Bombardeos estadounidenses en Bucarest en 1944
El 4 de abril de 1944, algunos centenares de bombarderos estadounidenses salían de Foggia, en Italia, para bombardear objetivos económicos rumanos.
Steliu Lambru, 01.05.2013, 19:17
El 4 de abril de 1944, algunos centenares de bombarderos estadounidenses salían de Foggia, en Italia, para sobrevolar el espacio aéreo rumano y para bombardear objetivos económicos. EE.UU. quería ayudar a su aliado soviético en la lucha contra la coalición encabezada por la Alemania nazi. Sin embargo, los bombardeos estadounidenses se dirigieron también contra Bucarest, donde planeaban destrozar la Estación ferroviaria del Norte. Esto significó la matanza de miles de civiles inocentes, la mayoría refugiados del norte de Moldavia, donde había llegado el frente.
El escritor Mihail Sebastian apuntaba en su diario, el 8 de abril de 1944: Ayer por la tarde estuve en el barrio de Griviţa. Desde la estación hasta la avenida Basarab no había quedado ni una casa entera. La imagen era la de un desastre. Seguían sacando a los muertos, se escuchaban los lamentos por debajo de las ruinas. En un rincón, tres mujeres lloraban con gritos fuertes, rompiendo sus cabellos, su ropa, al lado de un cuerpo carbonizado, que había sido desenterrado de debajo de las ruinas. Había llovido aquella mañana y en todo el barrio apestaba a barro, a hollín, a madera quemada. Una visión atroz, de pesadilla. No pude pasar más allá de Basarab, y regresé a casa con un sentimiento de asgo,de horror e impotencia.”
Los datos oficiales indicaron un total de 2942 muertos y 2126 heridos. La memoria social fue gravemente influida por los acontecimientos. El director de orquesta Emanuel Elenescu, entrevistado por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana en 1994, recuerda cómo empezó todo aquel día trágico del 4 de abril de 1944.
“Había sido programado una semana antes un ejercicio de defensa pasiva, a las 10 de la mañana. Pero la gente, como no tenía disciplina, no le hizo caso. Se escucharon las alarmas anunciando que ya no había ningún peligro, y todos se fueron a sus trabajos. Alrededor de las 1:30 o 2 menos 20, se escuchó de repente la alarma. Nadie le hizo caso porque sabían que era un ejercicio de defensa pasiva. Me encontraba en la calle Popa Tatu, cerca de la Radiodifusión y ví a mi madre y a mi hermano que comían en una cantina cerca del mercado Buzeşti. Tras haberse parado la alarma, escuché ruido de aviones. Yo, como tenía conocimientos musicales, me dí cuenta de que no era un ruido normal, sino un ruido de aviones muy pesados que te estremecía la piel. El cielo parecía estallar. Y dije: «Mamá, ven aquí, entremos en un refugio, esta es una alarma de verdad!» Y entramos en una tienda de comestibles en la calle Griviţa, cuando empezó el bombardeo. Vinieron 3 series de aviones. Temblaba el refugio con nostros adentro: era como si fuese un terremoto, todo saltaba para arriba. Eran aviones de tipo «Liberator», apodados «fortalezas voladoras”, llevaban metralletas en las alas, en la cola y en la parte delantera. Cuando salimos afuera, todo el mercado Matache estaba lleno de muertos. Un tranvía, que había quedado intacto, se apoyaba en una casa y la línea estaba doblada. Y todos los muertos tenían sus cuerpos que parecían intactos. Los mató sólo la explosión de las bombas. Todos tenían manchas de sangre en la cara y presentaban inflamaciones. Al explotar la bomba se produce vacío y los cuerpos hicieron una implosión.”
La Radiodifusión Rumana fue entonces trasladada y Emanuel Elenescu recuerda cómo continuó sus emisiones. Los ataques de EE.UU también continuaron.
“Por la noche teníamos una transmisión con la Orquesta Radio, yo estaba en la orquesta. Me fui a la Radio, todo bombardeado, no se pudo hacer nada. Todos los días había alarmas, aunque no bombardeaban. Como ya no se podía hacer la transmisión, recibimos la órden de desplazamiento del mariscal Antonescu. A nosotros nos desplazaron a la aldea de Bod (en el sur de Transilvania — n.r.). Era una aldea de sajones, también había algunos rumanos por ahí y se encontraba a 2 kilómetros de distancia de la emisora en Bod. Ahí nosotros instalamos un estudio en un bar de un sajón que se llamaba Schuster. Y hacíamos programas, dos programas diarios en vivo. Es decir que las cosas iban para adelante. Al escuchar en alemán «!Achtung! Achtung!», eso significaba que anunciaban las primeras oleadas de aviones. Entonces se interrumpía la emisión y nos marchábamos a un campo, cerca de Bod. Un día dirigía la «Sinfonía patética» de Ceaikovski. Y en un determinado momento, escucho un ruido de tímpano. Miro al timpanista y el timpanista me mira a mí . ¿Qué pasaba? Los aviones estadounidenses volaban por encima de Bod, a una altitud muy baja precisamente en Bod, y estaban preparados para bombardear a Braşov.
Fue un error o algo como una mala broma de un ingeniero de sonido que no nos dijo que ya se había dado la alarma. Y entonces huimos todos al campo. .”
El Profesor Olimpiu Borzea, en 2001, contó como fue testigo de los bombardeos, al Centro de Historia Oral de la Radio.
“En abril o mayo hice un recorrido por el país. Me llevaron a Socola, de Socola a Vaslui, de Vaslui a Bucarest, a Elisabeta. Luego me trasladaron a la calle Franciscana, a una escuela que era franciscana, un internado. Y ahí cuando empezaron los bombardeos, nos bajaron al subterráneo y se escuchaban las bombas. ”!Ay, ay de mí!”, lloraba uno, un soldado. Y le dije: ”oye, ¿no te da verguenza?! Mira, estas muchachas las enfermeras, se quedan tranquilas y tú ¿por qué lloras, que combatiente eres tú?!” No sabía cómo ponerse el termómetro y se lo había puesto al revés. Venía la pobre enfermera y le decía: ”Ud. no tiene fiebre, pero está ardiendo todo”. Y lo ponía otra vez. Yo le miré y le dije: ”!Eh, tú, dáme el termómetro, a ver!”. Se había estropeado. Entonces le puse el mío que indicaba solo 35,6 grados, no tenía ninguna fiebre. .”
Los bombardeos estadounidenses formaban parte de la lógica de una guerra, es decir de destrozar y demoralizar al enemigo. Sin embargo, fueron los civiles los que pagaron el precio, los que no tienen la culpa de los conflictos.
( trad. Simona Sarbescu)