La batalla de Verdún y la entrada de Rumanía en la Primera Guerra Mundial
La batalla de Verdún, llamada La madre de todas las batallas o El matadero, fue también la mayor matanza de la Primera Guerra Mundial.
România Internațional, 07.06.2016, 00:21
Los historiadores y los memorialistas tienen distintas opiniones sobre el número de muertos y heridos, pero la opinión general es que fue muy grande, alcanzando los cientos de miles. La importancia de la fortificación de Verdún era colosal para el ánimo de los franceses y el destino de la guerra. La tenacidad del ejército alemán para aplastar al ejército francés cedió ante la resistencia fuera de lo común éste. En Verdún, el ejército francés adoptó el lema: “¡No pasarán!”, que se modificó un poco y fue adoptado también por el ejército rumano en las batallas de Mărăşeşti, Mărăşti y Oituz en el verano de 1917: “Por aquí no se pasa”. La batalla de hace 100 años fue también decisiva para Rumanía, porque determinó su entrada en la Gran Guerra, en la que había quedado neutral. Al estar en la alianza con las Potencias Centrales desde 1883, Rumanía había proclamado su neutralidad en 1914, cuando empezó la guerra. Rumanía no había cumplido con la alianza con Alemania y Austro-Hungría porque los derechos nacionales de los rumanos en los territorios de la monarquía austrohúngara no se respetaban. A pesar de ello, las relaciones económicas de Rumanía con las Potencias Centrales continuaron durante los dos años de neutralidad, suministrando el petróleo y los productos alimentarios rumanos a los ejércitos de las Potencias Centrales.
La iniciativa de atraer a Rumanía junto a la Entente se había dejado a Rusia, que sin embargo consideraba que las pretenciones de Rumanía para mejorar los derechos de los rumanos fuera de su país eran exageradas. La batalla de Verdún fue el momento en el que Rumanía tuvo que tomar una decisión histórica. Francia se estremecía, la resistencia de Verdún se encontraba en su límite máximo y se tenía que reducir la ofensiva alemana. Los militares franceses tenían la estrategia de abrir un nueva frente en el este para el desplazamiento de las tropas alemanas y para el desbloqueo de Verdún, y Rumanía tenía que comprometerse a esto. Pero la idea se tenía que plantear en los términos diplomáticos de la persuasión y las negociaciones. El historiador Sergiu Iosipescu del Instituto de Estudios Políticos de Defensa e Historia Militar ha afirmado que uno de aquellos que asumieron el deber fue el nuevo embajador de Francia en Bucarest:
“El 5 de julio de 1916, el día anterior a la partida a Bucarest, el conde de Saint-Aulaire enseñó al presidente de Francia el mensaje que Brătianu envió al ministro en París, Lahovary. Brătianu prometía la entrada de Rumanía en la guerra después de 5-6 semanas si dentro de ese plazo empezaban a llegar las municiones solicitadas. Pero lo que parece totalmente notable es la predicción del general Lyautey, el protector del conde de Saint-Aulaire, para su partida a Rumanía: ”He reflexionado sobre su situación, conde. Sinceramente, creo que tengo que felicitarte. He recibido el mapa de Europa Central y Oriental, he constatado que Rumanía crecerá más y, sobre todo, se llenará definitivamente tras la derrota de las Potencias Centrales, que mediante la de Rusia. La opinión pública rumana, lo suficientemente fuerte para llevar a un Hohenzollern de la alianza con Alemania a la neutralidad, lo llevará de la neutralidad a la intervención. Rumanía seguirá el gesto de Italia, tarde o temprano la balanza se inclinará a favor de la intervención.”
Para la entrada de Rumanía en la guerra, la Entente hizo una oferta más que generosa. Se trataba de los territorios de Austro-Hungría habitados por los rumanos y de las promesas sobre las garantías posteriores al final de la guerra. A pesar de ello, la ambición de Francia de traer a Rumanía a la alianza con la Entente tenía que superar algunas dificultades. Rumanía no tenía un ejército capaz de aguantar la dificultad de llevar una guerra de tal envergadura. En segundo lugar, los partidarios de cumplir con la alianza con las Potencias Centrale representaban un grupo consistente e influyente en la opinión pública rumana. La dificultad de vencer a los partidarios de los alemanes se notaba también en la manera en que la prensa presentaba la batalla de Verdún y, en general, el transcurso de la guerra. El historiador Alexandru Madgearu del Instituto de Estudios Políticos de Defensa e Historia Militar ha afirmado que la prensa rumana presentaba la realidad de la guerra según las simpatías de los partidarios de Francia o Alemania:
”La orientación política general de los periódicos influyó también en la manera en que se presentaron tanto los comentarios, como las noticias. Los periódicos Adevărul y Universul eran claramente partidarios de Francia, se sabía que el Minerva había sido comprado por un consorcio alemán en septiembre de 1914. A pesar de ello, incluso en el caso del Minerva se nota un intento de enfoque objetivo. Pero a medida que pasaba el tiempo, la objetividad del Minerva disminuía, como se ve en los números del 24 y el 26 de julio de 1916. El 24, los periodistas del Minerva escribían que la ofensiva anglo-francesa no hacía fácil el deber de las tropas francesas de Verdún. Pero la misma tarde, en las páginas del Adevărul se podía leer la afirmación del general Joffre de que la victoria de los aliados era segura. El 26 de julio, el quinto día de la ofensiva común anglo-francesa, en el Minerva salía que la ofensiva de la Entente había fracasado y las pérdidas de los aglo-franceses habían sido inmensas. En el periódico Universul del mismo día, los subtítulos eran informativos y las informaciones mucho más detalladas. En el periódico Adevărul del 26 de julio destacaban las inexactitudes de los comunicados oficiales alemanes.”
La elección de Rumanía se mostró muy difícil en las condiciones volátiles del ambiente de la guerra. Pero los más importantes fueron el deseo de que los rumanos que vivían fuera de Rumanía llegaran a ser ciudadanos y la clarividencia de Ion I. C. Brătianu, el político de Rumanía más importante de la primera mitad del siglo 20. Aunque no murieran en el matadero de Verdún, los rumanos también se vieron afectados por la locura europea de la guerra de hace 100 años y la pagaron con sangre.