El samizdat en Rumanía
En el comunismo, la censura controlaba todas las impresiones. El samizdat, como manera clandestina de comunicación, se escribía a máquina o se imprimía con medios rudimentarios.
Steliu Lambru, 01.02.2016, 20:07
En el comunismo, la censura controlaba todas las impresiones. El samizdat, como manera subversiva de comunicación, se creó para poner en circulación ideas y actitudes que criticaban al régimen y proponían reformas políticas y económicas. Su particularidad, como lo muestra también el origen de la palabra en ruso, fue que lo publicaba el autor y no una editorial. Un clásico del samizdat fue el escritor y médico soviético Vladimir Bukovski, y también el dramaturgo checo Vaclav Havel. El samizdat se escribía a máquina o se imprimía con medios rudimentarios.
En Rumanía, el samizdat circuló menos a causa de la dureza del régimen de Ceauşescu. Para combatir la producción del samizdat, la milicia obligaba a las personas que tenían máquinas de escribir, alrededor de 1980, a registrar sus objetos y a presentar cada año una muestra. A pesar del rigor, algunos eligieron emplear el samizdat como llamamiento a la asociación para defender los derechos humanos. Una de las asociaciones subversivas fue la Unión de los Húngaros de Ardeal creada por el profesor de filosofía Borbely Erno. Entrevistado en el año 2002 por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, Borbely contó cómo nació la idea de crear la organización y cómo consiguió obtener los primeros textos samizdat:
“Conseguí crear la organización subversiva tras varios debates con algunos compañeros y amigos, con varios intelectuales de Rumanía, y mediante los estudios, la lectura y la difusión de algunos samizdats procedentes del extranjero. Un día pensamos en hacer algo. El sentimiento de incapacidad era penoso, de imposibilidad de hacer algo. Y entonces pensé crear una organización. Los samizdats procedían sobre todo de Hungría, y también de Austria y Francia. La inmigración rumana en Francia era muy fuerte y había samizdats que atacaban al régimen comunista, e intentaban mostrar de manera objetiva, los inconvenientes del régimen comunista y de la dictadura en Rumanía. En Hungría existía un movimiento de este tipo desde principios de los años 70. Sin embargo, allí había un poco más libertad. Aunque los opositores eran siempre perseguidos, tenían muchas más posibilidades. Es decir que el régimen no era tan duro y salían muchísimos samizdats, la mayoría escritos por profesores universitarios de filosofía y sociología.”
En los años del comunismo, cualquier persona que se asociaba sin aprobación oficial era sospechosa de intervenciones subversivas y enviada a la cárcel. Borbely Erno se dio cuenta de la lucha desigual contra el Estado y decidió que la organización tuviera un número reducido de miembros:
“No quisimos tener muchos miembros en nuestra organización, como se suele tener en los sistemas políticos, con los miembros del partido o los miembros de la asociación. Era un círculo más reducido, el núcleo estaba formado por tres personas que tenían muchísimos contactos. Iniciamos varios debates, incluso con los disidentes que ya eran alguien en aquella época, como Kiraly Karoly. Iniciamos varios debates justamente para aumentar en algún momento el núcleo. Pero queríamos que la base de la organización estuviera formada por tres personas. Éramos yo, Biro Katalin y Buzasz Laszlo. Sabíamos muy bien que nos podrían atrapar en cualquier momento. La “securitate” (policía política rumana) era ágil, escuchaba por todas partes y tenía muchos colaboradores en todo el país, y entre toda la población.”
¿Qué objetivo tenía la organización? He aquí la declaración de Bornely Erno:
“Queríamos difundir varios materiales, incluso materiales procedentes de estos samizdats escritos por especialistas en varios ámbitos, elaborar nuestros samizdats y hacer cierta propaganda. Por supuesto que la propaganda no se podía hacer de manera directa, aunque quisiéramos difundir manifiestos y pequeñas revistas en varias localidades. Pensamos en una manera de difundirlos, pero queríamos que todo llegara a varias publicaciones de occidente, sobre todo a emisoras de radio como Deutsche Welle, Europa Libre y la Voz de América, mediante las cuales los textos volvían a casa. De esta manera, habríamos intentado hacer cierta propaganda, llamar la atención. Si no nos hubieran descubierto, entonces habríamos implicado a más gente. Con unos amigos de occidente habríamos podido declarar públicamente, ante una gran presencia de la prensa, que nosotros nos declarábamos asociación oficial. Podrían liquidar fácilmente a dos o tres personas, pero con 50-100 personas era más difícil.”
El samizdat era más que un manifiesto, era el diagnóstico de un régimen enfermo en estado terminal, como era el comunismo. Hemos preguntado a Borbely Erno qué contenían los textos de los samizdats que escribió:
“Algunos de los temas se relacionaban, antes que nada, con la libertad: la libertad de la prensa, la libertad de la palabra, la libertad de circulación. Queríamos difundir un estudio publicado en Francia, justamente sobre los documentos de Helsinki, firmados por el mismo Ceauşescu, que no se habían publicado o aplicado. Queríamos difundir por separado, en un papelito, los derechos humanos. Otros temas eran la vida social y las posibilidades de la juventud, nosotros lo enfocábamos todo. Aunque fuéramos una asociación húngara, éramos conscientes de que, al fin y al cabo, los grandes sufrimientos eran los mismos para toda la población del país y el problema de la minoría húngara no se podía solucionar sin solucionar los problemas fundamentales.”
El samizdat en Rumanía fue un intento de movilizar a la población para formar una resistencia civil ante los abusos del régimen. Aunque no tuviera la difusión de la que gozó en la Unión Soviética, Checoslovaquia y Polonia, el samizdat en Rumanía tuvo eco entre las personas decididas a cambiar algo.