Bucarest, la ciudad subterránea
Calles, túneles, ríos subterráneos, búnkeres, catacumbas, espacios muy amplios que ocultan misterios, laberintos y otras estructuras habituales en todas las ciudades, son un conjunto que forma parte de la historia secreta de Bucarest.
Steliu Lambru, 22.01.2014, 17:22
Una de las historias más misteriosas que se cuentan sobre Bucarest, igual que sobre cualquier otra ciudad, es la que habla de la ciudad subterránea. Calles, túneles, ríos subterráneos, búnkeres, catacumbas, espacios muy amplios que ocultan misterios, laberintos y otras estructuras habituales en todas las ciudades, son un conjunto que forma parte de la historia secreta de Bucarest. Más allá de la imaginación prolífica de las teorías paranormales y la fantasía de los que creen en la existencia de una ciudad paralela desconocida, hay una auténtica ciudad subterránea en Bucarest, también impresionante.
A lo largo del tiempo, en Bucarest se han construido galerías subterráneas con determinados propósitos. En la Edad Media, en los sótanos, los comerciantes y los productores de vino guardaban los barriles para licores. Las bodegas y los sótanos tenían habitaciones grandes y altas, de modo que en el interior se podía ir en carro. En el siglo XIX se construyeron los túneles de evacuación, como el del palacio Ghica Tei, en el nordeste de Bucarest, cerca del monasterio Plumbuita, de un kilómetro de longitud. En la parte noroeste del parque Cișmigiu, en el centro de Bucarest, está la iglesia Schitu Măgureanu, que cuenta con una conexión a través de túneles con el palacio Kretzulescu, hallado a casi 100 metros de distancia, al este. Entre los subterráneos más conocidos de Bucarest figura la zona de la Plaza de la Revolución, en el centro de Bucarest.
Augustin Ioan es profesor de historia de la arquitectura en la Universidad de Arquitectura y Urbanismo Ion Mincu de Bucarest. Nos ha hablado de las razones que hacen que la ciudad subterránea sea más atractiva que los destinos comunes, que no tienen historias de este tipo.
“El tema de los subterráneos es bastante interesante, aunque no lo parezca, y eso por dos razones. En primer lugar, se trata de un tema recurrente en la historia de Bucarest. La costumbre de los subterráneos, de las vías de acceso en casos de invasiones turcas, data del periodo en que Bucarest, igual que todas las ciudades extracarpáticas, no pudo construir fortificaciones porque no se lo permitió la administración otomana. Esta obsesión con los subterráneos data de los tiempos remotos. Alexandru Ipsilanti, a finales del siglo XVIII, construyó un túnel que conectaba la actual Corte Real en Calle de la Victoria y su palacio, que se encontraba en la zona de la Casa de la República. El actual alcalde opina que si estos existen, deberíamos sacarles partido. Algunos túneles sí que existieron. Se hablaba de un túnel subterráneo hacia el parque Cișmigiu. El palacio Ghica cuenta con túneles subterráneos, yo los he visto, por donde se podía salir en carroza. La idea era que así podían huir a tiempo si venía la orden de derrocar al príncipe.”
Otro momento interesante data de 1989. En aquel entonces había una verdadera psicosis, dado que la sociedad rumana atravesaba un periodo muy duro de cambios radicales. A esto se añadió el miedo que tenían a los supuestos terroristas, los anónimos que traían la muerte y que paseaban libres y sin problemas por la ciudad. Augustin Ioan también ha hablado de las historias contadas por los que vivieron aquellos acontecimientos:
“Esto fue un asunto importante durante la revolución. Los terroristas andaban por los subterráneos. Se decía que habían salido por algunas puertas secretas en la actual Plaza de la Revolución. Esta historia nunca se ha aclarado y sigue siendo un misterio de la época de la Revolución. Existe esta obsesión que podemos analizar y quisiera decir que estoy pensando en hacerlo. La psicología pública se puede aplicar en este caso, sobre todo en el asunto de la Casa de la República. La realización continua del mapa de la Casa, del sótano, aparece en el subconsciente como el mito del Maese Manole. También hay menciones en varios libros y documentos. Un teniente que trabajó en la Casa del Pueblo cuenta que fue testigo cuando tiraron a una persona en el lugar donde se colocaba el hormigón. Dicen que una familia, al escuchar esta historia después de 1989, habría llorado. Lo que es cierto es que estas historias son numerosas y nos hacen pensar en los mitos de la creación de edificios.”
El edificio más espectacular en Bucarest es el Palacio del Parlamento, que al principio se llamaba la Casa de la República Socialista de Rumanía. La Casa también cuenta con una historia sobre las vías secretas de acceso. Junto con un grupo de periodistas en los comienzos de los años 90, Augustin Ioan llegó al nivel más bajo del Palacio. La arquitecta Anda Ștefan sacó unas fotos increíbles y las presentó en una exposición.
“Había unos trabajadores en un sótano que montaban un balneario, acondicionaban el baño. Les preguntaron quién les mandó a hacerlo. Nadie reconoció haber recibido fondos y órdenes por parte de alguien. Para disculparse, el administrador de la Casa llevó a los periodistas junto con el equipo de televisión al lugar donde la Casa de la República tiene su nivel más bajo. No había luz, las únicas que iluminaban eran las cámaras vídeo. Rodaron unas imágenes extrañas y una compañera arquitecta sacó unas fotos con flash, sin saber lo que hacía, solo sacó unas fotos en la oscuridad. Tras hacer las fotos, vio imágenes de algo muy raro: inscripciones que llamaban a la anarquía, símbolos masónicos y otras cosas que la gente no habría podido hacer en aquel lugar porque era imposible llegar. También había mucha basura y el lugar necesitaba una limpieza.”
Casi siempre el misterio resulta mucho más interesante que la realidad cotidiana. Bucarest cuenta con muchas historias que mezclan la realidad con la ficción y la historia y la imaginación con cosas paranormales.
(Trad. S. Sarbescu)