Convivencias interétnicas en la Rumanía Grande
En 1918, la nueva Rumanía tenía un 28% de población minoritaria con la cual la mayoría iba a convivir tanto basándose en la ley, como en las costumbres.
Steliu Lambru, 23.10.2017, 16:22
En 1918, la nueva Rumanía tenía un 28% de población minoritaria con la cual la mayoría iba a convivir tanto basándose en la ley, como en las costumbres. Durante una mitad de siglo, las relaciones entre los mayoritarios y los minoritarios de Rumanía pasaron desgraciadamente por todas las posibilidades ofrecidas por la historia agitada del siglo XX, es decir de la tolerancia al genocidio.
Junto con el historiador Ioan Scurtu hemos pasado revista a las relaciones entre los mayoritarios rumanos y las minorías en la primera mitad del siglo XX, es decir hasta que terminó la Segunda Guerra Mundial. Las relaciones se pueden considerar en general buenas, con algunas excepciones. Ioan Scurtu ha hablado sobre las circunstancias en las que se firmó la paz tras la Primera Guerra Mundial.
“En la Conferencia de Paz de París, de 1919-1920, se partió de la idea de respetar el principio nacional, para que los Estados que se formaban sobre las ruinas del Imperio Habsburgo y del ruso fueran Estados nacionales. Pero al mismo tiempo, la realidad ha mostrado que ningún Estado pudo ser puro desde el punto de vista étnico. Así que Rumanía tuvo también minorías nacionales en su estructura, menos que por ejemplo Checoslovaquia, Polonia, Yugoslavia, Estados vecinos, con un porcentaje significativo de minorías nacionales. Si hablamos de la herencia, entonces tenemos que tomar en cuenta las realidades y las evoluciones históricas. A lo largo del tiempo, en el actual territorio de Rumanía y de la de 1918, se asentaron varias minorías. En Dobrogea fueron colonizados turcos, tártaros y búlgaros por parte del Imperio otomano que dominó este territorio de 1417 a 1878. En Besarabia, el Imperio ruso colonizó rusos, hebreos, ucranianos, búlgaros y gagaúzos. Después, Transilvania fue colonizada con sajones de Transilvania y siculi, en Bucovina llegaron los alemanes, los hebreos y los ucranianos, y se creó una estructura nacional compleja. Los rumanos aceptaron y albergaron unas minorías perseguidas en los Estados de origen, es el caso de los hebreos perseguidos y que sufrieron verdaderos pogromos en Polonia y Rusia. Había un mosaico de nacionalidades, pero ninguna tenía siquiera un 10%.
Una de las minorías que fue objeto de disputa fue la húngara. Ioan Scurtu se refiere a continuación al problema de los “optantes de Transilvania.
“Los “optantes son aquellos habitantes de Transilvania que, a raíz del Tratado de Trianon, recibieron el derecho a optar por la nacionalidad húngara y se mudaron a Hungría. Como consecuencia del hecho de que en Rumanía se legisló la reforma agraria mediante la expropiación de las grandes propiedades agrarias y la división de las mismas entre el campesinado, era natural que fueran desposeídos también los propietarios húngaros. Se repartió tierra tanto a los campesinos húngaros como a los campesinos rumanos, ucranianos, rusos y búlgaros. En estas condiciones los “optantes“ se consideraron afectados por una injusticia e incoaron proceso al Estado rumano, y apoyados por el Gobierno de Budapest se quejaron ante la Sociedad de las Naciones. Fue una técnica de manipulación por parte del gobierno de Budapest para dar crédito en el seno de la opinión pública europea la idea de que existía un problema con la región de Transilvania que pertenecía a Rumanía. Mediante la Convención de la Haya de 1932, se estableció que los “optantes recibieran indemnizaciones por parte del Gobierno húngaro de la cuota que éste tenía que pagarle a Rumanía como resarcimiento por la guerra.
Una segunda minoría que representó una excepción de la regla de buena convivencia fue la búlgara. Ioan Scurtu nos amplía detalles:
Después del Tratado de Bucarest de 1913, que ponía fin a la segunda guerra balcánica, Rumanía anexionó los departamentos conocidos bajo el nombre de Cadrilater, donde vivía un porcentaje importante de búlgaros. En la región de Cadrilater no habitaba una mayoría étnica, había un mosáico étnico. En estas condiciones, los búlgaros pretendieron no sólo la región de Cadrilater sino también adueñarse de Dobrogea en su totalidad, y a este fin se valieron de los campesinos búlgaros para agitar el espíritu reivindicativo. La misma propaganda desarrollaría el Partido Comunista Búlgaro, por intermedio de la Tercera Internacional comunista donde Gheorghi Dimitrov desempeñó un papel importante. Había una convergencia entre los revisionistas húngaros y búlgaros, se perseguía desmembrar al Estado rumano, lo que iba a ocurrir en 1940. Tanto en el caso de los húngaros como en el caso de los búlgaros, el Estado rumano aseguró derechos y libertades de manifestación, inclusive la presencia en el Parlamento.
La minoría judía es la que más padeció a causa del ámbito político de entreguerras que hizo posible hasta el exterminio de los hebreros. Pese a ello, Ioan Scurtu considera que hasta mediados de los años 1930, las relaciones entre los rumanos y los judíos fueron normales:
“En mi opinión se exagera cuando se afirma que hubo conflictos e incluso pogromos. Los documentos no evidencian la existencia de conflictos rumano-judíos en el período de entreguerras en Rumanía. Es verdad que después de los años 1934 y 1935, en el contexto del desarrollo de los movimientos de extrema derecha, especialmente después de la llegada al poder de Hitler en 1933, la corriente nacionalista se reforzaría e intentaría consolidar la nación rumana eliminando a las demás minorías y declarando que Rumanía tenía que pertenecer a los rumanos. Lo que ocurrió después de 1940 ya no fue fruto de una evolución natural en la sociedad rumana. Durante el régimen militar legionario de Antonescu se adoptaron medidas contra la población judía a nivel de masas y hasta se adoptó una serie de acciones que perseguían destruir físicamenmte a los judíos. Fueron los actos más condenables del gobierno de Antonescu, cuando judíos de Bucovina y Besarabia fueron deportados a Transnistria sin justificación alguna.
Las relaciones entre la mayoría rumana y las minorías nacionales de la Rumanía de entreguerras fueron normales pero registraron desviaciones en otros casos y éstos se pueden descifrar tanto en la clave de las tragedias, como de la vida cotidiana.