El régimen comunista y la intimidación de la prensa libre
Steliu Lambru, 03.07.2017, 05:57
Ya se conoce de sobra que el régimen comunista y su nomenclatura no aceptaban críticas. En el interior del país, el partido comunista tenía el control absoluto de la prensa, pero en el exterior la prensa criticaba tajantemente su política. La más fervorosa era la emisora de radio Europa Libre. El régimen totalitario de Bucarest intentó varias veces intimidar a los periodistas que trabajaban allí y que ejercían su profesión honradamente. Hay quienes afirman incluso que el régimen de Bucarest era culpable de la muerte de algunos de ellos.
Radicada en París a finales de los años 1940, la periodista, escritora y crítica literaria Monica Lovinescu fue realizadora, junto a su marido, Virgil Ierunca, del programa cultural Tesis y antítesis en París, emitido por la emisora Europa Libre.
En sus comentarios, los dos atacaban abiertamente al régimen comunista de Bucarest. En una entrevista que data de 1998, realizada por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, Monica Lovinescu recordaba la muerte sospechosa de los jefes de la sección rumana.
Los directores fueron Ghiță Ionescu, Nöel Bernard, Mihai Cismărescu, Vlad Georgescu y, al final, Nicolae Stroescu. El mejor fue Noel Bernard. No hubo y creo que tampoco habrá otro jefe como él. Ponía mucha pasión en su trabajo y tenía una forma clara y correcta de pensar. Noel Bernard fue director hasta el día en que se murio. A él le siguió Mihai Cismărescu, ensayista, una persona muy fina. Curiosamente, hubo una época en que los directores de Europa Libre empezaron a morir, uno por uno de cáncer. Noel Bernard pensaba que había sido irradiado. Lo mismo pensaban Mihai Cismărescu y Vlad Georgescu, un historiador muy valioso. Un director adjunto, Preda Bunescu, también murió en circunstancias muy sospechosas. Los huevos le daban alergia y por eso nunca comía huevos, ni tampoco preparados a base de huevo. Lo encontraron muerto. Al cabo de tres días, como no volvía a la radio, fueron a su casa y lo encontraron sin vida. La autopsia reveló que había muerto como consecuencia de una intoxicación con huevos. Su muerte fue muy sospechosa, pero, como se sabe, las autoridades de tipo americano son sumamente prudentes.
En contra de Monica Lovinescu, el régimen utilizó varios métodos para callarla. Al principio fue la calumnia.
Al principio, había unos ataques muy violentos en la prensa en contra mía y de mi marido, Virgil Ierunca, incluso antes de que apareciera la emisora Europa Libre. Empezaron con ataques contra Virgil, desde Bucarest, formulados por G. Călinescu y Zaharia Stancu. Luego, había publicaciones especializadas en atacarnos constantemente, como por ejemplo Glasul patriei (La Voz de la Nación) y también Săptămâna (La Semana) de Eugen Barbu. Durante casi tres años, estas publicaciones lanzaban constantemente ataques en contra del grupo de París. La ex Securitate tenía una técnica que consideraba muy inteligente. Enviaba todo tipo de… ¿cómo llamarlos?… tal vez escritores o intelectuales a la emisora Europa Libre de Múnich, para afirmar luego que estos programas serían interesantes si no existiesen los locos de París, es decir yo e Ierunca. Intentaron destruir estos programas, valiéndose de muchas intrigas, pero a nosotros siempre nos ponía sobre aviso el director de la emisora de aquel entonces.
A causa de que no querían poner fin a todo aquello, el régimen comunista pasó a represalias más duras. Pasó a ataques físicos. Escuchemos nuevamente a Monica Lovinescu.
Cuando vieron que las cosas no paraban, de modo especial después de que consagráramos todos nuestros programas a la visita de Paul Goma, en 1977, pasaron a los ataques físicos. En noviembre de 1977, un día antes de que llegara Paul Goma a París, más exactamente el 18 de noviembre, me estaban esperando dos palestinos en frente de mi casa. Me enteré más tarde de que eran palestinos, del libro de Pacepa. Me pidieron que entrara a la casa porque tenían un mensaje para mí. Me resultó sospechoso que me llamaran madam Monica ya que el apelativo madam nunca acompaña el nombre, sino al apellido. Me di cuenta de que algo estaba pasando y no quise dejarlos entrar a la casa. Entonces, empezaron a darme golpes en la cabeza. Grité y luego me caí, me desmayé. Alguien pasaba por allí y vino a ayudarme. Ellos se dieron a la fuga. Esa persona intentó seguirlos pero no logró alcanzarlos. Yo estaba en el suelo, sangrando. Me llevaron al hospital. Me desperté cuando me llevaban a los rayos X. Al cabo de 5 días me dieron de alta, porque quería estar presente en la rueda de prensa de Paul Goma, para contar todo aquello. Claro que todo esto no fue culpa de Paul Goma, pero habían escogido aquel preciso momento porque el general Pleşiţă, antes de permitir a Goma viajar a París, le había advertido que algo pasaría para que se diera cuenta de que podrían alcanzarlo en cualquier parte. Más tarde, en 1983, enviaron a un agente que se hacía llamar Bistran, para que matara a Virgil. En aquella ocasión intervino la policía francesa, alertada por la policía de Alemania y Bistran se entregó.
La intimidación de la prensa fue una práctica muy común en los regímenes totalitarios, para callar a sus opositores.