El cómic en Rumanía Socialista
El cómic, elemento de la cultura pop urbana occidental, se vio afectado durante el régimen comunista debido a la censura.
Steliu Lambru, 10.11.2014, 18:19
El cómic, elemento de la cultura pop urbana occidental, se vio afectado durante el régimen comunista debido a la censura. En la Rumanía socialista, el más importante fue “Cutezatorii”, una revista de propaganda del régimen dedicada a los niños de hasta 14 años, la edad máxima para los miembros de las organizaciones de pioneros. Por consiguiente, su sofisticación intelectual y estética fue muy limitada.
Seguramente la revista francesa “Pif Gadget” fue la que les abrió el apetito por el cómic a muchas generaciones de niños rumanos, hecho subrayado también por Ioan Stanomir, historiador de cómics:
“Pif Gadget es una de las historias más extrañas y contorsionadas de la Guerra Fría. Es una revista que, al igual que Cutezatorii, tiene un doble carácter: de historieta, de diversión, pero también de revista de propaganda publicada por el Partido Comunista Francés. La entrada de Pif Gadget en el espacio comunista de Rumanía fue posible precisamente desde la perspectiva de esta relación estrecha creada entre Rumanía y Francia después de 1965-1968. Es una relación construida en varios niveles que implicó tanto la relación con la Francia oficialmente gaullista como con la subcultura y la contracultura comunista. Así se explica la existencia en la época de algunas coproducciones cinematográficas como Livre de poche de Francia, las películas francesas y esta revista que probablemente fue una de las presencias más inusuales del paisaje autóctono. A través de esta revista se conocía la cultura francesa, la cultura popular occidental y de modo especial la cultura del cómic. Muchísimas generaciones de niños aprendieron el francés leyendo estas revistas y en un determinado momento descubrieron que existe un personaje que se llama Superman que viene del planeta Krypton. Posteriormente, cuando la película Superman llegó a Rumanía, los niños y los adolescentes rumanos ya conocían al personaje de la revista Pif Gadget. ”
Otro héroe importante del cómic en Rumanía fue Rahan. Nuevamente ante los micrófonos de RRI, Ioan Stanomir :
“Rahan es un personaje culto que puede ser entendido si lo miras desde la perspectiva de la cultura popular estadounidense y occidental. Rahan es un hombre que hace la conexión entre la gente que todavía no es gente y la gente que llegará a ser gente. Rahan se parece al tipo de personaje que vemos en las películas estadounidenses de hoy, por ejemplo “10.000 BC”. Es una persona que lucha contra los tigres y los mamuts, un hombre que enseña a los demás a descubrir la humanidad. Rahan es uno de los personajes-culto y si hoy en día miramos las páginas web de los aficionados al cómic, especialmente rumanos, constatamos que existen muchas personas que aún no lo han olvidado. El nombre Rahan recuerda a Tarzán, uno de los personajes no olvidados por el Occidente. Tarzán es un hombre blanco que ignora su condición en medio de un continente dominado por la raza negra.
Pif no era un revista racista porque la ideología de la izquierda occidental no tenía nada que ver con el racismo. Desde este punto de vista, llegada de una plataforma comunista, dicha revista hizo un enormo favor a los niños porque les enseñó que hay niños que hablan el francés también el la Costa de Marfil, Marruecos, Francia, Rumanía. Creo que la lucha contra el racismo, indistintamente del ángulo ideológico del cual proviene, es una lucha noble y es maravilloso que un niño de Rumanía pueda conversar con un niño de Marruecos o Senegal. Todo esto fue posible con la ayuda de la revista Pif.”
Le hemos preguntado a Ioan Stanomir por qué no existieron héroes rumanos en las revistas de historietas. Escuchemos su respuesta:
“Cuando traíamos la revista Cutezatorii al colegio, la enrollábamos y nos peleábamos con ella. Yo no amé a esta revista. Puedo decirles qué héroes conocí de la revista Pif. Es toda una serie que empieza con Pif y Hércules. A muchos de estos héroes los adaptamos nosotros. Si nos referimos a Rahan, a Plácido y Muzo, a Leonardo o a Doc Justice, a todos éstos los considerábamos nuestros héroes. No entendíamos todo, pero sabíamos que en cierta zona existe un lugar de donde vienen las revistas y las sorpresas regaladas con cada número que nos hacían tan felices. Nuestros niños no querían ser pioneros. Ellos querían los bombones de Occidente, no los bombones sin sabor de Rumanía. La cultura de consumo occidental penetró porque se trataba de un mundo en el que existían colores y sabores. Tal vez hoy en día muchos jóvenes no lo entiendan. Pero el sabor contó de manera significativa en la caída del comunismo. Existía un verdadero culto por los bombones cubanos y por el chicle Turbo, el chicle con sabor. Nosotros vivíamos en un mundo de clones sin sabor. ¿A mí qué me importa la lucha de los ilegalistas? Nosotros teníamos a los ilegalistas franceses de la Resistencia, que eran mucho más simpáticos. La revista Pif sirvió la causa del capitalismo en Rumanía y no la causa del comunismo. ”
La historia del cómic en el socialismo acabó en 1989, pero en ella encontramos a muchos artistas valiosos además de la omnipresencia de la cultura oficial totalitaria