Sexo y espionaje en la Rumanía posbélica
La Securitate rumana puso en marcha operaciones basadas en el sexo y el romance, para llegar a personas que resultaban interesantes desde un punto de vista informativo.
Steliu Lambru, 09.01.2023, 13:16
El mundo de los servicios de inteligencia es un mundo de máximo cinismo. Este siempre ha sido el caso en todas partes; los servicios de inteligencia no se detienen ante nada para obtener lo que les interesa. Obviamente, el sexo y el romance son métodos a través de los cuales el espionaje ha intentado obtener secretos. Los servicios de inteligencia rumanos no han sido tampoco una excepción a la regla. Después de 1945, tras el establecimiento del régimen comunista, también se convirtieron en un aparato de represión política, fuera de su propósito original, y se hicieron conocer bajo el nombre de Securitate. La Securitate rumana puso en marcha operaciones basadas en el sexo y el romance para llegar a personas que resultaban interesantes desde un punto de vista informativo.
El general Neagu Cosma fue director del contraespionaje rumano desde 1950 hasta 1973. En una entrevista en 2002, el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana le preguntó si la práctica de las relaciones sexuales y sentimentales era corriente en la Securitate para reclutar agentes. El régimen había impuesto el cumplimiento de la conducta moral por parte de los oficiales, lo que, sin embargo, resultó ser un obstáculo para el logro de los fines informativos.
«Recuerdo un caso. Nuestro chico llevó muy bien un romance con una estadounidense, ella era increíble, grande y dura por fuera. Después de uno o dos días, viene y me dice: «¡Camarada general, yo ya no voy más allá! O me dejas dormir con ella, o no puedo continuar. Está loca, me salta encima, ¿qué hago, cómo lo hago?”. Si el Servicio de Inteligencia Especial no hubiera tenido esos problemas, le habrían dicho «¡a por ella!» Me dirijo a Drăghici, el ministro del interior, a quien le informo: «Camarada ministro, he llegado hasta aquí, el caso presenta una gran perspectiva considerando quién es esta mujer afuera, con sus relaciones». Tenía un tío que era un gran senador, rico. «Bueno», me dice Drăghici, «pero nos desviamos de la moralidad». Le dije que, en este caso, abandonábamos a la americana. Le pedimos absolución moral y nos la dio. Se casaron, el chico se fue y se hizo muy rico».
A finales de la década de 1960, la Securitate intentó reclutar al codificador de la embajada británica en Bucarest también a través del método del romance.
Neagu Cosma: «Teníamos todo un ejército de mujeres, no exagero, a las que colocamos. Por ejemplo, déjame contarte un caso con un inglés, era codificador, un alto cargo de una embajada. Este no estaba casado, le conseguí una agente con mucha experiencia. Todavía salía por la noche a tomar alguna cerveza y poco a poco se enamoró locamente. Él tenía unos 55 años, ella unos 25 años, estaba loco por nuestra chica. Y ella le hacía fotos, vídeos, escuchas telefónicas hasta que le di instrucciones para que le dijera que la Securitate le había puesto las manos encima a ella y le estaba pidiendo información sobre él. «¡Dásela, cariño, dásela!» él le dice, y comienza a contarlo todo. Funcionó, fue prometedor».
Pero la Securitate quería al codificador británico e instruyó a su agente para que le pidiera al diplomático que se casara con ella.
«Lo convenció de casarse aquí, incluso de casarse religiosamente. No podían casarse religiosamente en el ayuntamiento, y entonces traje a un oficial que se hizo sacerdote y que sabía mucho sobre la iglesia. Le trajimos una tarde a nuestra casa, y le puse ropa de sacerdote, hizo la misa, les puso las coronas en la cabeza, los casamos, los filmamos, todo lo que hacía falta. Y nos dijimos a nosotros mismos que ya no se nos podía escapar. Después de un tiempo, nuestra chica le vuelve a decir que la Securitate le está pidiendo información y que quería hablar con él. Llegué a discutir con él, dudaba, cambiaba de opinión, giraba y al final dijo: «¿entiende usted lo que me pasa a mí si se enteran?» «Bueno, no se enterarán», le dijimos nosotros. Mantuvo el secreto durante tres días y después de tres días informó a los suyos y salió de Rumanía en el primer avión».
Otro caso fue el intento de reclutar al codificador de la embajada de Austria en Bucarest.
Neagu Cosma: «No era de ningún interés para nosotros, pero conseguir al codificador de Austria no fue un mal trabajo. Había allí una codificadora, una mujer soltera. Y, así igual, le puse un novio y se llevó muy bien a la mujer. Allá donde iban ellos a sus citas de amor, nosotros ya habíamos hecho todo tipo de instalaciones, monitoreábamos todo y filmábamos todo. Se entregaron a sus pasiones e hicimos un álbum muy consistente. Se acercó el momento de presentarle los documentos. Fue un error por nuestra parte. Ella miró las fotos, las estudió y nos dijo: «Señores, denme una copia a mí también. No tengo estas fotos mías». Y nos dimos cuenta de que el chantaje no era suficiente. Le propuse trabajar con nosotros, dijo que lo pensaría. Pero a los dos días también dejó el cargo».
La Securitate rumana trató de acceder a los secretos utilizando el sexo y el romance, un método que suelen utilizar todos los servicios de inteligencia del mundo. Pero algunos intentos se vieron coronados por el éxito, mientras que otros no.