La Bucovina de entreguerras
Bucovina o Tierra de bosques de hayas es la provincia situada en el norte de Rumanía con una historia sinuosa.
România Internațional, 27.09.2021, 18:06
Bucovina o «Tierra de bosques de hayas» es la provincia situada en el norte de Rumanía con una historia sinuosa. En la Edad Media, era parte de Rus de Kiev, del principado de Halych y del principado de Moldavia. Bucovina fue el núcleo del que nació el estado medieval de Moldavia y la ciudad de Suceava fue su primera capital. La residencia del príncipe moldavo más longevo, Esteban el Grande, en la segunda mitad del siglo XV, estaba en Suceava.
En 1774, Bucovina fue anexionada por Austria, y en 1918 se unió al Reino de Rumanía. En junio de 1940, tras dos ultimátums, la Unión Soviética anexó Besarabia y Bucovina del Norte, liberadas en 1941. En 1944, la Unión Soviética volvió a anexar los dos territorios, con el norte de Bucovina incorporado a Ucrania.
Bucovina fue y es una provincia multicultural y multiétnica. Rumanos, rutenos, alemanes, polacos, judíos, húngaros, romaníes y otros vivieron y viven en esta provincia. Según el censo de 1910 realizado por las autoridades de los Habsburgo, la población de Bucovina era de 800.198 habitantes, de los cuales el 39% eran rutenos, el 34% rumanos, el 13% judíos, el 8% alemanes, el 4,5% polacos y el 1,3% húngaros. En el período de entreguerras, cuando Bucovina era parte de la Gran Rumanía, la observancia de los derechos étnicos en Bucovina seguía los más altos estándares democráticos, y el nivel de vida estaba en un nivel aceptable. El diagnóstico es confirmado tanto por estadísticas económicas como por testimonios. Uno de estos testimonios, registrado en 1998 por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, pertenece al maestro Mihai Macsim, maestro en el pueblo de Vatra Moldoviței.
«Ese pueblo está en el área de los Subcárpatos de Obcina. Es una región muy hermosa, con campesinos laboriosos, dedicados al bienestar de sus hogares, que en el período respectivo, entre las dos guerras, especialmente en Moldovita y Vatra Moldoviţei, eran de varias nacionalidades. Pero la relación entre personas de diferentes nacionalidades y religiones era lo mejor posible. No hubo conflictos étnicos, religiosos o tal vez incluso políticos. La gente, la mayoría de ellos, trabajaban en el bosque. Y otros eran terratenientes, o sea eran muy ricos».
Los lugareños, artífices de la pequeña historia, se dedicaban a las ocupaciones tradicionales. Habitantes de la zona montañosa, estaban atados al bosque. Mihai Macsim describió la comunidad en la que trabajó como maestro.
«La ocupación básica de la gente de Moldovita era la de trabajadores forestales. Trabajaban la madera que luego era llevada a la fábrica. En cuanto a las relaciones entre intelectuales en particular, en Moldovita había muchos intelectuales, médicos, dentistas, jefes de estación, ingenieros, maestros, profesores, sacerdotes y otras categorías profesionales. Era un centro de trabajo muy desarrollado. Muy a menudo los intelectuales se reunían en el ayuntamiento o en la sede de la fábrica y discutían diferentes asuntos, pero no eran cuestiones políticas».
El grado de prosperidad económica es muy importante en la existencia de las personas. Es por eso que el nivel de vida es un indicador de cómo funciona una sociedad en un momento dado, política, social y culturalmente. Mihai Macsim detalló cómo vivía un maestro.
«La situación material de un maestro en el período de entreguerras era relativamente buena. Por ejemplo, el maestro sustituto, que estaba por primera vez en la educación, tenía un sueldo de aproximadamente nueve mil seiscientos lei por mes y el alquiler y los gastos mensuales necesarios eran de aproximadamente 800 lei. Eso significa que le quedaba la mitad de su salario para sus gastos. Así que no diría que hubo un momento en que los maestros lo pasaban mal. Sin embargo, en comparación con otras categorías de funcionarios públicos, los maestros fueron un poco descuidados en términos de remuneración. Pero como la mayoría de los maestros eran muy modestos, era suficiente para ellos. Por ejemplo, yo trabajaba en Breaza y allí tenía un sueldo de 1600, con 800 cubría los pagos del alquiler, el resto quedaba para mis gastos. Y, la mayoría de los maestros, ese dinero que quedaba lo usaban para comprar libros. Cabe recordar que los maestros de entreguerras tenían bibliotecas muy hermosas y había gente que estudiaba mucho».
Como miembros destacados de la comunidad rural, los maestros eran personas respetadas. De hecho, para compensar algunas deficiencias económicas, las comunidades los protegían. Mihai Macsim.
«En efecto, en esa época, el maestro y el director recibían una parte del fondo de la iglesia para cubrir los gastos para comprar leña. Si vivías en la escuela y la escuela tenía algo de tierra, la tierra era arrendada y el dinero se dividía entre todos los maestros de esa aldea. Así que también hubo apoyo real de las autoridades. Me gustaría que los maestros de hoy vivieran como los de 1937, 1938, 1939 hasta 1940. Tenían una buena vida. Las autoridades solo los descuidaron hasta cierto punto porque así eran las circunstancias».
Lejos de presentar una imagen idílica, los testimonios que muestran una sociedad democrática asentada son útiles para ver cómo, por contraste, una sociedad se degrada en regímenes dictatoriales. Y Bucovina conoció plenamente las dictaduras del siglo XX, el fascismo y el comunismo. La historia a nivel micro y a nivel macro no se contradicen entre sí, son dos partes complementarias de la existencia humana.
Versión en español: Victoria Sepciu