Centenario de la revolución bolchevique
La Gran Revolución Socialista de Octubre, como fue denominada la Revolución bolchevique de 1917, es uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX, si no el más importante. De manera tal vez premonitoria, el periodista estadounidense bolchevique
Steliu Lambru, 08.01.2018, 06:57
La Gran Revolución Socialista de Octubre, como fue denominada la Revolución bolchevique de 1917, es uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX, si no el más importante. De manera tal vez premonitoria, el periodista estadounidense bolchevique John Reed tituló su libro sobre la revolución liderada por Lenin “Diez días que estremecieron al mundo, un título que iba a convertirse en una cruda realidad. Por desgracia, después de 1945, Rumanía iba a probar también las ideas del comunismo que había estremecido de verdad al mundo de una manera que no se había visto anteriormente.
Junto con el historiador y politólogo Ioan Stanomir hemos intentado saber cuál es la importancia de la Primera Guerra Mundial, la que provocó los grandes cambios del siglo XX.
“Según la importancia, es el primer acontecimiento porque provocó una cadena de otros acontecimientos, que generó tragedias sin precedentes en la modernidad. De la Primera Guerra Mundial nace también la Revolución bolchevique, y de la Revolución bolchevique nace el tipo de reacción que causará la aparición del nazismo. Es una cadena de acontecimientos, cadena que tiene en el centro la Primera Guerra Mundial. Para todos los países implicados, la Primera Guerra Mundial representó un cambio de rumbo, para los vencedores y para los vencidos. Y Rusia está, no hay que olvidar, en una situación paradógica: ni es perderor, ni vencedor. Está fuera del sistema internacional. Y de allí el sentimiento de complicidad en la adversidad con Alemania que irá del Tratado de Rapallo al pacto alemán-soviético.
Un régimen como el comunismo no habría sido posible sin una ideología. Ioan Stanomir:
“El comunismo se basó en una ideología que es el marxismo-leninismo, una forma de radicalización del pensamiento de Marx, unida al tronco leninista del partido revolucionario. A esto se añaden las variedades locales como el maoísmo, el castrismo, el polpotismo, hay muchísimas variaciones sobre un tema dado. El marximo-leninismo se fundó en dos axiomas: la lucha de clases y la política entendida como un arte de la violencia, de la exterminación del adversario. Estas dos van juntas. Él tuvo, para citar de los clásicos, una sobreestructura de ideas: igualdad social, justicia, fraternidad, calma, beatitud. Pero esta sobreestructura se basó en un tipo de enfoque que excluía el compromiso, el hecho de aceptar al adversario como adversario y no como enemigo y suponía seguir unos objetivos utópicos, prometeicos. Los actos prometeicos, los se basan en la idea de eugenesia racial o en la idea de eugenesia social, sólo pueden producir catástrofes porque parten de la tesis de la existencia de una humanidad perfecta y de un segmento imperfecto que se tiene que eliminar de ella. El comunismo consideró a las personas numerosas, a los trabajadores, como aquella humanidad perfecta y a aquellos que se oponían, el enemigo de clase, una humanidad imperfecta que se tenía que eliminar. En el ADN de esta ideología estaba la propensión a la violencia, una prueba de que todos los partidos que se basaron en el marxismo-leninismo fueron partidos totalitarios.
Se ha dicho que el régimen soviético no fue más que una aplicación equivocada de las ideas claras del comunismo. Ioan Stanomir:
“El marxismo puro sólo puede llevar a una sociedad opresiva porque el marxismo puro, según se expresa desde el “Manifiesto del Partido Comunista, es una ideología del conflicto. El marxismo revisionista es totalmente otra cosa, parte de la posibilidad de conciliar los intereses no mediante la revolución, sino mediante el voto. Y esto es lo que lleva a la socialdemocracia. El otro camino lleva a Stalin vía Lenin. Nada casual, el marxismo-leninismo, como una unidad praxiológica, llevó necesariamente al estalinismo. Stalin fue un revolucionario y los historiadores revisionistas tuvieron problemas a la hora de explicar esta relación entre Lenin, la buena persona, y Stalin, la mala persona. Al igual que intentaron hacer la diferencia entre un Stalin bueno y uno malo. No hay Lenin bueno, sino que sólo hay un Lenin, el fundador de un régimen totalitario. Y Stalin no es bueno o malo, Stalin es un leninista. Si aceptamos estos juicios podemos entender con más claridad las legidades, para usar el sintagma marxista.
Rumanía tuvo la mala suerte histórica de probar durante 45 años el comunismo. ¿Qué ha significado el comunismo rumano? Ioan Stanomir:
“El impacto directo del año 1917 fue el año 1921, el año de la ruptura del movimiento socialista. La Internacional Comunista fue extremadamente activa en Rumanía y aprovechando las inhabilidades del régimen de Bucarest consiguió movilizar parte de las minorías nacionales, de hecho una minoría de las minorías nacionales. Creo que uno de los mitos que nosotros debemos combatir es el del judeobolchevismo. Es un mito fundador de los movimientos de derecha, un mito que ha permanecido en la memoria de algunos rumanos que afirman que el comunismo fue traído e impuesto por los judíos, lo que es totalmente falso. La experiencia comunista rumana es el encuentro entre la represión y la colaboración, entre la represión de los primeros 15-20 años y el pacto social sellado entre el comunismo y la sociedad rumana bajo Nicolae Ceauşescu, basándose en lo que Vladimir Tismăneanu ha denominado “estalinismo nacional. El “estalinismo nacional es la idea perversa que encontramos cuando murió el general Iulian Vlad según la cual habrían existido dos tipos de Securitate: la de Dej, enfeudada al extranjero, es decir a los judíos, y la patriótica, que habría defendido el país. En realidad hubo una sola Securitate, la policía política de un régimen ilegítimo y criminal.
100 años después de su aparición como régimen político, la actitud de las generaciones sucesivas ante el comunismo es más confusa que en cualquier momento. Ella oscila entre la nostalgia, la anarquía y el autoritarismo, la lucha contra el capitalismo bajo las nuevas formas. Pero ha mantenido intacta la fascinación por un mundo mejor.