Carlos I de Hohenzollern-Sigmaringen – rey de Rumanía y Bulgaria
A mitad del siglo XIX el sudeste de Europa vivía una época de ebullición. Los estados balcánicos intentaban liberarse del controlotomano y adoptar el modelo occidental en el proceso de modernización económica, política y social.
Steliu Lambru, 08.12.2014, 15:20
A mitad del siglo XIX el sudeste de Europa vivía una época de ebullición. Los estados balcánicos intentaban liberarse del controlotomano y adoptar el modelo occidental en el proceso de modernización económica, política y social. En este contexto, hubo ciertos acercamientos entre naciones que fracasaron debido a los complejos juegos geopolíticos en el ámbito europeo. Uno de los acercamientos que fracasaron fue entre Rumanía y Bulgaria, dos países vecinos que buscaban su independencia.
Las relaciones históricas entre los rumanos y los búlgaros habían conocido tanto períodos buenos como difíciles. A partir del siglo XIV, se endureció el control que ejercía el Imperio otomano sobre todos los países del sudeste de Europa. En la primera mitad del siglo XIX, las élites de Rumanía habían logrado individualizar el espacio rumano y darle identidad estatal mientras que los búlgaros, apenas iniciaban este proceso. La llegada al trono de Rumanía del príncipe Carlos I de Hohenzollern-Sigmaringen en 1866, trajo estabilidad al país y lo impulsó de forma decisiva hacia la modernización y la europeización. A raíz de la Guerra Ruso-Turca de 1877-1878, cuando Rumanía logró plena autonomía del Imperio otomano, Carlos I se impuso como monarca responsable y creíble.
La Guerra Ruso-Turca de 1877-1878, fue el punto de máximo acercamiento entre Rumanía y Bulgaria. Se trataba de las relaciones de camaradería que habían establecido los soldados rumanos y los grupos de voluntarios búlgaros que luchaban al lado de los soldados rusos y rumanos. Otro elemento que determinó el acercamiento entre Rumanía y Bulgaria fue la buena relación que mantenían el príncipe Carlos I de Rumanía y Alejandro de Battenberg, el primer soberano de la moderna Bulgaria. Alejandro de Battenberg, proclamado príncipe de Bulgaria en 1879 a los 22 años, era el sobrino del Zar Alejandro II de Rusia.
El nuevo príncipe carecía de experiencia de gobierno y pronto se encontró con diversos problemas. Por una parte se encontraba entre los representantes oficiales de Rusia que querían que se comportara como un rey vasallo del zar y los políticos búlgaros que deseaban mayor autonomía para Bulgaria en la política europea. Su intento de gobernar sin el acuerdo de Rusia desencadenó la crisis que produjo su derrocamiento en 1885. Por lo tanto, 1885 fue el momento en que surgió la idea de la unión personal entre Rumanía y Bulgaria.
En junio de 1886, un grupo de emisarios búlgaros le ofreció al rey Carlos I de Rumanía la corona de Bulgaria. Sin embargo, los cálculos geopolíticos de la zona llevaron al fracaso de dicho proyecto. El historiador Sorin Cristescu señala las causas de este fracaso.
“Tanto en 1878 como en 1886, cuando fue derrocado Alejandro de Battenberg, se habló de una unión personal entre Rumanía y Bulgaria. Sin embargo, el contexto histórico era muy complejo porque Rusia quería controlar Bulgaria para contrarrestar la simpatía que Rumanía tenía por Francia. En estas circunstancias, era evidente que si Rumanía hubiera aceptado la propuesta de los búlgaros, Rusia habría respondido firmemente. Por lo tanto, hubo ciertas discusiones sobre una posible unión personal entre Rumanía y Bulgaria, pero nada en concreto.”
La idea de la unión personal entre Rumanía y Bulgaria fue determinada por el contexto histórico en el que el federalismo era uno de los proyectos en boga en Europa en el siglo XIX. Muchos países querían realizar federaciones o confederaciones de estados para impedir que un país pudiera dominar a los demás.