Rivalidades políticas – El Rey Carlos II y el Príncipe Nicolás
Pocas personalidades de la historia de Rumanía atrajeron tanta antipatía como el rey Carlos II y muchas menos se dejaron arrastrar por odios tan viscerales
Steliu Lambru, 02.09.2013, 20:47
Pocas personalidades de la historia de Rumanía atrajeron tanta antipatía como el rey Carlos II y muchas menos se dejaron arrastrar por odios tan viscerales. En el mundo político, Carlos II fue repudiado tanto por personalidades destacadas de la democracia rumana, como Iuliu Maniu, como por la extrema derecha. Carlos II fue un hombre orgulloso y autoritario y los efectos de su manera de dirigir no tardaron en aparecer. Al final de un decenio de reinado, entre 1930 y 1940, la Rumanía de Carlos II estaba agonizando, tras amputársele sus territorios del este, oeste y sur.
Carlos II entró en conflicto con los propios miembros de su familia. Uno de estos fue su hermano, el príncipe Nicolás. El cuarto hijo de la pareja real Fernando y María, Nicolás, fue bautizado por el propio zar de Rusia, Nicolás II, que sería asesinado por el régimen bolchevique en el año 1918. Educado como un príncipe capaz de subir al trono de Rumanía, en caso de necesidad, Nicolás se negó constantemente a implicarse en esta misión, aunque las ocasiones no faltaron. El historiador Ioan Scurtu declara que el príncipe Nicolás no tenía ni la mínima ambición de llegar al trono de Rumanía.
“El príncipe Nicolás era el segundo varón de los seis vástagos de la princesa María, futura reina durante el matrimonio con el rey Fernando. Nicolás no ambicionaba ser rey. Ni siquiera cuando el primer ministro Marghiloman planteó la idea de que fuera proclamado heredero del trono, en 1918, a raíz del casamiento de Carlos II con Zizi Lambrino, que casi le excluye de la familia real. Después, en el período de la Regencia, entre 1927-1930, la reina María propuso que el príncipe Nicolás fuera elegido primer regente para que, de hecho, fuera él quien condujera la Casa Real. Pese a todo esto, el príncipe Nicolás no tenía semejantes veleidades.”
En una familia, los hermanos pelean a menudo y esto es válido también en las casas reales. En el caso de la rivalidad entre Carlos y Nicolás, el historiador Ioan Scurtu tiene dos explicaciones. La primera sería el carácter orgulloso de Carlos, que pretendía que todos le obedecieran ciegamente en todas las situaciones.
“El día 6 de junio de 1930, cuando Carlos regresó al país del exilio autoimpuesto, el príncipe Nicolás le recibió con los brazos abiertos en el palacio de Cotroceni. Creo que la motivación del conflicto es de índole subjetiva, es decir, el matrimonio del príncipe Nicolás con una persona que no pertenecía a las familias reales, hecho no permitido por el estatuto de la Casa Real. Carlos trató de encaminarle por la buena senda, aunque él mismo vivía con Elena Lupescu, una mujer que tampoco formaba parte de una familia reinante. En cambio, Nicolás se casaría con Ioana Dolete Săveanu en el mes de diciembre de 1931. Ante las sugerencias de Carlos, el titular de Interior, Constantin Argetoianu, solicitó al alcalde de Tohani, el lugar donde se había oficiado el matrimonio, que trajera el registro civil, junto con el notario, obligando a este último a copiar el registro entero con los matrimonio contraídos, salvo el del príncipe Nicolás con Ioana Săveanu”
La segunda causa de la rivalidad entre los dos hermanos fue la simpatía política del benjamín. Ioan Scurtu considera que esta pesó mucho en el mantenimiento del conflicto.
“La segunda causa del conflicto se debe a las opciones políticas del príncipe Nicolás. Este se había acercado al Movimiento Legionario que, en el mes de abril de 1936, había organizado un congreso en el cual se constituyeron “equipos de la muerte” que iban a liquidar a una serie de adversarios políticos, entre los cuales también se encontraba Elena Lupescu. Dado que el príncipe Nicolás no era del agrado de Elena Lupescu, tampoco quería hablar con la esposa del mismo. Encima, para forzar la nota, el príncipe Nicolás tuvo unos gestos de simpatía frente a los legionarios. En este contexto, el Movimiento Legionario difundió un manifiesto en el cual elogiaba al príncipe Nicolás, que había tomado actitud contra la “señorita” que era considerada una desgracia para el país. Un año más tarde, en 1937, a iniciativa de Carlos II, tuvo lugar un Consejo de Corona que decidiría eliminar al príncipe Nicolás de la fila de los miembros de la familia reinante. Era un asunto delicado dado que este era acusado de haber contraído matrimonio con una persona que no pertenecía a las familias reinantes, infringiendo así el estatuto de la Casa Real.”
El final de la guerra significaría también el final de la dinastía rumana. El rey Carlos II vivía ya en exilio desde 1940, allí donde llegarían pronto también los demás miembros de la familia real. Nicolás hizo el primer paso tratando de reconciliarse con su hermano. El historiador Ioan Scurtu nos amplía detalles al respecto:
“Aunque había sido alejado de la familia y a pesar de la actitud sumamente negativa de Carlos frente a él, el príncipe Nicolás fue el único miembro de la familia real que participaría en los funerales del rey Carlos II. El príncipe Nicolás fue un personaje interesante de la política rumana que no codició el trono de Carlos para llegar a ser rey de Rumanía, pero es verdad que tampoco aguantó la implicación de Elena Lupescu en la vida política.”
La rivalidad entre el rey Carlos II y el príncipe Nicolás no se pasó de la raya como en el caso del rey y el líder de la Guardia de Hierro, Corneliu Codreanu, que terminaría con el asesinato del último. Por otra parte, el caprichoso rey se valió de todas las estratagemas, incluso en contra de su propio hermano, para imponer su voluntad.
( trad. Rodica Popa)