Las primeras elecciones democráticas después de la caída del comunismo
El 20 de mayo de 1990, cinco meses después de la caída de la dictadura encabezada por Nicolae Ceauşescu, los rumanos con derecho a voto estaban llamados a las urnas para elegir tanto al presidente del país, como a los miembros del Parlamento.
Steliu Lambru, 09.06.2015, 16:37
El 20 de mayo de 1990, cinco meses después de la caída de la dictadura
encabezada por Nicolae Ceauşescu, los rumanos con derecho a voto estaban
llamados a las urnas para elegir tanto al presidente del país, como a los
miembros del Parlamento. En aquella ocasión, el proceso electoral se desarrolló
según un decreto ley emitido por el Consejo Provisional de Unión Nacional, un
organismo transitorio que tenía autoridad legislativa, y que fue creado después
de la revolución de diciembre de 1989 bajo el mando de Ion Iliescu. Después de 25
años desde las primeras elecciones democráticas organizadas en la Rumanía postdecembrina,
el ejercicio electoral del 20 de mayo de
1990 no hizo nada más que reconfirmar algunos meses más tarde a los líderes de
la revolución. El Frente de la Salvación
Nacional, una organización política declarada partido político el 6 de febrero
de 1990, ganó las elecciones de manera categórica. El politólogo Gabriel
Andreescu explica por qué Ion Iliescu, el candidato del FSN en los comicios
presidenciales, llegó a ser el
presidente electo de Rumanía.:
En primer lugar, estas elecciones
fueron parcialmente libres. El FSN tenía la capacidad de controlar todo el
proceso electoral. Además de controlar el proceso electoral, el FSN también
controlaba los recursos del país. En aquel momento se tomaron algunas
decisiones sobre sectores como el consumo o los recursos, lo que generó la
satisfacción del electorado. Tal vez no se conoce este aspecto, dado que todo
ocurría en el entorno rural, pero en las aldeas, en las listas electorales no
figuraban todos los nombres de los candidatos. Había nombres de personas
anunciados como candidatos pero estos nombres no figuraban en las listas
enviadas a los centros electorales. De esta forma, se vició el sistema electoral,
lo que junto con la fuerte propaganda que se hacía, garantizó el éxito del FSN.
El 6 de febrero de 1990, el FSN se convirtió en
partido político, con el fin de presentarse en las elecciones de mayo. Salvo
algunos periódicos, casi toda la prensa rumana estaba controlada por el nuevo
partido, incluso la Televisión Rumana declarada libre en diciembre de 1989. En
opinión de Gabriel Andreescu, no solo la manipulación mediática determinó la
victoria del FSN, sino también el control ejercido a la hora de contar los
votos.:
Todo fue un ejercicio electoral
controlado, desde la utilización de los recursos con el fin de manipular al electorado,
hasta la elaboración de las listas, o los fraudes con los votos. Y podría poner
como ejemplo un aspecto muy fácil de comprobar.
En Bucarest, la lista incluía dos nombres de candidatos independientes.
Entre los candidatos también figuraban Octavian Paler y Gabriel Liiceanu. Ambos
eran grandes personalidades que en aquel momento gozaban de fama en la prensa,
ya que habían recibido un voto por parte del
electorado que compraba en gran cantidad los periódicos y las revistas
que publicaban sus artículos. En aquella
época, Revista 22, el Grupul pentru
Dialog Social, contaba con una tirada de 100.000 ejemplares, y România Liberă,
con un millón. Cada uno de estos candidatos debía obtener al menos los 30.000
votos necesarios como mínimo .
En las elecciones presidenciales del 20 de mayo de 1990, los contrincantes
de Ion Iliescu eran Ion Raţiu, representante del Partido Nacional Campesino
Cristianodemócrata, y Radu Câmpeanu, del
Partido Nacional Liberal. El politólogo Gabriel Andreescu habla sobre el
fracaso de estos partidos históricos ante los nuevos grupos políticos
Hablando del FSN y sus recursos, me refiero
a todo tipo de recursos, y no solo a las importaciones de plátanos y naranjas,
que fueron traídas y vendidas en las tiendas para responder a las frustraciones
de la población. También me refiero a los recursos de índole simbólica. Ante
todo, la televisión, la radio e incluso la prensa, representaban la voz de los
que habían tomado el poder en diciembre de 1989, los seguidores del
expresidente Ion Iliescu. El odio, la mistificación y la manipulación, fueron
utilizadas para engañar a la población. También se utilizaron las amenazas, el
miedo, en sintagmas como vienen los ricos y les quitan las tierras o vienen
los capitalistas y les quitan las fábricas. De hecho, no vinieron ni los ricos
ni tampoco los capitalistas para recuperar sus propiedades nacionalizadas en
1940, pero sí que vinieron los exmiembros de la Securitate y los
exnomenklaturistas, para operar privatizaciones ilegales y para hacerse con una
gan parte de las propiedades y los bienes del pueblo.
Para muchos de los casi 14 millones de rumanos que votaron aquel 20 de mayo
de 1990, el entusiasmo de la libertad y la esperanza en una vida mejor en un
país libre del comunismo iban a convertirse en lamentos y frustración. El día
de las primeras elecciones libres iba a llamarse el domingo del ciego. El
politólogo Gabriel Andreescu :
La gente tuvo un momento de
libertad. Era su propia libertad, no la del sistema, que era parcialmente
libre, pero cada uno podía expresar su propia opción. La gente votó sin pensar, como ciegos, sin
mirar hacia el futuro. Es cierto que un
gran número de los votos, aunque no todos los expresados entonces, fueron para
Iliescu y su partido. Sinceramente, creo que la gente no entendió la historia
de Ion Iliescu, o lo que él representaba. Se dejaron engañar y creo que esta
podría ser considerada la característica del electorado de 1990.
Un electorado que demostró, un mes más tarde, que el Frente de la Salvación
Nacional estaba preparado para utilizar cualquier método para obtener el
control sobre el nuevo estado democrático. En junio de 1990, sobre el trasfondo
de las protestas de los rumanos contra el resultado de los comicios, la acción
de los mineros del Valle del Jiu que vinieron a Bucarest para reinstaurar el
orden, iba a degenerar en un acontecimiento sangriento . (traducido por Simona
Sarbescu)