ayuda americana no llegaba y la decepción de algunos fue tan grande, que no vacilaron en abandonar a sus hermanos de armas. Uno de ellos fue el coronel Gheorghe Arsenescu, según afirmó Elena Florea Ioan:
«El coronel Arsenescu se fue más para defender su vida y sus días. No quiero criticalo, pero no hizo un gesto patriótico cuando se fue. Creía que era por muy poco tiempo. Cuando se fue a las montañas, cuando él y los demás vieron que no tenían nada para comer, que no tenían asado y otras cosas, empezaron a pelear. Dijo que ya no se quedaba. Pero otros dijeron que iban a comer raíces de árboles, hojas, que esto comían cuando no tenían qué comer, pero que se iban a quedar unidos, y se iban a quedar en las montañas cuánto fuera necesario. Arsenescu no se adaptó a esa tormenta. Y entonces le pasó a mi hermano Toma la dirección de la organización, y se fue, porque ya no podía aguantar el hambre y el frío. Vio que los americanos ya no venían y se dio cuenta de que era una situación insegura. Y se fue.»
Pero los estadounidenses, aunque no pudieran venir directamente para liberar a Rumanía, intentaron organizar acciones para mantener la esperanza. Una acción de este tipo fue el lanzamiento en paracaídas de algunos rumanos del exilio a Rumanía, siendo un ejemplo el grupo liderado por el capitán Sabin Mare, en julio de 1953. Pero la evolución de las relaciones entre los dos bloques político-militares, el de la democracia y el comunista, hacia la cohabitación, causó el abandono de cualquier proyecto de salvación de los países ocupados por los soviéticos. Los estadounidenses llegaron de verdad a Rumanía y a Europa Central y del Este después de 1989. Pero esto fue posible tras ganar la competición económica contra la URSS que duró algunas décadas.