Ceaușescu visto de cerca
Entrevista a Sorin Cunea, el periodista rumano en el extranjero que vio más veces de cerca al exdictador Nicolae Ceaușescu.
Steliu Lambru, 25.09.2023, 13:06
La apertura, la transparencia y la popularidad de un dictador son algunas de las señales más fuertes que emite su propaganda. Sin embargo, como en toda dictadura sus señales deben interpretarse exactamente al revés: en el régimen comunista la figura de Nicolae Ceaușescu (conocido como el camarada) era lo contrario de la propaganda. No muchos rumanos pueden presumir de haber visto de cerca a Ceaușescu, y menos aún de haberle estrechado la mano. Desconfiado y, con el paso de los años, cada vez más paranoico, Ceaușescu solo podía ser visto de cerca en contadas ocasiones.
Algunas de esas ocasiones fueron visitas al extranjero en las que se organizaron ruedas de prensa. Sorin Cunea trabajó en Radio Europa Libre desde la segunda mitad de los años sesenta y es el periodista rumano en el extranjero que vio más veces de cerca a Ceaușescu. Entrevistado por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana en 1998, Cunea confesó que se enteraba por la prensa comunista cuándo Ceaușescu visitaba el extranjero. En total, asistió a 12 visitas del líder comunista rumano. En una de ellas, en Alemania Occidental, también recordó la presencia de la esposa de Nicolae Ceaușescu, Elena Ceauşescu, y el comportamiento de uno de los periodistas más serviles del régimen.
«Yo estaba en la empresa Bayer porque la camarada (la esposa de Ceauşescu), que era una química de fama mundial, había expresado su deseo de verla o los anfitriones alemanes le habían organizado una visita a la empresa Bayer en Leverkusen. Como Ceaușescu mantenía conversaciones oficiales a las que no teníamos acceso, Noel Bernard decidió ir a Leverkusen. Visitamos varias salas y en un momento dado entramos en una sala de juntas donde la camarada recibía explicaciones y respuestas a las preguntas que formulaba. Vi entonces, creo que por primera vez, a Adrian Păunescu, que formaba parte de la delegación de periodistas que acompañaba a ambos. Bernard y yo estábamos muy retraídos y muy poco interesados en las preguntas que Elena Ceaușescu hacía. Y yo observaba cómo Păunescu, sentado frente a ella en aquella mesa, anotaba cada palabra que decía, sorbía cada palabra que pronunciaba y la anotaba ostentosamente, para que pudiéramos ver su interés por lo que decía».
Sorin Cunea, como todos los demás periodistas de Europa Libre, era seguido y conocido por el personal de Ceaușescu. En Ankara (Turquía), la delegación comunista rumana le trató de forma desagradable:
«Cuando se anunció que podía entrar la prensa, me colgué la grabadora al hombro y entré. Entraron todos, me paró un tipo que se dirigió a mí en rumano, así que sabía perfectamente quién era. Y me dijo en un tono de voz que parecía de la Securitate (nota de la redacción: el Servicio Rumano de Inteligencia
de la época comunista): Deja de apuntar con ese micrófono así al Camarada. Trabaja con más discreción, ¿no ves que le molestas?. No le contesté nada, entré en la sala donde se celebraba la cena y cuando Ceaușescu habló, le puse el micrófono, así como yo sabía, para poder tener grabado y difundir un fragmento de este discurso. Debo decir que mientras él hablaba sorbía de un vaso de un líquido amarillento que creo que era té de manzanilla. Debía de necesitarlo o, bueno, los médicos que le acompañaban sabrían la razón».
Le preguntaron a Sorin Cunea si había dialogado con Ceaușescu durante sus ruedas de prensa:
«Una vez le hice una pregunta en Bonn. Tengo que decir que en sus ruedas de prensa yo solía sentarme en el primer banco porque realmente me interesaba aparecer en la prensa de Bucarest. De todos modos, respondió a mi pregunta. En una rueda de prensa en Viena, su segunda visita, yo estaba de nuevo en primera fila, y observé a ambos con mucha atención. Cada vez que respondía a una pregunta de un periodista, Ceaușescu, mientras se traducía la respuesta, miraba a Elena Ceaușescu y le pedía su aprobación. Y yo la veía mover la cabeza afirmativamente, como si dijera: sí, has respondido bien».
La personalidad caprichosa y agresiva de Ceaușescu se desbordaba a menudo en público. Sorin Cunea recuerda uno de esos episodios:
«También en Bonn, respondiendo a una pregunta sobre la Conferencia para la Cooperación y la Seguridad, terminó su respuesta y el traductor de Bucarest tradujo y completó Conferencia para la Cooperación y la Seguridad en Europa. A lo cual Ceaușescu, grosero, se volvió hacia el traductor de Bucarest y le contestó: ¡Yo no he dicho nada de Europa! El hombre sólo había dicho el título completo de la conferencia internacional y le increpó. Por no hablar de que antes de entrar en una ceremonia o rueda de prensa llevaba un peine en el bolsillo y se peinaba. Siempre cuidaba su aspecto exterior».
Ceaușescu visto de cerca no era más que un hombre sencillo con una actuación modesta, lejos de lo que la gente veía en la televisión. Pero la historia ya había hecho demasiado grande a este hombre demasiado pequeño.
Versión en español: Antonio Madrid