Consejeros soviéticos en Rumanía
De modo formal, existió una solicitud del Gobierno rumano pero, en realidad, fue la decisión de Moscú la de enviar a los consejeros soviéticos.
Steliu Lambru, 01.07.2013, 18:59
En la creación y el desarrollo de la sociedad política soviética destacan algunos pilares esenciales: el ejército soviético, el partido comunista, el aparato de represión y los consejeros soviéticos. Estos últimos aportaron desde Moscú, a todos los países del Centro y Este de Europa, la manera de pensar y de aplicar el modelo comunista. También en Rumanía, los consejeros soviéticos invadieron todas las instituciones del estado que controlaban la transformación completa de la sociedad desde una capitalista en una socialista. De modo formal, existió una solicitud del Gobierno rumano pero, en realidad, fue la decisión de Moscú la de enviar a los consejeros soviéticos.
En otoño de 1949, el líder de los comunistas rumanos, Gheorghe Gheorghiu-Dej, enviaba una carta a Andréi Andréyevich Gromyko, ministro de Exteriores en funciones de la URSS, a través de la cual solicitaba el envío de uno o dos especialistas que concedieran asistencia a los directivos del Partido Obrero Rumano con el fin de analizar la situación de algunos miembros del partido cuya actividad era ambigua y sospechosa”. En la asamblea del 9 de noviembre de 1949 de la Oficina Política del Partido Comunista de la Unión Soviética, la solicitud de Dej fue aprobada. Por parte del Ministerio de Seguridad del Estado de la URSS fueron enviados a Rumanía dos personas – A. M. Saharovski y V.S. Patrikeev. Esto fue solo el comienzo. El Convenio entre Rumanía y la URSS, firmado el 5 de febrero de 1950, estipulaba la evidente relación de subordinación entre los dos países.
Los consejeros soviéticos fueron enviados en primer lugar al ejército y a la Securitate (policía política). Su estancia duraba 3 años y los costes eran pagados por la parte rumana, tanto por su manutención como por la de sus familias. Recibían dos sueldos: uno en lei, pagado directamente, y otro en rublos, pagado al estado soviético. Además, los consejeros tenían viviendas gratuitas, acceso a tiendas especiales y gastos de transporte incluidos.
Sin embargo, no solo el ejército y la Securitate fueron lugares estratégicos para los consejeros soviéticos, sino también los sectores económicos. Nicolae Magherescu fue jefe de gabinete durante el breve mandato de ministro que tuvo el liberal Mihail Romniceanu, en el gobierno encabezado por Petru Groza y dominado por los comunistas. En 1996 hablaba en el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana sobre la presencia de uno de los consejeros» soviéticos en el Banco Nacional de Rumanía.
“En el Banco Nacional fui enviado a la sucursal de Ploieşti, pero solo me quedé por dos años y luego volví a la sede central. Y al volver ahí, a finales de 1949-50, había un consejero soviético con el nombre de Romashov, me acuerdo de su nombre perfectamente. También recuerdo que iba vestido con ropa sucia y con los pantalones sin planchar, de eso me acuerdo. Vino con todas sus instrucciones desde el Gost Bank, en Moscú, y nosotros, con todas nuestras operaciones bancarias, tuvimos que adoptar el modelo del Gost Bank. Pero, afortunadamente, tuvimos un gobernador, Aurel Vîjoli, que había sido empleado del Banco Nacional desde 1923. Era un funcionario muy bueno, con buenísima preparación y sobre todo fue una persona que quiso mantener la tradición del Banco Nacional, es decir, defendió la mentalidad del funcionario bancario.”
Nicolae Magherescu también habló sobre el cambio de la política económica del banco central de Rumanía, en aquel entonces impuesta por los consejeros soviéticos.
“Hicimos este cambio porque la orden exigía un nuevo sistema. ¿Qué significa esto? Todo el dinero en efectivo que había en el mercado debía figurar en las cuentas del Banco Nacional. Ninguna empresa podía guardar dinero en caja salvo un límite máximo establecido. En función del dinero depositado en el Banco Nacional se establecía el plan de créditos de cada empresa. El Banco Nacional era el que financiaba a todas las empresas, después de que el Ministerio de Finanzas le asignara recursos propios a las mismas. La diferencia entre estos recursos y lo que necesitaban debía pagarse por créditos bancarios, de modo que podemos decir que con nosotros, con el Banco Nacional y los bancos de aquel entonces, se inició el sistema centralizado del estado.”
El aparato de represión y los sectores económicos fueron los primeros objetivos enfocados por la política de sovietización. No menos importante fue la política cultural. El artista Ion Sălişteanu, en 2000, recordaba la presencia del consejero Kovalenko.
“No dialogaba con los estudiantes y venía acompañado de guardias. Era gordito, de nariz corta, no tenía rasgos mongoloides, su cara era un poco rara. Su vocación y aun gran placer era dictarnos y asustarnos. Los profesores hablaban en voz muy baja, se sentían intimidados. Más tarde, el tipo fue criticado, porque hizo una escenografía de mala calidad. Murió en algún lugar de Siberia, tal vez por no haber cumplido con su deber. Iba acompañado de una señora obesa, rubia, que era la traductora y tenía acento ruso, y además era impertinente y nos ponía ejemplos negativos y positivos, siempre con afirmaciones muy categóricas. En aquella época me sentía muy ahogado, como si estuviese presente algo ajeno en mí.”
El 14 de enero de 1957, el Partido Comunista de la Unión Soviética consideró que Rumanía ya contaba con un suficiente número de especialistas para seguir sola su camino hacia el comunismo. Así, la asistencia de los consejeros soviéticos dejó de ser necesaria. Aunque en 1958 la mayoría de los consejeros se vieron revocados por Moscú, no obstante, hasta comienzos de los años 60, los consejeros militares soviéticos representaron una presencia constante en Bucarest.