Psiquiatría política en Rumanía comunista
La psiquiatría política está considerada una forma suave de represión comunista. Todo apunta a que ésta apareció en el período post-estalinista en la Unión Soviética y su objetivo no era propagar el terror tal como lo hacía la represión, sino de aislar
Steliu Lambru, 21.10.2014, 19:20
La psiquiatría política está considerada una forma suave de represión comunista. Todo apunta a que ésta apareció en el período post-estalinista en la Unión Soviética y su objetivo no era propagar el terror tal como lo hacía la represión, sino de aislar y neutralizar a todos los que se oponían al régimen. El procedimiento era simple: los disidentes y los opositores, personas sanas, eran diagnosticados de esquizofrenia o de trastorno de personalidad. Eran ingresados a la fuerza en psiquiátricos donde se les administraban neurolépticos que no necesitaban. A algunos se les pidió abandonar sus opiniones políticas sostenidas con mucha firmeza para poder demostrar su recuperación.
El psiquiatra estadounidense Sydney Bloch, que se encargó de la represión de la Unión Soviética, destaca que la idea apareció por el deseo de Moscú de librarse de la mala imagen internacional que los procesos-espectáculo dejaron en el período estalinista.
El médico Ion Vianu fue uno de los primeros rumanos en denunciar en el extranjero, esta forma de represión del estado comunista contra el ciudadano. En 1977, tras haber emigrado a Suiza, Vianu se sumó a un grupo internacional, La iniciativa Ginebra contra la psiquiatría política, que se encargaba de la psiquiatría soviética. Vianu ha recordado cómo empezó todo en Rumanía:
“En los años 1967-1968, en mi calidad de asistente en la Clínica Universitaria de Psiquiatría de Bucarest, asistí a ciertas discusiones cuyo objetivo preciso ignoraba. Estando en la oficina del profesor Vasile Predescu, escuché al doctor Angheluta, el director del hospital y residente de la Securitate (policía secreta rumana) decir que se estaba preparando la construcción de grandes hospitales de psiquiatría previstos con alambre espinoso y perros lobos donde iban a estar ingresados enfermos peligrosos. Al principio no me di cuenta de lo que se trataba, aunque de mis informaciones y especialmente de las historias sobre la psiquiatría soviética, tenía algunos indicios. No entendía por qué razón, de repente, había aumentado el número de enfermos peligrosos que tenían que estar supervisados con medios penitenciarios de lo más severos.”
Aunque el régimen de Ceausescu se declaraba antisoviético, el poder de Bucarest consideró que la psiquiatría política era una buena idea:
“Luego, tuvo lugar el mitín de apertura del curso académico 1969-1970 que se celebró en la Plaza de la Universidad al que acudió el mismo Nicolae Ceausescu. En un discurso largo hizo la siguiente afirmación: sólo un loco se puede imaginar que el régimen socialista podría caer en Rumanía, y para éstos tenemos medios de tratamiento, no sólo camisas de fuerza sino también otros medios. Entonces recordé lo que había escuchado en el gabinete del profesor Predescu, las afirmaciones del doctor Angheluta y me di cuenta de que algo se estaba preparando. De hecho, ya había comenzado. Los expedientes que vi posteriormente demostraban que ya habían estado hospitalizados varios opositores. A lo largo del tiempo conocí a algunos de estos opositores, en una experiencia directa”.
Ion Vianu recordó un caso que conoció directamente, el del abogado Haralambie Ionescu de Brasov:
“Les hablaré del caso de un abogado de Brasov, un jubilado que apenas había cumplido los 70 años de edad. Él había mandado una carta a la ONU diciendo que en Rumanía no se respetaban los derechos humanos. Era una barbaridad decir semejante cosa en la Rumanía comunista. La Securitate vio aquella carta, lo detuvo y lo trajo al hospital Gh. Marinescu de Bucarest para investigarle. Fue declarado enfermo mental y por un tiempo estuvo ingresado en el hospital. Es cierto que luego estuvo hospitalizado en su domicilio y obligado a presentarse una vez a la semana a la policlínica. Después yo me fui del país y me enteré de que había fallecido. Pero me envió un mensaje rogándome que dejara de mencionar su caso. Con otras palabras, le estaban chantajeado e incluso yo me sentí chantajeado. Hubo otros casos que conocí personalmente como por ejemplo el del escritor Ion Vulcanescu. Lo vi en el jardín del hospital central, estaba ingresado en un pabellón del hospital teniendo un proceso político. Tengo que decirles que tampoco Ion Vulcanescu era enfermo mental porque más tarde emigró y llegó a ser administrador en Nueva York de un gran conjunto de bloques. Y no es precisamente una profesión que todos los enfermos mentales puedan realizar.”
Entre los que sufrieron a causa de los tratamientos psiquiátricos estuvo también el famoso opositor Vasile Paraschiv. El número de los que sufrieron debido a la psiquiatría política en Rumanía aún es difícil de estimar y los investigadores no quieren avanzar ninguna cifra. El problema de las reparaciones y de las responsabilidades es complicado. La información es escasa y los responsables murieron. Pero es un avance poder hablar del sufrimiento de aquellas personas, víctimas de un régimen salvaje y criminal.