Desenterrar los crímenes del comunismo
Durante muchos decenios, no se supo dónde estaba la tumba de numerosas víctimas del régimen comunista. Tras la caída del régimen, en 1989, la sociedad empezó a buscar a aquellos que estaban enterrados en lugares desconocidos o abandonados.
România Internațional, 05.12.2016, 16:07
El historiador Marius Oprea creó y lideró el Instituto de Investigación de los Crímenes del Comunismo en 2006. Él y su equipo iniciaron las campañas de arqueología forense y desde su creación se han desarrollado 4-5 campañas anualmente. Hemos hablado con el historiador Marius Oprea sobre los resultados de las campañas desarrolladas por el instituto, 10 años después de su creación. Marius Oprea es el autor de varios libros sobre la policía política (Securitate) como instrumento represivo del régimen comunista y en uno de sus libros se basó también el documental “Patru feluri de a muri” (“Cuatro maneras de morir”):
“Cruzando el país, hemos encontrado muchísimos lugares en los que fueron fusiladas personas y enterradas después por la policía política (Securitate) sin seña alguna, a principios de los años 1950. Además de ellos, hemos hecho investigaciones en los lugares de detención, es decir en Aiud, Periprava y Târgu Ocna. El próximo año nos extenderemos también a la zona de los campos de concentración de Balta Brăilei, en Salcia, en Frecăţei y Agaua, donde hemos encontrado algunas fosas comunes en las que investigaremos la osamenta de aquellos que murieron allí. Es un trabajo difícil porque partimos de los documentos y los testimonios, pero sobre el terreno las cosas son distintas 50-60 años después de aquellos crímenes. Muchas veces es difícil y a veces imposible de encontrar los lugares en los que fueron enterrados los muertos, ya sea porque en aquellos lugares se hayan construido edificios, como fue el caso de las personas asesinadas en Cluj en la sede de la policía política (Securitate), o porque los lugares hayan desaparecido de la memoria de la gente. No siempre hemos encontrado los lugares de las fosas comunes, pero nuestro índice de éxito supera el 60%, lo que es relevante.”
Hemos preguntado a Marius Oprea cuántas víctimas han sido ya desenterradas.
“No he hecho la suma exacta, puedo decir que hemos encontrado a aproximadamente 50 de aquellos que fueron ejecutados sumariamente porque hicieron oposición armada al régimen comunista. Hemos encontrado a otras 70 personas fusiladas en las cárceles. Desconocemos el número exacto porque en muchos casos la osamenta se mezcló. No sabemos exactamente si toda la osamenta que encontramos, como fue la de Sighet, es de antiguos presos políticos. Esto lo tiene que mostrar la investigación criminal. Cuando encontramos los esqueletos de algunas personas asesinadas por la policía política (Securitate), para los que tenemos documentos y conocemos su identidad, llamamos a los órganos de investigación penal. La colaboración es excelente, aunque haya habido brechas, sobre todo en los periodos iniciales, cuando los órganos de investigación penal no entendían mucho de lo que hacíamos nosotros. Para ellos, eran casos cerrados hacía mucho tiempo, porque se consideraban simples crímenes. Nos empeñamos en que estos casos no se consideraran simples crímenes, sino crímenes contra la humanidad. Así fueron condenados finalmente Ion Ficior y Alexandru Vişinescu. Espero que continúen las condenas de algunas personas culpables de crímenes contra la humanidad en los años del régimen comunista. Recogemos pruebas materiales directas, es decir la osamenta de las personas asesinadas.”
Las ejecuciones eran estándar, por fusilamiento. Marius Oprea ha ofrecido detalles sobre cómo se realizaron.
“Había varios tipos de ejecución, la mayoría se ocultaban bajo el pretexto del intento de huida. Es decir que sacaban a los detenidos de las cárceles de la policía política (Securitate) y los llevaban a ciertos lugares para la reconstrucción de los hechos. Por el camino, los sacaban del furgón en los que los transportaban y los fusilaban con pistolas o ametralladoras, y a muchos les pegaban un tiro en la cabeza. Otros fueron simplemente fusilados por la espalda, como es el caso de un anciano de 74 años, semiparalizado, que fue fusilado por la espalda después de sacarlo de su casa “para dar un paseo”. Su “culpa” era la de haber dado uvas a unos partidarios. Encontramos también la osamenta de los partidarios y en sus estómagos encontramos semillas de uva, su última comida, procedente del anciano.”
Detrás de cada esqueleto hay una historia y el documental “Patru feluri de a muri” (“Cuatro maneras de morir”) presenta cuatro casos de la vida y la muerte de unas personas cuya única culpa fue oponerse al comunismo. He aquí lo que ha afirmado Marius Oprea:
“Era una práctica de la policía política (Securitate) para instalar el miedo a través de la violencia excesiva. La gente de las aldeas de las víctimas se habrían enterado de que los habían matado y la oposición a la colectivización se interrumpía. Estimo que aproximadamente 10.000 personas fueron víctimas de s ejecuciones de este tipo, incluidas personas que habían recibido condenas penales, pero la policía política (Securitate) consideraba que eran condenas demasiado pequeñas. Bajo el pretexto de llevar a los condenados de una cárcel a la otra, los mataban. Lo mismo pasó con 16 detenidos transferidos de Constanza a Timişoara, ejecutados por el camino, parece que cerca de Lugoj. Encontramos también a cinco presos transferidos de Gherla a Timişoara para ”completar” la investigación, que nunca llegaron al destino. A Gherla sólo volvió su ropa de la cárcel, es decir las casacas rayadas. Insluso encontramos el documento de devolución de la ropa.”
Marius Oprea opina que la puesta en marcha de un programa nacional sería el último homenaje que la sociedad rumana puede rendir a los combatientes por la libertad asesinados en el campo y enterrados sin cruz.