Centenario de Mihai I de Rumanía
En el año 2021 se han celebrado más centenarios de lo habitual, uno de los cuales es el nacimiento del último rey de Rumanía, Mihai I.
România Internațional, 25.10.2021, 17:26
En el año 2021 se han celebrado más centenarios de lo habitual, uno de los cuales es el nacimiento del último rey de Rumanía, Mihai I. Fue un soberano que consiguió ponerse a la altura de los requisitos de tal posición a ojos de sus contemporáneos. Gobernó Rumanía en unos años extremadamente difíciles: los años del régimen fascista, los años de la Segunda Guerra Mundial y los años del establecimiento del régimen comunista.
Mihai I nació el 25 de octubre de 1921 en el castillo de Peles, en Sinaia, la residencia de los reyes de Rumanía. Era hijo del rey Carol II y la princesa Elena de Grecia y Dinamarca. En su herencia genética se encontraban las dinastías más grandes de Europa, los Hohenzollern y los Romanov, pero Mihai I siempre decía «soy rumano de nacimiento y destino». Le pusieron su nombre en memoria de Mihai Viteazul, el príncipe de Muntenia del siglo XVII que intentó dar forma a una unión personal entre Muntenia, Moldavia y Transilvania. Mihai se convirtió en rey por primera vez a la edad de 6 años, en 1927, tras la muerte de su abuelo Ferdinand I. Su padre, el futuro rey Carol II, había renunciado al derecho de príncipe heredero un año antes, en 1926. En 1930, después de tres años de regencia, su padre Carol aceptó convertirse en príncipe heredero y ser coronado rey de Rumanía. Mihai recibió el título honorífico de «Gran Vaivoda de Alba Iulia», título que se le daba a los príncipes herederos. Diez años más tarde, en 1940, comenzó su segundo reinado después de que su padre renunciara por segunda vez a sus prerrogativas soberanas. En septiembre de 1940, Mihai alcanzó el trono de Rumanía por segunda vez, pero esta vez en un momento muy delicado: el desastre de las pérdidas territoriales y el ascenso de la extrema derecha. El general Ion Antonescu se convirtió en jefe de Estado, siendo su relación con él un capítulo más de los desagradables recuerdos que el soberano confesó en 2008, cuando concedió una entrevista al Centro de Historia Oral de la Sociedad Rumana de Radiodifusión.
“Él entonces me consideraba algo insignificante, bueno para firmar ciertas cosas, como jefe del ejército, para uniformes, desfiles, cosas así, pero para el resto no. Tenía más respeto por mi madre, porque, de hecho, gracias a él ella regresó después de septiembre de 1940, y por eso siempre le he estado muy agradecido. Pero después de eso empezaron los roces. Fue uno de nuestros mensajes de Año Nuevo, creo, o de Navidad en 1943, cuando dije algo negativo sobre la guerra. Los alemanes también se enfadaron, pero no hubo consecuencias después de esto».
Al rey Mihai I se le reprochó el trato al que fue sometido Ion Antonescu tras su arresto el 23 de agosto de 1944, cuando Rumanía se unió al bando aliado: el rey se negó a indultar al antiguo jefe de Estado. Por ese cambio de bandos, Rumanía fue recompensada con la restitución de Transilvania del Norte, territorio perdido en agosto de 1940. En 2008, el soberano dio explicaciones de lo que sucedió entonces.
“Estaba en la mente de muchos la idea de que podía indultarlo o conmutar su castigo. Ellos no conocen el sistema constitucional que existía entonces en nuestro país, no saben que ningún acto, ni siquiera firmado por mí, era válido si no estaba refrendado por un ministro. Así era para cualquier ley. O, en este caso, el ministro de justicia que era Patrascanu, se negó a firmar. Y esto nadie lo entendió. En este caso, los rusos y los angloamericanos nunca lo hubieran aceptado tampoco».
Después de la guerra, el PCR acaparó todo el poder del Estado con el apoyo del Ejército Rojo de ocupación. El rey Mihai I y su séquito se opusieron a la avalancha soviética por todos los medios legales a su disposición. Pero la falta de apoyo del Occidente democrático marcó la diferencia. El 30 de diciembre de 1947, con todas las instituciones estatales bajo el control del gobierno comunista, el rey Mihai I se vio obligado a abdicar y abandonar el país con su madre. A la edad de 26 años, comenzaría una nueva vida y formaría una familia basada en los rigores de la moral cristiana.
En todos los años de la dictadura comunista, se escuchó la voz del rey en las emisoras de radio libres condenando los abusos y crímenes del régimen comunista. Después de 1989, el soberano desterrado regresó al país y los rumanos descubrieron una parte de su propia historia que les había sido robada. En la entrevista mencionada en los archivos de la Sociedad Rumana de Radiodifusión, él daba algunos consejos a las generaciones futuras, unos sencillos consejos de vida.
“Compórtate humanamente con los demás, en la medida de lo posible no desprecies a nadie. Sé bueno, en general, pero no bueno hasta el infinito, de vez en cuando también hay que apretar los tornillos, como se dice. He visto muchas cosas terribles que sucedían en el país con la gente, y cuando ves que a las autoridades no les importa y casi tiran al suelo a las personas, te disgusta cuando ves algo así. A mí me han enseñado otra cosa: solo eso, humanidad, y a tratar a las personas comunes, a los pobres, de la misma manera, todos somos humanos. A veces es muy difícil cuando me encuentro con algunas personas que no tienen esta mentalidad y maltratan a esta gente pobre, la tiran como si fuese basura, ¡esto es algo infernal!”.
El centenario del nacimiento del rey Mihai I significa hoy, entre muchos otros, el día del ejército rumano que el 25 de octubre de 1944 liberó todo el territorio de Rumanía de la ocupación extranjera.