Los rumanos de la margen derecha del Danubio
Una historia sobre fronteras, lenguas y la vida en una familia multiétnica
Steliu Lambru, 24.10.2022, 15:09
Las fronteras son límites convencionales, reales o imaginarios, que delimitan espacios culturales, comunidades, ciudades, países, continentes, mentalidades. Las fronteras existen y parece que seguirán existiendo en el futuro, incluso en la era actual de globalización, porque la gente las necesita. La existencia de personas a ambos lados de una frontera demuestra que esta es una referencia que divide y que une al mismo tiempo.
La frontera sur del espacio geocultural rumano es considerada el río Danubio, la gran vía paneuropea de navegación. Se puede decir que la Rumanía actual es una creación del Danubio como una nueva concepción de la unidad del continente a partir de la primera mitad del siglo XIX. Pero si miramos hacia atrás en el tiempo, el Danubio era una frontera dura que también llegó a atravesarse. El imperio romano fue la primera potencia y civilización en la zona del sureste de Europa que tenía como límite el Danubio y lo traspasaba. Los rumanos también han habitado en ambas orillas del Danubio y las comunidades más grandes son los rumanos de Banat y los rumanos del valle de Timoc o los rumanos de Serbia y Bulgaria. Otras comunidades rumanas más pequeñas eran las de las ciudades de Turtucaia, Silistra y a lo largo de la línea del Bajo Danubio hasta el comienzo del delta del Danubio.
Las comunidades rumanas más activas en la orilla sur del Danubio fueron las de Turtucaia y Silistra. En Turtucaia, ubicada aproximadamente a 70 kilómetros al sureste de Bucarest, funcionaba desde el año 1774 una escuela en lengua rumana fundada por un tal Rusu Șaru. Y en Silistra había una escuela con enseñanza en rumano antes de 1850, como mencionó el maestro Petru Mihail en 1847. Esta zona se caracteriza por una composición étnica mixta y, además de rumanos, también hay búlgaros, turcos y romanís. Después de 1913, cuando el Cuadrilátero en el que se ubicaban estas dos ciudades pasó a formar parte de Rumania, la proporción de rumanos aumentó. Los recuerdos de aquellos nacidos cerca de Silistra hablan de convivencia, no solo de diferencias. En 1997, el arqueólogo Petre Diaconu habló con el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana sobre su familia multiétnica.
“Mi madre no era rumana, venía de una familia de búlgaros y griegos. Pero mi padre sí era rumano. Mi madre, a través del matrimonio, se convirtió en una rumana más rumana que los demás rumanos. Recuerdo que cuando se jugaba un partido de fútbol, por ejemplo, entre el equipo de Bulgaria y el de Rumanía, mi madre sufría más que mi padre cuando la selección rumana estaba en apuros. Pero aprendí búlgaro, no tanto de mi madre, sino de los otros niños. En casa solo se hablaba rumano. Mi madre había aprendido muy bien el idioma rumano y, además, mi abuelo por parte de madre y mi abuela hablaban rumano antes de 1913, siendo ellos dueños de grandes rebaños de ovejas. Por lo general, tenían como pastores a los transilvanos que habían huido de Transilvania para no entrar en el ejército, habían cruzado Valaquia y llegaron al sur del Danubio donde trabajaban como pastores.
La política cambió la vida de las personas. A algunos les hizo renunciar a lo que habían vivido, pero a otros les dio nuevas oportunidades. Petre Diaconu:
En 1913, cuando las tropas rumanas entraron en el sur de Dobrogea después de la paz de Bucarest, mi padre dijo que esta situación no era particular a la familia en la que entró por matrimonio. Muchos búlgaros y turcos hablaban rumano. Además, yo tuve que aprender no solo búlgaro, sino que también tuve que aprender el idioma turco porque este pueblo donde nací y donde iba todos los veranos y todas las vacaciones estaba poblado en su mayoría por turcos. También, la niñera que me crio era turca. Recuerdo que ella se preocupaba tanto por mí que, en 1936, cuando yo era un niño de 12 años, lloraba porque tenía que ir a Turquía con su esposo, sus hijos y sus familiares. Ella se preocupaba por mí como de sus propios hijos.
Petre Diaconu eligió convertirse en arqueólogo. Un maestro modelo que tuvo en la escuela secundaria contribuyó esencialmente a esto.
Cuando llegamos a la escuela secundaria en Silistra, de alguna manera me capturó esta pasión por el pasado histórico, por la historia antigua, por la arqueología. El director de nuestra escuela secundaria, Pericle Papahagi, un erudito conocido en el mundo de los filólogos, vino a Silistra. Renunció a la cátedra universitaria, vino a Silistra como profesor de filología y luego solo como director, únicamente para estar allí para recibir a los colonos arrumanos, los macedonio-rumanos que venían de Macedonia, siendo también él arrumano. Bueno, este director tenía pasión por coleccionar cosas viejas, antigüedades.
Las pequeñas comunidades rumanas de la margen derecha del Danubio ven el río como una frontera, pero no como una que separa. Es la misma perspectiva de separación, pero también de cercanía, así como siempre lo ha sido.
Versión en español: Carolina Hernando Carrera