Richard Nixon y Gerald Ford en Bucarest
Al final de los años 60, las dos alianzas militares y los dos sistemas político-económicos rivales, dirigidos por EE. UU. y la Unión Soviética, intentaron cohabitar, a través de gestos diplomáticos, por encima de la cerca de alambre de púas
Steliu Lambru, 09.09.2013, 23:38
Al cabo de un período de dos decenios de frialdad, al final de los años 60, las dos alianzas militares y los dos sistemas político-económicos rivales, dirigidos por EE. UU. y la Unión Soviética, intentaron cohabitar, a través de gestos diplomáticos, por encima de la cerca de alambre de púas. En Rumanía, Ceaușescu trató de deshelar las relaciones con EE. UU., invitando a dos presidentes norteamericanos, Richard Nixon, los días 2 y 3 de agosto de 1969, y a Gerald Ford, en el mes de agosto de 1975, a visitar Rumanía.
En aquel entonces, Mircea Carp dirigía el departamento rumano de la emisora La Voz de América y en esta calidad acompañó a los dos presidentes norteamericanos a Bucarest. Carp se había visto obligado a huir de Rumanía tras la instauración del régimen comunista con ayuda soviética. No fue un mero testigo ocular de la visita de Nixon a Rumania, sino que se percató también de las impresiones de los rumanos a raíz de la misma. Escucharán seguidamente un fragmento de la entrevista que este concedió, en 1997, al Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana:
“La visita de Nixon de agosto de 1969 fue la primera visita de un presidente norteamericano a Rumanía y significó un momento de apertura en las relaciones rumano-estadounidenses. Fue a la vez un momento esperanzador para los rumanos. Hubo incluso quien pensaba en una liberación de Rumanía de la ocupación comunista. Muchos rumanos esperaban que la visita de Nixon conllevara una mejora de la situación interna. Hoy por hoy, les puedo decir, a ciencia cierta, que ni el presidente Nixon, ni tampoco el Departamento de Estado o la embajada norteamericana de Bucarest dejaron que se vislumbrara que dicha visita conllevaría un cambio de la situación interna de Rumanía, sino solamente un cambio de las relaciones entre los gobiernos de Bucarest y Washington.”
Richard Nixon fue acogido en la capital de Rumanía con una simpatía inimaginable. Fue un verdadero triunfo que Ceaușescu interpretó como una señal de simpatía para con él mismo. Mircea Carp tiene una explicación para la simpatía que Nixon manifestó frente a Ceaușescu.
“Sobre el trasfondo de esta esperanza no justificada, Nixon fue acogido con un entusiasmo increíble. Más tarde, el Ministerio de Exteriores de Bucarest informaría que había salido a las calles de la capital alrededor de un millón de personas. El diálogo celebrado entre Nixon y Ceaușescu contó con el soporte de la simpatía que el presidente norteamericano le tenía al presidente rumano. Nixon trató de valerse, políticamente, de Rumanía como de un trampolín, en aras de mejorar las relaciones con Moscú. Hoy por hoy, creo que el presidente Nixon dio prueba de mucha ingenuidad al imaginarse que Ceaușescu podría desempeñar un papel tan importante ante Moscú. De todas maneras, sé que esta fue una de las razones de su visita. ¿Por qué simpatizaba Nixon a Ceaușescu?. Tras haber fracasado en su intento de llegar a ser presidente de EE. UU. en la lucha electoral contra Kennedy, la influencia política de Nixon había disminuido. Al tratar de recuperar su posición política, efectuó tres visitas a Europa Oriental: a Varsovia, Moscú y Bucarest. En Varsovia fue recibido con mucha frialdad y en Moscú le dieron la espalda. En cambio, en Bucarest, Ceaușescu, presintiendo algo, le tendió la alfombra roja, gesto que Nixon nunca olvidaría. La acogida de Bucarest fue para Nixon uno de los más gloriosos momentos promocionales en sus relaciones con el extranjero.”
Seis años más tarde, el sucesor de Nixon, Gerald Ford, visitaría a Rumanía. Otro éxito, pero no a la altura del acontecimiento de 1969. Mircea Carp recuerda:
“Gerald Ford venía desde Varsovia, tras haber participado anteriormente, en Helsinki, en la Cumbre de Seguridad y Cooperación en Europa. Había hecho un alto en Vasovia, donde había sido muy bien acogido, para llegar después a Bucarest. Aquí la acogida fue muy bella, pero mucho por debajo de la que los bucarestinos le habían reservado a Nixon seis años atrás. Dicen incluso que el propio Ceaușescu, mediante sus hombres de confianza, podría haber puesto freno a la acogida. Parece que no hubo más de 400.000 personas, lo que desde el punto de vista comunista representaba algo importante, pero nada impresionante. Esta vez, los rumanos manifestaron menos entusiasmo, porque durante los seis años transcurridos desde la visita de Nixon a la de Ford, EE. UU. había comprobado que no estaba dispuesto a comprometerse más de lo que hubiesen reclamado sus intereses políticos a mejorar la situación interna de nuestro país.”
Las dos visitas de Nixon y Ford, de los años 1969 y 1974, a Rumanía, representaron gestos de acercamiento entre dos países que pertenecían a sistemas político-militares opuestos. No no conllevaron resultados concretos dado que la propia esencia de sus regímenes políticos era opuesta.
(trad. Rodica Popa)