Los alemanes de Rumanía después de 1945
Steliu Lambru, 15.04.2019, 15:36
Después de la Segunda
Guerra Mundial se creó una nueva configuración étnica, resultado de la rebelión
sin precedentes en la historia de la humanidad hasta aquel entonces. Todos los
países, tanto ganadores como perdedores, buscaron rehacerse desde el punto de
vista demográfico y económico después de casi 6 años de guerra. Además de los
millones de judíos que murieron en los campos de concentración nazis, los más
afectados fueron los alemanes. De alguna manera, su tragedia es comprensible:
considerados culpables por todos los horrores de la guerra, pagaron desde todos
los puntos de vista, tanto económico como humano y social.
Los alemanes de
Rumanía, denominados sajones y suevos, al igual que las demás comunidades
alemanas de Europa Central y Oriental, sufrieron terriblemente. Durante la
época comunista, los sajones y los suevos que no fallecieron en la guerra, que
se salvaron de la deportación a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
(URSS) y los pocos que regresaron de la URSS optaron por emigrar a la República
Federal Alemana. Durante todos los años del régimen comunista, desde 1945 hasta
1989, el éxodo de los alemanes fue sistemático e incluso determinó su
desaparición de Rumanía. Aquel éxodo tiene una doble explicación: la política
de la República Federal Alemana en referencia a los alemanes de Europa Central
y Oriental y el deseo del Estado comunista rumano de ganar dinero de aquella
política alemana.
El sociólogo
Remus Anghel estudia el fenómeno de la migración en el Instituto para el
Estudio de los Problemas Nacionales de Cluj Napoca. Es coautor de un volumen
sobre la historia de las comunidades alemanas de Rumanía desde los años 1930:
El papel de las asociaciones alemanas de Rumanía
fue convencer al Gobierno alemán de iniciar el programa de ayuda a los étnicos
alemanes de Rumanía, es decir ofrecer indemnizaciones financieras al Gobierno
rumano. De hecho, existió un antecedente en la migración de los judíos, es
decir un acuerdo entre el Gobierno rumano y el israelí a través del cual se
facilitó la migración de los judíos. Los rumanos solemos entender las cosas que
tienen que ver con el contexto rumano desde la perspectiva del contexto rumano.
Sin embargo las cosas no deben ser percibidas así. La historia de los alemanes
de Rumanía del siglo XX se relaciona a dos momentos esenciales, a dos
personajes esenciales: Hitler y Stalin. Como todos los alemanes del este y
centro de Europa, ellos se sitúan en el medio entre la expansión de la Alemania
nazi, la guerra y las consecuencias de la guerra.
Después de la
guerra, aproximadamente 12 millones de alemanes de Europa Central y Oriental se
vieron obligados a refugiarse en la Alemania Federal y casi 1 millón de ellos
murieron en el camino.
Remus Anghel ha
afirmado que la reubicación de los alemanes de Rumanía era de cierta forma
previsible.
Durante la guerra y después de la guerra se creó un
movimiento para apoyar la reubicación de los alemanes de Rumanía. Al vivir en
un país comunista, los rumanos no entendimos este movimiento, sólo sabíamos que
existían ciertas comunidades alemanas, pero un 40% de los suevos de Banato o
bien se marcharon o murieron en la
guerra. Prácticamente algunos jóvenes se incorporaron al ejército alemán
mientras que otros fallecieron o se fueron directamente a Alemania. Las
poblaciones alemanas de Dobrogea, Bucovina, Besarabia y el Viejo Reino fueron
reubicadas por Alemania en los años 1940, primero en Polonia y luego en
Alemania. Durante el período de entreguerras, hubo una población de 750.000
alemanes en Rumanía y después de la guerra, de 300.000-310.000.
Después de
1989, los historiadores rumanos calificaron la marcha de los alemanes de
venta. Según los que se marcharon, un alemán que quería marcharse tenía que pagar
entre 5.000 y 15.000 marcos alemanes. Los que no tenían dinero pasaron la
frontera ilegalmente y muchos de ellos fueron asesinados.
Más detalles
sobre la marcha de los alemanes de Rumanía nos ofrece a continuación Remus
Anghel:
El fenómeno de la venta debe ser visto desde dos
perspectivas. La primera, la alemana, era percibida como una responsabilidad.
No se trataba de traer a los alemanes del este para que trabajasen porque
podían conseguir mano de obra barata de cualquier parte y lo hicieron. Los
étnicos alemanes de Rumanía sufrieron más que los rumanos, húngaros y otras
naciones durante el régimen comunista ya que en casi todas las familias había
una persona deportada, sobre todo hombres y mujeres de entre 18-45 años de
edad. Éste fue un drama social que nosotros no logramos entender. Para
Alemania, la compra de sajones y suevos fue un proceso reparador, para Rumanía
fue una comprensión incorrecta. Lo que ocultaba la comprensión formal era la
comprensión informal. Después de 1977 hubo muchas solicitudes de marcha, pero
se establecieron cuotas de 10.000-15.000 personas, no eran cuotas grandes.
Cuando una persona presentaba los documentos para marcharse empezaba un proceso
administrativo: perdían sus empleos o debían vender sus casas a un precio muy
pequeño. Se trataba de un proceso doloroso que un Hansi o un Jurgen prefirieron
pagar. Prácticamente, fue una especie de extorsión de los alemanes y del Estado
alemán para emigrar. Desde mi punto de vista, el dinero no era el problema sino
la manera en que fueron tratadas las personas.
Inmediatamente
después de marcharse los alemanes, la diversidad étnica de Rumanía se vio
afectada. Sin embargo, la vida de los que llegaron donde desearon cambió para
bien y esto fue lo más importante para
ellos.