Rumanía en la Gran Guerra
La primera guerra mundial también fue llamada La Gran Guerra porque el mundo no había visto semejantes barbaridades.
Steliu Lambru, 15.09.2014, 19:43
Rumanía entró en conflicto entusiasmada, al igual que todas las naciones, entusiamo que en poco tiempo se convirtió en desplomo. Tras dos años de neutralidad, en agosto de 1916, el ejército rumano se unía a las fuezas de la Entente y atacaba Transilvania, provincia de Austro-Hungría. Después de 4 meses de luchas, en diciembre de 1916, Bucarest estaba ocupada y las instituciones del estado se refugiaron en Moldavia. Al final, en 1918, Rumanía estaba en el campamento de los vencedores y pasó de la agonia al éxtasis.
Los testimonios del archivo de la Radiodifusión Rumana nos indican una Rumanía en plena guerra en la que la gente hizo hasta lo imposible para que el mundo fuera mejor.
El general Titus Garbea, entrevistado en 2001, recordaba la atmósfera exhuberante que dominaba la sociedad rumana durante la guerra:
«Mi padre era descendiente de Tudor Vladimirescu, de Gorj. Mi madre era de Fagaras. Su padre era sacerdote, estudió en Viena y luego se mudó a Italia. No hacía más que pensar en su Italia y obligó a sus hijos a que estudiaran el italiano. Mi pobre madre, evidentemente, hablaba el italiano y también nos lo enseñó a nosotros. Había en nuestra casa un ambiente patriótico. Recuerdo cómo nos sentábamos ante los iconos de Horia, Closca y Crisan, los mártires del pueblo, y ante el icono de Miguel el Valiente. Cantábamos y rezábamos a Dios para sus memorias. Por otra parte estaba el rey. Nosotros apoyábamos la monarquía y solíamos cantar ¡Qué viva el rey! Los intelectuales contribuían a este espíritu.
El general Constatin Durican fue camillero en la primera guerra mundial. Escuchemos su declaración:
«En 1916, recibí una orden para presentarme al hospital improvisado en el liceo Petru Rares. Trabajé como camillero en un coche con motor. En estos coches solíamos transportar al hospital de Piatra Neamt a los heridos de la guerra. Había varios hospitales porque todas las escuelas fueron transformadas en hospitales.»
El político Constantin Moiceanu fue inscrito en el Partido Social Demócrata, partido anticomunista dirigido por Constantin Titel-Petrescu. En 2000, Moiceanu recordaba las realidades del frente y las relaciones de los civiles rusos, aliados de los rumanos:
«El frente estaba cerca y nadie tenía ganas de celebrar las fiestas. Mis hermanos venían por la noche cuando había silencio en el frente para contarnos quién murió y cómo se desarrollaron las luchas. Para nosotros era una ventaja conocer el camino. En segundo lugar, veíamos las tropas rumanas y en un determinado momento vinieron las tropas rusas. Como los rusos tenían fama de borrrachos y les gustaba armar escándalo, un día cuando fue anunciada su llegada, mis padres sacaron en el patio los toneles de vino y de aguardiente. Los vertieron porque no tenían donde esconderlos por medio a que los rusos bebieran y luego armaran escándalo.»
Gavril Vatamaniuc fue el único sobreviviente del grupo de resistencia anticomunista de Bucovina. En 1993, recordaba a un compañero francés detenido en la prisión de Gherla que había luchado como voluntario al lado de los rumanos y que se había quedado en Rumanía después de la guerra:
«No lo puedo olvidar porque este hombre, que tenía más de 70 años de edad, me contó que en 1916 había decidido luchar como voluntario al lado del ejército rumano en contra de Alemania. Luchó en el frente de Moldavia, estuvo herido y lo trasladaron a un hospital de Iasi. Allí lo cuidó una chica muy hermosa, una moldava que se llamaba Maricica, de la que se enamoró. Después de curarse, se casaron. Vendió absolutamente todo lo que tenía en Francia y se mudó a Rumanía. Se construyó una pequeña granja y llevó una buena vida. Pero el comunismo decidió destruir a este agricultor y a su familia.»
100 años después de la Gran Guerra, Europa aún recuerda muy bien el conflicto que marcó el comienzo de otro período histórico marcado, al igual que otros períodos históricos, de tragedias, hechos heróicos, cobardía y esperanzas.