El pluralismo confesional en la Rumanía de entreguerras
La Rumanía posterior a 1918 era otra Rumanía, muy diferente a la fundada en 1859 por la unión de Moldavia con Valaquia.
România Internațional, 01.03.2021, 16:29
La Rumanía posterior a 1918 era otra Rumanía, muy diferente a la fundada en 1859 por la unión de Moldavia con Valaquia. Después de la unión con los territorios de los imperios ruso y austrohúngaro vecinos, el nuevo Reino de Rumanía se convirtió en un país geopolítico y cultural más diverso, con más minorías y nuevas ambiciones y desafíos. Las minorías religiosas gozaban de iguales derechos y sus manifestaciones estaban estrechamente relacionadas con el comportamiento de la mayoría ortodoxa. De hecho, la mayoría y las minorías funcionaron juntas.
Se ha escrito mucho sobre la Gran Rumanía en las últimas tres décadas, siendo los libros de historia política y diplomática los más numerosos. El libro del historiador Roland Clark, profesor de la Universidad de Liverpool, “Sectarismo y renovación en la Rumanía de los años veinte. Los límites de la ortodoxia y la construcción de la nación, se centra en los cambios producidos dentro del pluralismo religioso y confesional en Rumanía después de la Primera Guerra Mundial. Los cambios legislativos e institucionales hicieron que Rumanía fuera más democrática y que se desarrollara el espíritu cívico. Clark identificó tres elementos del pluralismo confesional: los cultos ortodoxo, católico y protestante que cuentan tres historias interconectadas:
“Las tres historias dependen unas de otras y están mezcladas. No se puede hablar sobre el establecimiento del Patriarcado ortodoxo sin hablar de católicos y protestantes. El movimiento protestante recibió un fuerte impulso gracias a los cambios iniciados en la Iglesia ortodoxa por los teólogos ortodoxos, incluso por los obispos, y por el propio patriarca quienes orientaron a la Iglesia ortodoxa hacia la participación de los laicos. Esto llevó a la aparición de otros movimientos como el Nido de cigüeña en Bucarest y el Ejército del Señor. Conviene mencionar también el cambio del calendario que dio lugar a la aparición del grupo de los estilístas que se oponía a este cambio y determinó la adhesión de muchos ortodoxos de Besarabia al movimiento de los inocentistas. Es realmente una historia en la que todos están interconectados y no pueden ser tratados por separado.
Los años veinte fueron los años de la reconstrucción después de la Gran Guerra y el aumento de las vocaciones religiosas desempeñó un papel importante. Sin embargo, Roland Clark cree que al destacar el nuevo espíritu religioso de la época, no se puede ignorar la expansión de los derechos políticos y la integración de las nuevas provincias en el Estado rumano.
“La creación de la Gran Rumania supuso avances democráticos como el derecho al voto de todos los hombres y la participación de la gente común en la política del Estado. La unión de Transilvania, Bucovina, Banato y de otras provincias se realizó en una nueva Iglesia. Se fundó una Iglesia nacional con rango de Patriarcado. ¿Cómo se podría gobernar la Iglesia de Transilvania, que tenía muchos laicos involucrados en su liderazgo, y también la de Besarabia debido a la revolución rusa? Cuando llegó a Rumanía, el futuro patriarca Miron Cristea quiso poner el liderazgo de la Iglesia en sus manos y gobernar desde Bucarest las Iglesias de todas las regiones del país. Pero los metropolitanos de Transilvania y Besarabia, muy influyentes, se opusieron. Era un juego de poderes en el que cada uno de ellos tenía que demostrar la fuerza de su propia Iglesia.
El pluralismo confesional también significó la presencia en Rumanía de movimientos eclesiásticos e Iglesias evangélicas de Occidente, además de la Iglesia católica. Evidentemente, no fueron bien recibidos por la mayoría de la Iglesia ortodoxa. Pero el marco legal que garantizaba la igualdad del derecho a practicar las creencias religiosas fue muy importante y los nuevos cultos religiosos determinó cambios dentro de la Iglesia ortodoxa mayoritaria. Roland Clark.
“La Iglesia protestante creció rápidamente después de 1918 debido a su conexión con el mundo occidental, lo que causó preocupación entre los líderes de la Iglesia ortodoxa. Todas las declaraciones públicas de la Iglesia ortodoxa estaban contrarrestadas por los protestantes. Los ortodoxos empezaron a pensar que eran ellos los que tenían problemas: que no eran lo suficientemente cristianos, que su propia Iglesia no tenía suficiente vida, que la Iglesia necesitaba ser cambiada para protegerse del protestantismo.
El impacto que tuvo el pluralismo confesional en la mayoría ortodoxa mostró que incluso las estructuras más conservadoras, como las de la Iglesia ortodoxa, podían reformarse. Roland Clark:
“La Iglesia ortodoxa cambió, al igual que el cristianismo ortodoxo de una manera radical en la década de 1920. La idea de predicar todos los domingos, la idea de que la gente común debería leer la Biblia, comportarse decentemente, dejar de maldecir, ir a la iglesia todas las semanas, todo esto se convirtió en algo normal a principios del siglo XX, después de la Primera Guerra Mundial. Gracias al aumento de la educación, mucha más gente pudo leer y la religión se volvió más interesante. Surgieron movimientos de renovación religiosa que partieron de abajo hacia arriba. Estaban apoyados desde arriba pero partían desde abajo, de personas como Tudor Popescu, Dumitru Cornilescu con sus traducciones, Iosif Trifa. Estos no fueron movimientos que vinieron de Occidente o de extranjeros, sino del alma rumana, de la gente común.
El pluralismo confesional en Rumanía en la década de 1920 significó una apertura de la sociedad a nuevas ideas después de la Primera Guerra Mundial. Fue una combinación de nuevas tendencias, viejas aspiraciones, de reforma e integración. Se alcanzaron muchos objetivos, muchos quedaron sin cumplir y las frustraciones estallarían en el radicalismo de la próxima década.