El retrato de Nicolae Ceauşescu
Durante decenios, entre 1945 y 1989, la vida de la aristocracia comunista rumana fue un misterio para la gente común y corriente.
România Internațional, 13.03.2017, 19:08
Durante decenios, entre 1945 y 1989, la vida de la aristocracia comunista rumana fue un misterio para la gente común y corriente. No se sabía qué aficiones tenían aquellas personas, a qué se dedicaban, qué debatían o qué decisiones tomaban. En un régimen tan opaco las noticias sobre lo que ocurría detrás de la puertas cerradas eran más bien simples rumores que informaciones verificadas.
Después de la caída del régimen comunista de Ceauşescu en 1989, la gente pudo hacerse una idea de cómo era Ceauşescu, como persona, más allá de las cámaras de televisión, de las asambleas en las que era ovacionado o sus comparecencias públicas. Dejando de lado las exageraciones y los chismes que siempre acompañan la vida de un dictador, Ceausescu aparece como una persona muy ambiciosa, de escasa cultura y poca educación, pero capaz de entender muchas cosas y de tomar decisiones.
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El ingeniero Ştefan Bârlea fue el secretario personal de Ceauşescu en los años 1980 y abriga numerosos recuerdos sobre el político más fuerte de la Rumanía socialista entre 1965 y 1989. En 2002, contó al Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana sobre una reunión de los miembros del partido comunista del ámbito universitario de 1956 en que conoció a Ceauşescu, que ocupaba en aquella época el cargo de secretario del Comité Central del partido.
”Nos reunimos en una sala bonita, muy larga, al estilo de Ceauşescu. De la misma forma arreglaría más tarde sus despachos del Comité Central. Estabamos esperando y apareció un tío bajito, con la mirada agitada, nos preguntó “¿Llegaron todos los camaradas?”. Entró él, detrás de él otros dos activistas del partido, se dio la mano con todos y dijo: “Camaradas, la dirección del partido nos ha encargado convocar esta reunión para una consulta porque consideramos que hay que mejorar el trabajo en las instituciones de la enseñanza superior. Nosotros reconocemos que se trabaja, que vosotros tenéis una buena actividad, pero no cumplimos con todo lo que nos está pidiendo el Partido”. Nos echó una mirada rápida y continuó: ”Pensamos en crear una unión de las asociaciones de estudiantes. Estamos aquí para escuchar vuestra opinión y si estáis de acuerdo la vais a crear vosotros mismos”. Nos explicó qué había en el material elaborado por la dirección del partido y al final nos dijo: “Os lo digo abiertamente. No podemos, camaradas, construir el socialismo, no podemos desarrollar el país sin una fuerte intelectualidad, comprometida con la clase obrera”.
Al final de la reunión Bârlea se llevó muy buena impresión del joven Ceauşescu. Años más tarde aceptó sin reparos ser colaborador del líder máximo.
”Salí fascinado, ¡me impresionó! Era joven, habló abiertamente, fue muy amistoso, cuando me estrechó la mano me miró con amistad, igual que a los demás. Luego, al final, hizo su gesto muy conocido con los brazos alzados. Me dio confianza desde el primer momento, no sé si me entienden. Me dejó muy buena impresión, cuando salimos de aquella reunión todos comentaban lo mismo, ¡nos cautivó! Nos parecía bien que se contemplaba acercar la intelectualidad al partido, lo que más tarde se consiguió.”
Ceauşescu tenía muy buena memoria, pero también llevaba siempre consigo una libreta en la que anotaba lo más importante. Ştefan Bârlea habló del papel importante de aquel objeto y de la manera en que Ceauşescu se comunicaba con los de su alrededor.
“La libreta negra no tenía que ser necesariamente negra. A veces era una libreta azul o roja, era como una agenda de bolsillo, con un papel muy fino que renovaba todos los años y en la que había una serie de datos sobre Rumanía y sobre otros países. Eran estadísticas, un anuario estadístico interno e internacional y tenía también páginas en blanco para anotar cosas. Es cierto que a veces dibujaba en papeles mientras escuchaba a alguien hablando pero nunca en esta libreta. Allí apuntaba nombres, fechas y sitios importantes o personas de interés. De los nombres que apuntaba en su libreta siempre se acordaba. De una forma u otra las buscaba para promoverlas. Llevaba esta libreta en la chaqueta de su traje. Como a veces dejaba la chaqueta en su gabinete, siempre la controlábamos para que no se le olvidase. Había una persona encargada de controlar si llevaba las estilográficas y la libreta. No siempre se llevaba esta libreta al extranjero, pero en el país siempre la tenía a mano. Tenía muy buena memoria, era capaz de acordarse de personas que había conocido años atrás y decía:
El retrato de Nicolae Ceauşescu fue dominado por rasgos negativos y la manifestación de su estilo fue brutal y agresivo, culminando con la caída sangrienta de su régimen el mes de diciembre de 1989. Pero hay que analizar todos sus rasgos y situarlo en la gran exposición del régimen comunista impuesto en toda Europa Central y Oriental entre 1945 y 1989.