Relaciones diplomáticas entre Rumanía y Japón
Independientemente de las distancias físicas, las personas, las comunidades y las sociedades se acercan porque sienten y quieren estar cerca.
Steliu Lambru, 03.02.2025, 14:57
Hasta el siglo XX, cuando la globalización lo acercó todo, las personas tenían una atracción natural hacia sus parientes más lejanos. Querían conocer sus costumbres, aprender su idioma y conocer sus mentalidades.
Rumanos y japoneses se conocen formalmente desde hace unos 125 años, los escritos del viajero rumano Nicolae Milescu Spătarul sobre los japoneses en la segunda mitad del siglo XVII son de una época en la que el movimiento de personas era limitado.
A principios del siglo XX, más precisamente en 1902, el embajador japonés inició contactos en Viena con la parte rumana y expresó su deseo de que se establecieran relaciones bilaterales entre los dos países. Ese año se firmó un tratado comercial que constituiría la base legal para el desarrollo de la relación. Al estallar la Primera Guerra Mundial, Rumanía y Japón estaban en el mismo lado de las trincheras, en la alianza de la Entente. En agosto de 1917, Rumanía abrió su representación diplomática en Tokio, mientras que Japón hizo lo mismo en Bucarest cinco años después, en 1922. Entre 1922 y 1927, cerraron la legación rumana en Tokio debido a los recortes presupuestarios, pero después de 1927, cuando se reabrió la legación rumana, las relaciones funcionarían ininterrumpidamente hasta septiembre de 1944. En la Segunda Guerra Mundial, Rumanía y Japón volvieron a ser aliados, esta vez dentro del eje Roma-Berlín-Tokio.
Después de la guerra, las relaciones se reanudaron en 1959 y Ion Datcu fue nombrado embajador de Rumanía en Japón en 1966. En 1994, entrevistado por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, Datcu recordó que cuando llegó a la emisora no encontró a muchos funcionarios japoneses que supieran mucho sobre el país del que procedía.
«En relación con Rumanía, me sorprendió el escaso conocimiento que había en los círculos parlamentarios, incluso entre los miembros del Gobierno. Sabían muy poco y recuerdo que, en ese momento, cuando estábamos discutiendo ciertos problemas, incluso europeos, no podían entender el hecho de que tuviéramos posiciones diferentes a las de la Unión Soviética. Veían esta parte de Europa como un bloque monolítico. De hecho, esto no era solo algo japonés, encontré lo mismo en los Estados Unidos. Pero quiero decir que los empresarios, en cambio, sabían, tenían intereses. Visitamos muchas empresas, ya estábamos comprando barcos, estábamos construyendo barcos, también bauticé algunos buques de carga de minerales y también se compraron barcos de pesca. Incluso las grandes empresas de equipos electrónicos estaban prospectando el mercado. Me di cuenta de esta diferencia interesante entre los políticos y los empresarios. Había una gran discrepancia».
Pero Ion Datcu iba a tener una gran sorpresa en el encuentro con el soberano japonés.
«El emperador Hirohito era un hombre extraordinariamente agradable, más allá de su aura de misticismo, era un hombre extremadamente cálido y cercano. Y me sorprendió mucho que el emperador supiera más sobre Rumanía que los miembros del gobierno en ese momento. Empezó a hablarme del delta del Danubio y era un gran especialista en fauna, sobre todo en peces. Y él realmente me enseñó esto, tenía algunos libros, y entonces le prometí “Su Majestad, haré todo lo que pueda” y cuando me fui de vacaciones traje algunos libros que encontré, con mapas del delta del Danubio, y se los di. Y siempre me preguntaba “¿cuánto durará este paraíso en Europa?” Y se me ocurrió la idea, le dije “tal vez pueda venir a ver el Danubio, el delta del Danubio y el mar Negro”, área que consideraba de gran interés para sus estudios. Probablemente había estudiado biología y se había instruido sobre varios animales acuáticos».
Las relaciones rumano-japonesas estuvieron dominadas por cuestiones económicas. Ion Datcu llegó a decir que los japoneses habían inventado un nuevo tipo de diplomacia, la económica.
«Mi mandato en Bucarest fue, de hecho, casi enteramente económico. En ese momento, teníamos la idea de modernizar una serie de capacidades industriales, entre ellas la fábrica de aluminio. Recuerdo que lo hicimos con una empresa, Marubeni, hicimos una flota, y estábamos tratando de exportarnos y hasta logramos exportar palanquillas a un país que producía acero de ciertos tipos y tamaños, producían rodamientos y muchos otros productos, hasta recuerdo una pasta de huevo. No era un interés político muy grande desde el punto de vista del gobierno rumano. En ese momento, Japón era un interés económico, y desde el punto de vista japonés fue el período de florecimiento de la llamada diplomacia económica. Inauguraron la diplomacia económica. Para mí, que había estudiado mucho estos aspectos, tenía la impresión de que la diplomacia económica no se puede hacer al margen de la política, al margen de los factores militares y demás, como es normal. La verdad es que los japoneses, de hecho, han desarrollado y refinado la diplomacia económica. ¿Qué significaba esto? Sus prioridades de política exterior y diplomacia fueron establecidas, aparte de los Estados Unidos, por el área vecina y en otros lugares, de acuerdo con los intereses económicos».
Rumanía y Japón, dos países muy distantes entre sí, ya tienen una tradición centenaria de contactos bilaterales. Es una tradición que los mantiene unidos a través del pasado, pero también a través de los valores del presente.
Versión en español: Mihaela Stoian