Comunismo versus comunismo. El conflicto soviético – yugoslavo
En marzo de 1948, la resolución del Kominform (Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros) calificaba a Yugoslavia y a Tito de traidores de la causa comunista
Steliu Lambru, 26.08.2013, 20:06
En marzo de 1948, la resolución del Kominform (Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros) calificaba a Yugoslavia y a Tito de traidores de la causa comunista y agentes del régimen capitalista. Tras el comienzo del conflicto entre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y Yugoslavia, todo el bloque comunista se vio obligado a seguir la política de Moscú y condenar la actitud de Tito como capitalista. En el conflicto soviético-yugoslavo también se vio implicada Rumanía y la frontera entre los dos países se convirtió en una verdadera línea Maginot, con fortificaciones y provocaciones bélicas. En realidad el conflicto rumano-yugoslavo fue falso, inventado por dos partidos, dos regímenes y dos líderes comunistas muy parecidos: ambas partes eran igual de dogmáticas en cuanto a la ideología y fieles al sistema represivo.
En 1998, el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana entrevistó a Ion Şuta, jefe del departamento de operaciones del ejército rumano, uno de los responsables de la construcción del sistema de fortificaciones de la frontera rumano-yugoslava. Şuta afirmó que todas las decisiones en este sentido fueron tomadas por Moscú y aplicadas por los comunistas rumanos bajo la atenta supervisión de los consejeros soviéticos:
“Debido a los problemas militares con Yugoslavia, en Moscú se decidió que una guerra con este país era inminente. Por consiguiente, Rumanía se convertía en el país más importante desde el punto de vista geográfico. La concepción general, militar, fue de defensa y no de pasar a la ofensiva en contra de Tito. Cuando llegué al mando tuve que empezar la elaboración de varios planes de defensa en la frontera occidental con Tito.”
El aumento de las tensiones en la zona inquietó a ambas partes. La Segunda Guerra Mundial acababa de terminar y la gente pensaba que la guerra era la mejor solución para resolver la situación. La defensa de la frontera era el primer paso.
Escuchemos nuevamente a Ion Şuta :
“Junto al general Vasiliu, el consejero militar soviético Zaharenko y un grupo de oficiales de mi departamento de operaciones de los Mandos de Armas de la Región Militar del Cuerpo 38 del Ejército de Timişoara hicimos varias batidas en la frontera para elaborar el plan de defensa del país. Así pudimos comprobar la severidad del régimen introducido en la frontera con Yugoslavia en 1950. En una buena parte de la frontera se habían instalado cercas de alambre para impedir el acceso ilegal de personas en la frontera. Ademas, al mismo tiempo a este régimen de control severo se le añadió un régimen de seguridad muy duro. Se constituyeron unidades de seguridad y de policía montada que patrullaban la frontera en un área de unos 30-40 kilómetros de profundidad.”
A lo largo de una línea de demarcación que antes era una formalidad y delimitaba dos países amigos y democráticos, una guerra era inminente. No solo Rumanía tenía que fortalecer su frontera con Yugoslavia, sino también los demás países comunistas que tenían frontera común con ella. Ion Şuta :
“En base al plan de operaciones de defensa del país en la frontera occidental con Yugoslavia elaboramos más tarde el plan de fortificaciones. Según este plan, se instalaron fortificaciones de diferentes tipos: simples, difíciles, de defensa, de hormigón, etc. En estas fortificaciones tenían que caber ametralladoras, cañones antitanque y lanzadores de minas. Dichas fortificaciones estaban colocadas en línea continua desde Curtici, en el norte de Mureş, hasta Orşova y continuaban en Gura Timocului conectando con las fortificaciones construidas por los búlgaros en la orilla del río Timoc, hacia Grecia.”
Se construyeron fortines de hormigón y se trabajaba por la noche para que el posible enemigo no los detectara. Hubo también incidentes de frontera en los que se registraron intercambios de disparos entre militares de ambas orillas del Danubio, pero todo era una demonstración de fuerza recíproca y nadie estaba interesado en empeorar la situación. Las relaciones rumano-yugoslavas mejoraron tras la muerte de Stalin, en 1953, y las fortificaciones llegaron a ser inútiles.
( trad. Brigitta Pana)