El tributo a la Puerta Otomana
La esfera otomana de influencia significó gravitar en la órbita geopolítica del Imperio de la media luna.
Steliu Lambru, 06.01.2014, 17:05
La esfera otomana de influencia significó gravitar en la órbita geopolítica del Imperio de la media luna. Los Principados Rumanos se vieron obligados a pagar su pertenencia al espacio controlado por los turcos mediante contribuciones económicas. En general, estas se conocen bajo el nombre de tributos. Las obligaciones económicas o el tributo de los Países Rumanos pagado a la Puerta Otomana eran diversos y con el tiempo llegaron a ser un problema, dado que una de las peores consecuencias fue la corrupción. Más graves que la existencia de las obligaciones económicas propiamente dichas eran la creación y la continuación de una cultura del soborno que ahogaba el desarrollo económico. Los reformistas rumanos de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX consideraban las obligaciones económicas de los Principados la causa principal de la mala gestión del dinero público y motivo del desastre económico.
El pago del tributo comenzó en Valaquia durante el breve reinado de Vlad el Usurpador, en 1395. Este tributo (haraci) se inició y comenzó a pagarse durante los sucesores de Mircea el Viejo. En Moldavia se pagó durante el reinado de Petru Aron y el primer pago del tributo se hizo en el verano de 1456 tras haberse firmado un acuerdo político en 1455. El historiador Bogdan Murgescu de la Facultad de Historia de la Universidad de Bucarest habló sobre la estructura de las obligaciones económicas de los Principados Rumanos ante la Puerta Otomana en aquella época.
“El tributo llamado ‘haraci’ fue una cantidad de dinero en efectivo pagada por el vaivoda. El haraci no es el total de las obligaciones económicas al Imperio Otomano. Estas obligaciones económicas también incluían otras cantidades. En primer lugar, eran los peşcheş o los regalos de protocolo, muchos de ellos en dinero efectivo, pero también había otros, en objetos como pieles, caballos, halcones u otros bienes. La importancia del tributo cambió con el tiempo. En sus comienzos, el tributo era el pago más importante y los peşcheş eran regalos que se ofrecían en determinadas ocasiones. Esta era toda la lista de las obligaciones.”
La historia del poder otomano incluye la evolución de las obligaciones económicas. Estas últimas aumentaban en los periodos de expansión de los sultanes y, por el contrario, disminuían cuando el Imperio Otomano empezaba a deteriorarse. Bogdan Murgescu:
“A medida que aumentaba la dependencia de los Principados Rumanos del Imperio Otomano, aparecían más demandas. Algunas no eran en dinero, sino que se vinculaban al abastecimiento de los ejércitos otomanos, el abastecimiento de las fortalezas otomanas, incluso el de Constantinopla. Podía ser algún tipo de productos, de animales, o madera para los buques y la construcción, a veces trabajadores para la construcción militar. Hablamos de productos o mano de obra.”
Una verdadera subasta tenía lugar para ocupar el trono de los dos principados. Se pagaban cantidades astronómicas y los candidatos no dudaban en hacerlo dado que las consideraban una buena inversión. Bogdan Murgescu nos aporta más detalles:
“Se añadieron unas cantidades que habían dejado de ser oficiales, pero que se vinculaban estrechamente a las negociaciones para el cargo de príncipe. Los candidatos ofrecían dinero y, al mismo tiempo, el vaivoda en funciones, para evitar su destitución, ofrecía un soborno al sultán o a los altos dignatarios otomanos: dinero en efectivo, joyas u objetos de valor. En el momento en que la mayoría de los vaivodas llegaron a ser nombrados por el poder en Estambul, estas cantidades de dinero siguieron aumentando hasta llegar a superar al tributo y a los regalos oficiales. Entre 1580 y 1594 habían llegado a un 60%, pagado por el trono; el tributo se situaba en un 20% y los peşcheş y las demás obligaciones rondaban otro 20%. El soborno pagado por el trono superaba el total del tributo y el resto de las obligaciones. Esta fue una situación extrema. En general, los pagos de soborno por subir al trono se mantuvieron como característica de los siglos XVII y, sobre todo, XVIII.”
El tributo (haraci) entraba en la tesorería oficial del estado otomano y los regalos (peşcheş) iban a la caja personal del sultán o bien a las cajas personales de la sultana, del gran visir u otros funcionarios. El dinero pagado por el trono no se fiscalizaba.
El historiador Bogdan Murgescu nos explicó la importancia de las obligaciones de los Principados Rumanos en comparación con las de otras provincias otomanas:
“Los Principados Rumanos representaban para el Imperio Otomano solo una pequeña parte de los territorios conquistados así como de las recaudaciones a las arcas del estado. Valaquia y Moldavia aportaban solo un 10% de las recaudaciones del estado otomano. El problema era el dinero ofrecido como soborno , donde el porcentaje es mucho mayor. Si comparamos el endeudamiento fiscal por habitante, veremos que la deuda es mayor en los Principados Rumanos y que el Imperio Otomano recaudaba más dinero de los Principados en comparación con los territorios hallados bajo la administración directa de las autoridades otomanas. Para los turcos no era un mal negocio mantener la autonomía de los territorios rumanos. Los príncipes rumanos recaudaban más dinero y servían el interés otomano con más empeño que los gobernadores (pachás) otomanos.”
Desde finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, disminuye la influencia otomana en el espacio rumano y, como consecuencia, se reducen las obligaciones económicas. El último elemento, el tributo, desaparece en 1877, cuando se utiliza para el ejército que iba a traer la independencia de Rumanía.
( trad. S. Sarbescu)