El ferrocarril Salva-Vișeu
En el norte de Rumanía, entre los actuales distritos de Maramureș y Bistrița-Năsăud, en una zona montañosa y muy pintoresca, se escribió una página importante en la historia de los Ferrocarriles Rumanos y en la historia del comunismo. Se trata de la carretera de hierro entre las localidades de Salva, en Bistrița-Năsăud, y las localidades de Vișeul de Jos y Vișeul de Sus, en Maramureș.

Steliu Lambru, 14.04.2025, 13:26
El régimen comunista instalado en 1945 abrió grandes sitios de construcción para movilizar la mano de obra. Los objetivos tenían una motivación utilitaria, la de impulsar el desarrollo económico, pero también propagandística, la de mostrar a la sociedad la eficiencia del modelo de economía socialista y la competencia de la dirección del partido comunista. Por último, pero no menos importante, las grandes obras de construcción de finales de los años cuarenta y principios de los años cincuenta también tenían una motivación represiva, la de liquidar físicamente a la élite democrática de Rumanía y a todos aquellos que se oponían al régimen mediante condiciones de trabajo inhumanas. El ferrocarril Salva-Vișeu fue una de estas grandes obras.
Pero su historia comienza en 1918, cuando los territorios habitados por rumanos en Austria-Hungría se unieron al Reino de Rumanía. Los ferrocarriles en el noroeste del país habían permanecido desconectados del resto de la red, por lo que un ferrocarril a lo largo del desfiladero del río Sălăuța, que fluye entre las montañas Tibleș y las montañas Rodna y desemboca en el Someșul Mare, era la conexión con el resto de los ferrocarriles. El gobierno rumano inició la construcción del ferrocarril y consiguió, antes de la guerra, inaugurar un tramo de 15 kilómetros entre Salva y Telciu. La Segunda Guerra Mundial y la cesión del norte de Transilvania a Hungría en 1940 detuvieron las obras, reanudadas en 1948 por el gobierno comunista después de que el norte de Transilvania fuera devuelto a Rumanía. En los últimos días de 1949 se puso en servicio la línea férrea, con una longitud total de 60 kilómetros. Desde entonces, la línea única no se ha modernizado y ha permanecido sin electrificar.
Gelu Fătăceanu trabajó en la obra de construcción del ferrocarril Salva-Vișeu. Su testimonio entró en el archivo del Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana en el año 2000, cuando confesó que quería conseguir un trabajo allí para que le pierdan la pista. Lo persiguieron porque, como joven campesino nacional, había protestado junto con otros jóvenes contra la falsificación de las elecciones de 1946. Allí, sin embargo, también se involucró en actividades subversivas.
«Había toda esta gente, con manchas, como yo. Había ex aviadores desmovilizados del ejército, pilotos, oficiales retirados del ejército y, obviamente, yo también tenía un lugar por allí. Y una noche vino a verme un tal Şora Augustin, al que conocía desde hacía mucho tiempo, pero no oficialmente, como organizador, y me dijo: Mira, somos una organización que lucha contra el comunismo. Si tú también quieres ayudarnos y yo digo: Bueno, yo os voy a ayudar. Nunca me he tragado a los comunistas y lo sigo haciendo. Dice: Queremos emboscar. Ana Pauker y Vasile Luca debían venir al sitio, y queríamos molestarlos un poco, pero no se trataba de un atentado, ni de un asesinato, ni nada de eso. No pensamos entonces en asesinarlos, es decir, queríamos movilizar a más gente, con manifiestos, para protestar contra ellos, para que los abuchearan, para que les gritaran Fuera del sitio. Incluso el jefe de la obra, Amedeo Georgescu, estuvo de acuerdo con esto, era un gran anticomunista, pero no tenían nada que ver con él porque el hombre hizo obras en Alemania, los Estados Unidos, Inglaterra, era una autoridad en su especialidad».
Gelu Fătăceanu fue quien se encargó del contenido del mensaje anticomunista de la protesta planeada. Fue breve y movilizador.
«Hice manifiestos, los esparcí por todas partes, los hice yo mismo, porque tenía acceso a la máquina de escribir. Los escribí, los multipliqué con añil, multipliqué un set veinte veces, había unos pocos cientos de piezas, no muchas. Allí había escrito: Estén presentes cuando lleguen Ana Pauker y Vasile Luca, que vendieron el país, eso es lo que decía, y ¡Tomemos una posición firme para salvar al país del yugo comunista, del yugo soviético! Esta era principalmente la idea del manifiesto. No era mucho, había algunas líneas, eso es todo. No tenía nada más que escribir, todo el mundo quería deshacerse del comunismo y de los rusos. Eso fue entonces».
Pero la protesta no se llevó a cabo porque las autoridades descubrieron a los organizadores. Arrastraron a Gelu Fătăceanu y lo llevaron a Bistrița para que lo investigaran. Luego vino la detención en Aiud y, posteriormente, el trabajo en otra gran obra de construcción de los años estalinistas, el canal Danubio-Mar Negro.
«Eso fue hasta el 8 de abril de 1949, cuando llegó un caballero, un antiguo profesor que se había convertido en teniente de la Securitate. Me sacó de la habitación donde estaba, me encontró un libro del que aprendía el inglés sin un profesor. Como yo, hubo muchos que aprendieron así. Encontró también un pequeño binocular turístico y me preguntó con quién estaba en contacto. Le respondí que no mantenía contacto con nadie. Me preguntó qué tenía que ver con el embajador de los Estados Unidos en Bucarest, Burton Berry. Le dije: Señor mío, usted me dice ahora cómo se llama, pero yo no le conozco porque nunca he ido a Bucarest para ponerme en contacto con el embajador de los Estados Unidos. Me preguntó por qué estaba aprendiendo inglés, le respondí que porque quería conocer el idioma. Le puedo decir que esos dos o tres meses que estuve en Bistriţa fueron el infierno en la tierra».
Aquellos que viajan hoy en tren de Salva a Vișeu pueden quedar sorprendidos por la belleza del paisaje. Pero el camino de hierro que recorren, tiene una historia complicada.
Versión en español: Mihaela Stoian