La cremación en Rumanía
Una de las ideas más avanzadas en la sociedad conservadora rumana del último cuarto del siglo XIX fue la cremación de los muertos como alternativa al entierro tradicional.
Steliu Lambru, 27.02.2014, 12:57
Una de las ideas más avanzadas en la sociedad conservadora rumana del último cuarto del siglo XIX fue la cremación de los muertos como alternativa al entierro tradicional. Igual que todas las ideas nuevas, fue promovida sobre todo por los intelectuales, dado que en sus comienzos no gozaba de mucha popularidad entre la gente común y tampoco entre las élites tradicionalistas. Más tarde, tras haber llegado a ser más conocida y más promovida por razones de sanidad pública, la incineración fue adoptada como opción más práctica al antiguo entierro.
Junto con la idea de la incineración, en rumano aparecen algunas palabras nuevas, como cremación y un adepto de la misma, Nichifor Crainic, uno de los opositores a la cremación en la época de entreguerras, acuña el término peyorativo de cenicero. El historiador Marius Rotar, presidente de la Asociación Rumana de Cremación, nos amplía más detalles sobre el momento en que la idea de la cremación surgió en el espacio rumano.
“Se trata de la segunda mitad del siglo XIX. Sabemos que este modelo occidental fue adoptado también en Rumanía. Los que lo apoyaban pertenecían a una élite. En primer lugar, los médicos apoyaron, por razones prácticas, la idea de la cremación. Se trata de algunas personalidades, entre las cuales destaca el nombre de Constantin I. Istrati. En su tesis doctoral publicada en 1876, La eliminación de cadáveres, apoya abiertamente la idea de la incineración. Iba a ocupar algunos cargos sucesivos de ministro y de alcalde de Bucarest y posteriormente llegaría a ser presidente de la Academia Rumana. En reconocimiento a su labor a favor de la cremación, fue incinerado en 1918, año en que murió, en el crematorio Pere Lachaise de París. Otros destacados representantes de este movimiento fueron el director del Teatro Nacional de Iași Mihail Codreanu y el catedrático Constantin Tiron, también de Iași. Hay una serie de diferencias entre Transilvania y los Principados Rumanos, dado que el espacio transilvano tiene reacciones distintas y adopta una actitud crítica frente a la cremación. Lo interesante es que la reacción manifestada por la Iglesia Ortodoxa Rumana anteriormente a la Primera Guerra Mundial no fue muy violenta. Ya en 1900 aparece una serie de artículos dedicados a la incineración en la Revista Teológica y en la revista La Iglesia Ortodoxa Rumana. Anteriormente a 1914, la idea de la cremación era desconocida en el espacio rumano, donde no había existido ningún crematorio.”
La fundación del crematorio humano La Ceniza en Bucarest en 1928 significó un aumento de los partidarios de este movimiento. Según explica Marius Rotar, estos partidarios no necesariamente compartían opiniones ateístas o anticristianas.
“Lo interesante es el hecho de que en Rumanía los partidarios del movimiento de la cremación nunca se han declarado enemigos del cristianismo, ni ateos o librepensadores, salvo el caso de Constantin Tiron de Iași. Los adeptos rumanos eran idealistas y nunca pensaron que la Iglesia Ortodoxa Rumana reaccionaría tan fuertemente. Durante la época de entreguerras, el perfil del partidario de la cremación no cambia mucho, solo que a esta élite se suman también otras personas procedentes de las categorías sociales inferiores.”
¿Qué dificultades afrontaban los rumanos seguidores de la cremación? Marius Rotar.
“En primer lugar dificultades financieras. La construcción del crematorio La Ceniza y la idea de la cremación nunca se habrían convertido en realidad si no hubieran tenido el apoyo directo del Ayuntamiento de la capital. Hubo al menos cinco alcaldes que la apoyaron; el más conocido de ellos fue Ion Costinescu, posteriormente nombrado ministro de Sanidad. Fue presidente de la Sociedad La Ceniza. Existió un motivo muy práctico para esta sociedad, dado que necesitaban incinerar los cuerpos de las personas fallecidas de los que nadie quería hacerse cargo, principalmente mendigos y personas sin hogar. También hubo casos de cremaciones de niños, según señalaban la revista La Llama Sagrada y los registros del crematorio La Ceniza.”
A continuación, Marius Rotar habla sobre lo que ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial:
“Después de 1945, el movimiento rumano de cremación recibe un fuerte golpe, ya que deja de publicarse su revista representativa La Llama Sagrada. La idea no goza de más popularidad y los datos indican un total de 248 incineraciones en 1928, que en 1947 alcanzan las 552. Sin embargo, hablamos de un porcentaje bastante pequeño, tanto en el periodo de entreguerras como en el de posguerra, es decir, un cero coma algo por ciento, hasta el comienzo de la época comunista en Rumanía, que no genera ningún aumento de las cremaciones, sino todo lo contrario, de modo que se registra un descenso de las mismas. En 1953 se registran solo 260 incineraciones. El tema del hombre nuevo y de la cremación presuntamente apoyada por los comunistas nunca lo confirman las estadísticas. Hasta los años 70 no empieza a aumentar el número de incineraciones, que en 1980 alcanza un nivel máximo. Sin embargo, una explicación podría ser el aumento de la población de Bucarest en aquella época.”
La lista de rumanos que han optado por la cremación como alternativa al entierro incluye nombres famosos: el historiador de las religiones Mircea Eliade y su seguidor Ioan Petru Culianu, el crítico literario Matei Călinescu, el periodista Felix Aderca, el historiador Adolf Armbruster, la cantante Doina Badea, la actriz Clody Bertola, el politólogo Silviu Brucan, el lingüista Theodor Capidan y el director de cine Sergiu Nicolaescu. Sin embargo, la cremación sigue siendo una práctica controvertida y bastante inusual, dado que está determinada por las creencias y las opciones estrictamente individuales.
(Trad. S Sarbescu)