El Museo de Historia Cotidiana
Los museos son espacios culturales, públicos o privados, donde la gente admira objetos y rememora tiempos pasados.
Steliu Lambru, 27.12.2021, 13:00
Los museos son espacios culturales, públicos o privados, donde la gente admira objetos y rememora tiempos pasados. El museo es, en cierto modo, una máquina del tiempo, un refugio del mundo cotidiano, de la rutina y de las obligaciones que todos tenemos. Asimismo, es un lugar que comparte características con los lugares de peregrinaje, donde la gente busca respuestas a cuestiones, más o menos nuevas, que se plantean.
En un museo, estamos acostumbrados a ver figuras imponentes, a grandes comandantes del ejército, a grandes líderes políticos, a personalidades culturales, así como momentos heroicos o excepcionales. Sin embargo, los museos también son contenedores de la vida cotidiana, de objetos aparentemente insignificantes que nos rodean. Y este universo de lo común no tiene menos relevancia que aquel que comprende objetos únicos o especiales. Los objetos comunes se vuelven especiales debido al simple paso del tiempo. Los museos están especializados en una disciplina, pero incluso los museos de mayor envergadura, significativos para la memoria de una comunidad o de una nación, pueden albergar colecciones de objetos personales y familiares. Esto es algo de lo que el Museo Nacional de Historia de Rumanía también se encarga.
Fundado en 1970, el Museo Nacional de Historia de Rumanía es continuador de una tradición museística de historia y arqueología que surge en Rumanía en la segunda mitad del siglo XIX. Al Museo Nacional de Historia de Rumanía se llevaron los tesoros más famosos, en primer lugar, aquellos elaborados con metales preciosos, puesto que era un lugar público donde se podía garantizar la seguridad y la visibilidad de las piezas. La sede del museo, uno de los edificios más representativos del centro de Bucarest, el Palacio de Correos, es un incentivo para la institución a la hora de atraer visitantes.
No obstante, la política del Museo Nacional de Historia también contempla incorporar colecciones privadas al patrimonio ya existente. Recientemente, Corina Chiriac, una de las artistas de música pop más admiradas de Rumanía, ha donado objetos de su colección personal al Museo Nacional de Historia. Corina Chiriac, nacida en 1949, es hija de músicos, ya que su padre es compositor y profesor en la Universidad Nacional de Música de Bucarest, y su madre es pianista y profesora en la misma institución. Con ocasión de la firma del acta de donación, Ernest Oberlander-Târnoveanu, director del Museo, ha tenido a bien indicar que la historia la escriben tanto la gente común y sus objetos como las personalidades.
«La historia, al fin y al cabo, es nuestra vida, la de todos. Nuestra vida, día tras día, avanza y se convierte en historia. Por supuesto, no todo el mundo es consciente de ello, pero estoy convencido de que, mediante sus actos, la señora Corina Chiriac comparte esta percepción, de pertenencia a la historia. Además, puedo dar fe de ello, partiendo de varias premisas: la de seguidor de las canciones que lleva interpretando desde hace décadas. En el panorama de la música ligera rumana de los años 70, 80 y 90, la señora Corina Chiriac se manifiesta claramente como un personaje poco convencional.»
La donación realizada por Corina Chiriac es, asimismo, de gran importancia, ante todo por la notoriedad de la artista y donante, la cual puede ser un ejemplo para otros titulares de patrimonio. Lo cuenta Ernest Oberlander-Târnoveanu:
«La señora Corina Chiriac forma parte de una generación que ha hecho mucho en tiempos muy difíciles y complicados. Así, más allá del talento, de su don, del trabajo que ha llevado a cabo, la señora Corina Chiriac tiene, además, una cualidad muy importante que todos debemos apreciar: es, además, una ciudadana consciente. Lo que ocurre hoy es una muestra de responsabilidad para con su familia, sus antepasados, así como su propio trabajo. Además, considero que no hay mejor lugar para exponer, conservar y poner en valor los documentos que ha donado al Museo Nacional que esta misma institución. Esta es su casa y me llenaría de gran satisfacción que muchos otros conciudadanos siguieran el ejemplo de la señora Corina Chiriac. Aquí tenemos la prueba de que nos encontramos ante una gran artista, una persona libre, una persona responsable del legado que ha recibido y que ha considerado que una institución como el Museo Nacional es el lugar idóneo para conservarlo y exponerlo.»
Corina Chiriac ha confesado que los recuerdos de su infancia relacionados con los museos y su anhelo de compartir sus bienes personales con los demás la han llevado a decidirse por realizar la donación:
«Pasé todo un año pensando qué hacer con estos bienes, que son de suma importancia para mí, y me di cuenta, tras toda una vida viajando con mis padres o sola por museos de todo mundo, de que su sitio no es mi casa, una carpeta, sino algún lugar de un museo. Llamé a la puerta del museo y les pregunté si les interesaba un acta de donación de 1915 con un sello en seco y un retrato del rey Fernando I de Rumanía. Les dije que también disponía de un diploma de Bachillerato de mi abuela armenia, de 1901, de Adapazari, Turquía. Así, poco a poco, en pleno calor del verano, el equipo del museo se acercó a mi casa y nos pusimos a hacer la selección. Me hace muy feliz que, sobre todo, los documentos de mis padres, abuelos, e incluso los míos, a partir de ahora pueda verlos cualquier persona sin necesidad de que venga a casa».
El Museo Nacional de Historia de Rumanía es también un museo de la historia cotidiana, no solo en un contexto nacional, y Corina Chiriac ha contribuido asimismo a este patrimonio.
Versión en español: Víctor Peña Irles